Análisis
Paseo Cervantes y el “Eje del Centenario”
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La apertura de la Plaza Cívica, la recuperación del Pasaje Cornaglia y la proyección del Paseo Cervantes reflejan una política urbana que apuesta a resignificar espacios estratégicos del centro y del oeste de la ciudad, con mayor circulación, encuentro vecinal y disfrute al aire libre, aunque todavía persisten desafíos para mejorar la infraestructura y la experiencia cotidiana de quienes los utilizan.
En las conversaciones entre vecinos existiría una mayoría de opiniones favorables sobre la apertura al tránsito de la Plaza Cívica y las reformas que se han hecho en el sector. Le han otorgado nuevos significados y se han embellecido áreas vitales en un sector estratégico del centro de la ciudad.
Algo similar está ocurriendo con el Pasaje Cornaglia. Los trabajos de restauración de esa senda que va desde el pasaje Lisandro de la Torre hasta la Terminal de Ómnibus se inscriben en la misma filosofía de mejora ciudadana. Como bien se afirmó, el pasaje es un conector estratégico en el centro de la ciudad que ahora será potenciado con la posibilidad de que se transforme en un espacio de encuentro vecinal. Por ello, se prevé que, en distintos fines de semana, el corredor se utilice como paseo gastronómico y recreativo, con la participación de puestos móviles gastronómicos y stands de artesanos.
Los beneficios de estas obras son evidentes y merecen ser replicados en otros sectores donde se congregan los vecinos. En este punto, vale remarcar que el eje central de la ciudad se proyecta hacia el oeste y allí asoma el nombre del Paseo Cervantes. La costanera sin río es hoy un espacio beneficioso de solaz y recreación para muchos vecinos, en especial cuando el verano aprieta y se buscan espacios verdes con sombra que puedan aliviar el sopor de la alta temperatura.
Cualquier persona que transite por la avenida Cervantes puede tomar dimensión de la importancia que ha adquirido ese sector de la ciudad para el tiempo libre de buena parte de los sanfrancisqueños, que instalan sus reposeras a lo largo de todo el trayecto, realizan actividad física o simplemente se reúnen con amigos para compartir algunas horas al aire libre.
Llegados a este punto, conviene también remarcar algunas cuestiones que bien podrían mejorar la experiencia de permanecer en ese sector. En ese sentido, habrá que aguardar a que esté terminada para valorar el impacto de la senda en altura. Por el momento, la erección de las columnas que sostendrán la pasarela es la primera modificación evidente del paisaje.
En otro orden, las sendas por las que se hace actividad física y se transita exhiben roturas, desniveles y falta de pintura que afean la estética del lugar y, más riesgoso, pueden funcionar como obstáculos facilitadores de algún accidente o lesión en quienes caminan o corren allí.
Asimismo, especialmente en el sector donde se ubican los “carribares” se nota la falta de recipientes para depositar los residuos. Además, los existentes tienen reducidas dimensiones, por lo que rápidamente se repletan. Quienes salen a hacer actividad física en las primeras horas de la mañana observan un panorama de cajas y papeles diseminados por el pasto. La solución es simple y no debería ser onerosa: recipientes más grandes y en mayor cantidad. Y si de cantidad se habla, podrían ubicarse más bancos de cemento y luminarias para devolver “lustre” a un paseo muy concurrido y que también forma parte del eje central de la ciudad.
En definitiva, se aprecia la intención de poner en valor distintos ámbitos ciudadanos que no eran funcionales o estaban descuidados. Estas observaciones sobre el paseo Cervantes son, creemos, un aporte que va en la misma dirección.
