Paola cocina un plato de comida caliente para los que menos tienen

En su casa de Frontera, ofrece el almuerzo y la merienda cada sábado. A pesar de sus dificultades económicas y un grave problema de salud, este hombre de 36 años siente el compromiso de darle un plato de comida a quien lo necesita.
Los sábados la casa de Ismael Gigena en Frontera se convierte en "Comedor Color Esperanza", un espacio donde se sirve el almuerzo y la merienda para 70 personas del barrio.
Este acto solidario es posible gracias a donaciones que reciben de particulares y de los padrinos Ariel Quintero y Silvia Whindolz, de Paso a Paso.
Ismael muchas veces supo sacar dinero de su bolsillo para comprar comida. Es una persona con escasos recursos, pero se las rebusca para ayudar a los otros. Apenas percibe $14.000 que gana entre changas en una verdulería y una asignación por ser paciente trasplantado de un riñón, aunque ahora necesita nuevamente volver a trasplantarse.
Abrir la casa y el corazón para alimentar
a otros: el hogar de Ismael Gigena en Frontera es también el de muchas familias
A Ismael no le importa su salud, lo único que quiere es que la gente no pase hambre: "Cada sábado vienen muchos con una olla o un tupper para llevarse algo caliente para comer porque tienen hambre y no llegan a cubrir sus necesidades", dijo Ismael Gigena a LA VOZ DE SAN JUSTO.
"A nosotros no nos sobra nada, nos falta de todo, pero lo hacemos porque sabemos lo que es pasar un día sin comer o que te vayas a dormir con el estómago vacío", confió el hombre de 36 años.
Ismael Gigena: "La peleo día a día y lo que hago es un granito de arena que se suma a otros para ayudar a los que menos tienen. Uno da lo que no tiene para que el otro no sufra".
Dar lo que no se tiene
La casa de Ismael y su mujer Paola es muy humilde y tienen lo básico para vivir. En su pequeña cocina se esmeran para armar las ollas, donde cocinan 70 viandas.
Cada sábado la suma se incrementa la cantidad de personas que se acercan por un plato de comida y no son suficientes las donaciones. "Hay veces que pongo plata para comprar alimentos yo porque no nos alcanza porque cada vez viene más gente y duele decirle que no hay más a alguien que tiene hambre. Nosotros no podemos darle la espalda como se la da el Estado".
Con esfuerzo y pese a los embates de su salud, Ismael junto a colaboradores lleva adelante "Comedor Color Esperanza"
"La peleo día a día y lo que hago es un granito de arena que se suma a otros para ayudar a los que menos tienen. Uno da lo que no tiene para que el otro no sufra", reflexionó Ismael.
Con su problema de salud, Ismael encuentra en la solidaridad el motor para seguir. "No podés dejar de dar cuando hay gente que está pasándola mal por eso sigo, o tal vez porque Dios no me quiere allá arriba", concluyó Ismael.
Una nueva oportunidad
Desde los once años, Ismael se somete a diálisis diaria. Si bien ya tuvo un trasplante de riñón en 2011, el órgano comenzó a fallar y pronto ingresará a la lista de espera de Incucai. Con su esposa desempleada, Ismael no puede dejar de trabajar aunque debería predisponerse ya para la operación. "La situación está muy difícil porque ella no trabaja y no podríamos vivir con $8.000 que percibo de una pensión", resaltó Ismael.
Paola cocina un plato de comida caliente para los que menos tienen
24 merenderos entre San Francisco y Frontera
Según un relevamiento realizado por Ariel Quintero, colaborador del comedor "Color Esperanza", en la actualidad funcionan 11 en San Francisco y 13 en Frontera.
Cabe recordar, que desde el año pasado existe en San Francisco el "Fondo Especial de Ayuda y Asistencia para Comedores y Merenderos Comunitarios" creado por el Concejo Deliberante de nuestra ciudad. La ordenanza promueve el aporte económico de concejales, tribunos de cuentas y el intendente Ignacio García Aresca hacia estos espacios.