Para la Iglesia católica, el sacerdote que revela un pecado conocido en confesión "incurre en un delito grave"
"Tanto las leyes como la jurisprudencia de los estados protegen de esta manera el secreto sacramental no por motivos religiosos, sino porque es una forma de proteger y valorar la libertad religiosa como derecho humano que ha de tener formas concretas de realización", expresó el obispo Sergio Buenanueva.
El sacerdote católico y decano de la Facultad de Derecho Canónico de la Universidad Católica Argentina (UCA), Mauricio Landra, aseguró que en los casos en que un fiel admita haber cometido abuso sexual infantil durante una confesión "no está permitido al confesor revelarlo", y opinó que quien lo haga "incurre en uno de los delitos (canónicos) más graves", que se sanciona con la "excomunión automática".
No obstante, Landra se mostró confiado en los efectos de la confesión religiosa y consideró que el confesor "no está exento de responsabilidad en la reparación de ese tipo de actos", que son al mismo tiempo "un pecado y un delito".
"La suposición es que necesitamos en las confesiones que la persona esté arrepentida y tenga propósito de cambio. Por lo tanto, es prácticamente seguro que el confesor, para darle la penitencia, le proponga que confiese ante la Justicia y, si no lo hace, para nosotros no estará perdonado el pecado", apuntó.
Los alcances del secreto de confesión, un rito común a varias iglesias cristianas, se pusieron en debate a partir de que se hiciera público que la Cámara Nacional en lo Criminal rechazó anular una causa penal por la violación de una niña iniciada a partir de los datos que la madre de la víctima obtuvo del confesor del imputado, un obispo de congregación de la Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días del barrio porteño de Floresta.
Si el caso hubiera ocurrido en la Iglesia Católica, el sacerdote que reveló a la madre el secreto habría incurrido en "uno de los delitos más graves".
Rol difícil el del confesor
Consultado el obispo de nuestra diócesis, Sergio Buenanueva, explicó que "en el sacramento de la penitencia, el penitente se acerca al sacerdote con la confianza de que descubrirá su conciencia ante Dios, en la persona del sacerdote, para recibir el perdón. Confiesa sus pecados con esa confianza de naturaleza estrictamente religiosa. Si confiesa un pecado que, además es un delito, ha de hacerlo sinceramente arrepentido y dispuesto a reparar el daño causado. El sacerdote lo tiene que ayudar a vivirlo así. La legislación de los estados -también la argentina- reconoce y protege este derecho del fiel y esta obligación del sacerdote católico. De ahí que no lo obligue a revelar lo que ha sabido por confesión", expresó.
El obispo diocesano de nuestra ciudad ejemplificó esta situación que pueden vivir los sacerdotes indicando que "es similar al derecho que tienen los abogados de no revelar lo que han sabido en el ejercicio de su profesión, especialmente cuando defienden a una persona acusada, aunque sea culpable. El derecho del Estado protege este tipo de vínculos porque custodian un bien jurídico y social como es la confianza entre el fiel y el sacerdote o entre el abogado y su defendido".
Al ser consultado sobre si esa confesión contiene la declaración de un delito, Buenanueva indicó que "cuando se trata de delitos que suponen daños a terceros, tanto de carácter privado como público (el abuso, por ejemplo), el rol del confesor es muy difícil, aunque también tiene posibilidades de ayudar al penitente-delincuente para dar pasos concretos de reparación. Otro caso se da cuando quien se confiesa no es el victimario sino la víctima. Aquí el confesor tiene que tratar de ayudar a que la víctima pueda abrir su corazón con quien puede ayudarla a superar la situación. Pero tampoco puede usar lo que llega a saber por confesión. Son situaciones complejas y difíciles porque así es la realidad humana en no pocas circunstancias".
Por último, Buenanueva señaló que "tanto las leyes como la jurisprudencia de los estados protegen de esta manera el secreto sacramental no por motivos religiosos, sino porque es una forma de proteger y valorar la libertad religiosa como derecho humano que ha de tener formas concretas de realización".