San Francisco
“Pepe”, el José Hernández sanfrancisqueño que vivió para caricaturizar su tiempo
José Hernández forjó un vínculo con LA VOZ DE SAN JUSTO que se extendió durante largas décadas.
Alguien, despistado, podrá preguntarse por qué el Concejo Deliberante decidió imponer el nombre de José Hernández a la plazoleta de un nuevo loteo ubicado sobre avenida Garibaldi cuando ya es propiedad de una calle e, incluso, de un barrio de la ciudad. En verdad, la homonimia se hizo presente en toda su magnitud para provocar esta imaginada confusión: quizás, para aclarar, sería conveniente que el espacio verde con nueva denominación sea llamado la “plazoleta de Pepe”.
Porque recuerda a un “Pepe” bien sanfrancisqueño y no al autor del Martín Fierro. Al José Hernández que, a través de sus dibujos y caricaturas, trascendió las fronteras de la ciudad y se convirtió en uno de los más renombrados ilustradores del periodismo gráfico argentino. LA VOZ DE SAN JUSTO lo tuvo entre sus colaboradores durante décadas. Sus caricaturas pueblan el archivo histórico de este diario y marcaron con sello particular y bien propio la publicación de noticias y la ilustración de columnas de opinión. Prestigian también las amarillas páginas de periódicos como Los Principios, Córdoba y Ámbito Financiero, entre otras más de 30 publicaciones de todo el país.
Una pila inmensa de dibujos originales de José Hernández se conserva en un espacio de la Redacción de este diario. Es el testimonio palpable de su impronta y de su talento. Y constituye un tesoro invaluable porque esas caricaturas reflejan, con humor -e ironía en algunos casos-, momentos agitados de la vida política provincial y nacional, así como retratan a personajes de la vida de San Francisco que se destacaron en variados ámbitos.
Nació en 1932. Fue el mayor de los cinco hijos del matrimonio formado por Juan, constructor y Trinidad, ama de casa. Sus primeros años los transitó en el hogar familiar de López y Planes al 1.800. Años después, la familia se mudó a una vivienda ubicada en la esquina de Juan B. Justo y Salta. José “Pepe” Hernández esbozó los primeros palotes en la Escuela Hipólito Bouchard. Durante un año, la familia se mudó a La Estancita, en las sierras chicas -de allí era oriunda doña Trinidad- para vivir en el Convento de los Frailes Dominicos, donde el padre de “Pepe” había sido contratado para efectuar trabajos de reparación. Al volver a San Francisco terminó la primaria en la Escuela Río Negro, en aquellos tiempos “la 270”.
Mónica Hernández, hija de José, en diálogo con LA VOZ DE SAN JUSTO, recordó que “los primeros años del secundario los cursó en Seminario Menor de los Dominicos en Córdoba”. Pero regresó a San Francisco y se inscribió en Escuela de Bellas Artes, de donde egresó con el título de Profesor de Pintura y Escultura. “Siempre ponderó y recordó al maestro Miguel Pablo Borgarello”, dijo.
“Pepe” Hernández trabajó en la escribanía Ordanini, mientras su espíritu autodidacta le servía como impulso para dibujar casi todo el tiempo. En aquellos años 50 se vinculó con este diario y, a partir de ese momento, se transformó en un colaborador permanente. Allá por los años 80 y 90, en la Redacción se aguardaba el “sobre semanal” de “Pepe”, en el que llegaban sus dibujos que, de inmediato, comenzaban a poblar las páginas.
A fines de los años 50, conoció a Mercedes Gobbi, oriunda de Bell Ville, quien sería su esposa. Se casaron y decidieron instalarse en la ciudad de Córdoba. En la capital provincial, Hernández trabajó primero en una compañía de seguros y luego en la firma Renault donde se desempeñó hasta 1978 como supervisor. El matrimonio tuvo tres hijos, Marcela que es fisioterapeuta, Mónica y José, ambos periodistas.
Su trabajo, su vida
Sobre su trabajo, “él decía que era su vida… él vivía para realizar sus trabajos. Se levantaba bien temprano y veía y escuchaba todas las noticias para estar súper actualizado y por la tarde no se movía de su mesa de trabajo hasta la hora de la cena, constantemente produciendo dibujos y archivando. Era muy prolijo y organizado”, afirmó su hija Mónica.
En 1990, Hernández se jubiló en el diario Córdoba. Al poco tiempo lo convocaron de Ámbito Financiero. El mismo Julio Ramos –fundador de esa publicación- lo contactó. Allí trabajaba de domingo a jueves. Mónica Hernández recordó que “viajaba en avión en el vuelo de las 10 de la mañana y volvía en Lapa, vuelo de las 21, los jueves. Viajó muchas veces en el avión de Lapa que explotó en Aeroparque. Se salvó porque ese mismo vuelo no salió un jueves; lamentablemente murió mucha gente conocida, entre ellos la hija de quien había sido secretario general del Cispren, Cacho Garat”.
