Para Hugo “ser carnicero es una pasión”
La pandemia ratificó su esencialidad. Los clientes destacan el esfuerzo que hacen y a pesar de estar escuchando día a día sobre los aumentos de lo que ellos venden, el trato es cordial y hasta se llega a generar un lazo de amistad.
Luciendo su delantal negro a rayas y demostrando una gran destreza con su mano derecha en el uso del cuchillo, Hugo Juárez se siente muy orgulloso de llevar a cabo con entusiasmo este oficio que ejerce hace 46 años.
Con apenas 12 años, mientras vivía en La Francia, comenzó a aprender los secretos de un buen carnicero y para eso empezó bien de abajo.
"Lo primero que hice en una carnicería fue barrer, pasar el piso y sobre todo observar cómo trabajaban los carniceros de quienes aprendí todo el oficio", recordó y aseguró que para él "ser carnicero es una pasión".
Desde hace 20 años forma parte del grupo de trabajadores de San Francisco Carnes. Descargar las medias reses, colocarlas en la cámara frigorífica, trozarlas y separar cada uno de los cortes, elaborar los chacinados y por supuesto atender al público, forman parte de su rutina laboral diaria.
Con casi medio siglo en el oficio, Hugo no dudó en señalar que en todo este tiempo la actividad "ha cambiado un poco" aunque reconoce que cada uno de esos cambios tienen que ver con "incorporar productos y servicios para favorecer el cliente".
Recordó que en sus inicios "se atendía detrás de un mostrador y la carne estaba más oculta. Hoy lo hacemos detrás de estas bateas donde se exhibe la mercadería junto a otros cortes de carne y productos elaborados que antes no estaban".
Hugo Juárez, un experimentado en el oficio de carnicero.
Antes, "el ama de casa venía a comprar carne y luego la preparaba en su casa" mientras que en la actualidad "viene y aquí se encuentra desde la carne hasta una amplia gama de productos elaborados como milanesas, hamburguesas, albóndigas, pulpetines, etc", siguió explicando sobre la evolución del rubro.
"Antes venían con un plato y se llevaban carne cortada en bifes y ahora directamente compran la milanesa ya preparada, lista para cocinar. Lo mismo pasa con la carne picada ya que ahora vienen buscando las albóndigas o las hamburguesas ya preparadas", agregó.
Hugo reconoció también que estas modificaciones que con el tiempo se fueron introduciendo en las carnicerías "surgieron un poco por estrategia de mercado, pero mucho tuvo que ver la propia demanda de los clientes".
Con 17 años ya tenía la responsabilidad de atender una carnicería. "Cuando vivía en La Francia estuve trabajando 18 años con el mismo dueño. Luego me mudé a San Francisco, con una familia ya constituida, a trabajar con otra empresa con la que estuve por 10 años hasta que finalmente llegué a San Francisco Carnes", explicó.
Observar, la clave para aprender
"Yo quería aprender todo lo que se podía de este oficio y para eso sabía que tenía que observar cómo trabajaban los que sabían hacerlo", contó el carricero.
"La buena atención al cliente es fundamental para que el negocio vaya bien. Eso es lo principal y es algo que siempre traté de hacer en cada uno de los lugares donde trabajé", aseguró.
Entre las enseñanzas que recibió a lo largo de tantos años de oficio de carnicero, Hugo rescató un consejo que le dio uno de sus primeros jefes cuando le decía que "si te encontrás con un chico como cliente, siempre tenés que venderle lo mejor porque si le vendés algo de mala calidad va a recibir un reto cuando vuelva a la casa. Si eso pasa, ese chico nunca más va a venir de nuevo al negocio".
Marcas del oficio
Trabajar en una carnicería implica el manejo de determinadas herramientas que, ante el menor descuido, pueden provocar algún tipo de accidente.
Por ello, es importante siempre estar atento. Cuando Hugo tenía 19 años, tuvo un momento de distracción que le costó perder la primera falange del dedo índice de su mano derecha.
"A esa edad todo joven piensa que se las sabe a todas y en mi caso pude comprobar que no era así -contó-. En un descuido perdí parte del dedo en la picadora de carne". Esa situación de dejó un aprendizaje: "ser mucho más cuidadoso" y de hecho a partir de allí hasta el presente no tuvo más ningún accidente.
"Soy feliz en el mostrador"
De más está decir que con casi 50 años de carnicero, Hugo logró adquirir una gran destreza en el oficio. Sin embargo, la atención al público es lo que más disfruta en una jornada laboral.
"Soy feliz en el mostrador", comentó y en eso mucho tuvo que ver el propietario de la primera carnicería donde trabajó, en La Francia, "Tito" Mauro, que "me enseñó mucho y lo recuerdo con mucho cariño".
Hoy, "mis actuales empleadores, la familia Betroni, son como mi propia familia. Acá trabajamos muy cómodos y siempre sintiéndonos bien, que es importante", concluyó.