Panorama nacional
Paso, corte y quebrada
La política de la semana se movió al ritmo de una milonga: debates sobre las PASO, la Corte Suprema y tensiones con la industria mostraron pasos cruzados, firuletes y giros inesperados.
Por Fernando Quaglia
“Hoy casi no se escuchan ni bailan tangos”. El lamento de los amantes de la música ciudadana tiene asidero si se lo toma de modo literal. Queda desmentido, no obstante, si se lo aplica como metáfora para describir la realidad política de la semana que pasó. Pasos, cortes y quebradas marcan el compás de una milonga en la que lejos está el “chan chan”.
Paso
La danza del tango tiene pasos básicos y otros más complejos. Abiertos, cruzados hacia adelante, hacia atrás, giro con traspié y caminatas sincopadas, entre ellos. Desde su implementación, las Primarias Abiertas, Simultáneas y Obligatorias (Paso) han inspirado a los letristas de la política. Argumentos en todas las direcciones, algunos cruzados, otros a contratiempo y varios traspiés forman parte del debate sobre la reforma electoral.
La propuesta procura simplificar el proceso y no es difícil entender sus razones: un sistema que encarece las campañas, multiplica los costos y fragmenta aún más el ya de por sí polarizado panorama político. Si bien este tipo de primarias puede tener valor en un sistema político más ordenado, se ha convertido –de hecho- en una gran encuesta generadora de sacudones que alteraron la vida de los argentinos. En el contexto actual parecen ser un obstáculo más que una oportunidad.
Aunque los argumentos a favor de su eliminación son sólidos —menos gasto público, menos fragmentación política, eliminación de los partidos “sello”, mayor simplicidad—, se advierten objeciones en torno a la oportunidad de su envío al Congreso. La propuesta llega cuando está comenzando un año electoral, lo que podría interpretarse como una maniobra para asegurar ventajas. La necesidad de realizar reformas profundas en el sistema electoral debería ser acompañada de un debate amplio y que trascienda el calendario de elecciones. Serán los congresistas quienes deberán elegir el paso adecuado. Una discusión en la que prevalezcan los afanes electoralistas, con cruces y chicanas no asoma como la mejor alternativa.
Corte
El Congreso, el Senado en particular, es el ámbito en el que el nombramiento de nuevos miembros de la Corte Suprema de Justicia mantiene el interés de los principales espadachines oficialistas y opositores. El Jefe de Gabinete admitió que podría designarse por decreto a los candidatos Lijo y García Mansilla. Si la Cámara Alta no alcanza acuerdos para ello, recién allí se contemplaría la posibilidad de que alguna mujer sea propuesta. Un firulete.
Al mismo tiempo, la "conversión" republicana de algunos sectores opositores parece estar más dirigida a la defensa de ciertos privilegios que a una verdadera voluntad de fortalecer el máximo tribunal. Además, que el candidato más cuestionado haga “campaña” en su favor es un agravio gratuito a la investidura que pretende asumir. Más firuletes.
Adornos coreográficos que amenazan la institucionalidad.
Quebrada
Aunque sea parcialmente, quebrada está la relación entre el gobierno y la cúpula industrial. La ausencia del presidente y el ministro de Economía en la convención de la Unión Industrial Argentina fue un desaire que molestó a los empresarios.
El añejo, pero siempre interesante, debate sobre la necesidad de abrir la economía para fomentar la eficiencia y el dinamismo es el centro de la disputa. Apertura indiscriminada o proteccionismo a ultranza son los extremos de la discusión cuyo camino, como en el tango, se interrumpe –a veces de manera brusca- para que las figuras argumentales rompan la linealidad de una cuestión que, usando calificativos del gobernador Llaryora, debe implementarse con inteligencia y sin boberías.
Sin ficha limpia y con sospechas de pactos ocultos, los arabescos discursivos, pasos cruzados y sincopados, cortes y quebradas siguen protagonizando el debate de asuntos centrales para el futuro del país. Aunque casi no es escuchen tangos, vivimos el tiempo del firulete. Hay merengues y congas, pero en la política nuestra siempre es buen tiempo para milongas.