En Ámbito Financiero “pasó los mejores años de su vida”, dijo Mónica. “Tuvo una excelente relación con Ramos, se respetaban mucho mutuamente. Ramos le hacía unos bosquejos a mano alzada de lo que quería publicar y Pepe lo interpretaba al toque, era un genio, muy inteligente”.
Dibujó a todos los políticos de su época. Mónica recuerda especialmente las caricaturas de Carlos Menem y José Manuel de la Sota “con sus cambios de looks”. También, sostuvo, “dibujó deportistas (entre ellos las selecciones de fútbol enteras), artistas y, en fin, todos los personajes públicos pasaron por su lápiz”.
Cafrune e Isella
El arte en general y la música folklórica en particular fueron aficiones preferidas de “Pepe”. Mónica evocó que en su juventud “formó un grupo folklórico en San Francisco, se llamaban Los Pampeanos, junto a otro gran amigo, oriundo de San Pancho también: Patricio Cabal Cullen. Y fue muy amigo, casi como un hermano, de Humberto Torres, el actor”.
Además, Mónica Hernández destacó la amistad que su padre tuvo con dos altos exponentes de la música folklórica argentina: Jorge Cafrune y César Isella. Esa amistad “viene de los años 50. Mi papá era muy amigo de don Oscar Orti, fundador de Peña La Posta. Mis padres fueron los padrinos de la Virgen de la Peña, eran amigos de la familia Orti. Cuando llegaron Los Fronterizos a San Francisco, mi papá conoce a Isella, que se casó con la hija de don Orti”.
“A Cafrune mi papá lo conocía de antes y por eso también lo llevó a la peña. Una semana antes de que lo mataran, antes de actuar en Cosquín, estuvo en mi casa comiendo un asado. Esa noche Cafrune se cantó todo, allí Héctor Ramos (de radio Universidad) le hizo la última entrevista… fue como una despedida y te imaginás el golpe que fue para la familia cuando escuchamos por la radio que “el Turco” había tenido un accidente”, rememoró.
Sobre el homenaje que la ciudad le acaba de hacer a “Pepe”, su hija Mónica dijo que “estamos sumamente agradecidos y emocionados. Es un reconocimiento trascendente de su ciudad natal, a la que nosotros queremos mucho y de la cual tenemos los mejores recuerdos de la niñez y la adolescencia. También estamos muy agradecidos al diario que tanto quiso mi papá, además de haber sido muy amigo de Goyo Martínez y de Horacio Martínez, con quien hasta los últimos años hablaba todos los días por teléfono”.
José “Pepe” Hernández falleció en 2013. En sus 80 años de vida dibujó una trayectoria ejemplar. Dejó un legado imperecedero en el que la pasión, el talento, la responsabilidad y la hombría de bien fueron norma. Es el José Hernández sanfrancisqueño. No el de la calle ni el del barrio. Es el de la nueva plazoleta.
El sencillo pero valioso homenaje de la ciudad en la que nació seguramente le habrá dibujado una sonrisa.
Una trayectoria singular
José Hernández nació en San Francisco en 1933. Egresó de la Escuela de Bellas Artes de nuestra ciudad con el título de Profesor de Pintura y Escultura. En San Francisco editó las revistas “Cara Dura” y “Apuntes”. A partir de los años 50 forjó un vínculo con LA VOZ DE SAN JUSTO que se extendió durante largas décadas.
Expuso sus trabajos en innumerables muestras de caricaturas en distintas ciudades del país y en salones internacionales. Sus obras se presentaron en Estados Unidos (se recuerda la muestra en la sede de la Organización de Estados Americanos en Washington), Canadá, Bulgaria, Bélgica, Brasil e Italia.
Fue seleccionado como único dibujante argentino en el volumen de The Political 70, editado por el caricaturista estadounidense Jerry Robinson, con un trabajo sobre las reuniones de paz de Camp David entre el primer ministro israelí, Menagen Begin, el presidente norteamericano James Carter y el mandatario egipcio Anwar El Sadat. Al respecto, Mónica Hernández recordó que “Pepe le envió una caricatura a El Sadat. Al hombre le gustó tanto que le escribió felicitándolo y además lo invitó a que conozca su país, lo que no se concretó pues al poco tiempo los asesinaron”.
Ganó en tres ocasiones el premio Adepa de Periodismo Gráfico y obtuvo en 1981 el primer premio en caricatura de la Sociedad Interamericana de Prensa, que lleva el nombre de Pedro J. Chamorro, propietario del diario La Prensa de Nicaragua, un periodista recordado por su lucha por la libertad de expresión en tiempos de la dictadura de Anastasio Somoza y luego también contra el régimen liderado por Daniel Ortega.