Panna Cotta: La Casa está abierta

Sobre Urquiza al 300, una esquina que durante años fue simplemente una casa de familia empezó, hace algunas semanas, a dar señales de nueva vida. Primero fue una luz encendida en la cocina; después, un aroma dulce escapándose por las ventanas, ese perfume cálido a manteca y azúcar que se reconoce incluso desde la vereda. Finalmente, una puerta volvió a abrirse. Lo que antes era un chalet de barrio hoy es la nueva sede de Panna Cotta, La Casa de Panna Cotta, un espacio que, desde el primer instante, se siente como lo que es, un hogar que vuelve a ser hogar.

Para entender la importancia de este paso hay que ir al origen. Panna Cotta nació en la cocina de una mamá, en una casa donde el horno prendido marcaba el ritmo cotidiano. Luego creció en Echeverría 281, un local pequeño que empezó como take away y se volvió casa de té. Lugar de paso, refugio y parada obligada para muchos. Un sitio donde la gente vuelve porque la reconocen, porque los llaman por su nombre, porque la calidez no es una pose, es una costumbre.

Ese primer local sigue igual, fiel a sí mismo. Es el corazón de la ciudad y la raíz de todo. Pero como pasa con lo que crece, un día la cocina quedó chica. Los pedidos aumentaron, las ideas se multiplicaron y la comunidad acompañó. Panna Cotta necesitaba más que metros: necesitaba un escenario donde su esencia pudiera expandirse sin perder su alma.

La oportunidad apareció en forma de casa. Un chalet con tejas, habitaciones luminosas y un patio que parecía estar esperando un nuevo propósito. No era un local comercial: era un hogar. Esa diferencia lo convirtió en el lugar exacto. Así nació La Casa.

Entrar por la puerta principal no se siente como entrar a un negocio, sino como llegar a un lugar donde te estaban esperando. Los salones conservan el espíritu original: madera noble, luz natural, una atmósfera que invita a quedarse. Y atrás, donde antes se preparaban comidas familiares, hoy funciona el nuevo obrador, amplio y luminoso, donde el equipo de pastelería trabaja con más espacio, más herramientas y la misma pasión.

Pero La Casa no es solo una cocina más grande. Es un espacio donde la vida sucede: salones para festejos y reuniones, una carta pensada para todo el día, un bar para la tardecita y un patio que promete meriendas largas y celebraciones al aire libre. Quienes conocen Panna Cotta encuentran lo que ya valoraban: una atención cercana, ese gesto de recomendar lo justo y ofrecer sin apuro. La calidez, ahora, tiene más lugar para crecer.

La Casa es una declaración. No se llama así por casualidad. Es la manera en que la marca afirma que quiere compartir, abrir sus puertas a lo que los sanfrancisqueños traigan, reuniones, sobremesas, brindis y momentos que merecen un marco especial. Es la evolución natural de un proyecto que siempre entendió que la pastelería es un modo de mimar.

Hay algo poético en que la historia vuelva a una casa. Panna Cotta nació en una cocina familiar, creció en un local pequeño y hoy regresa a un hogar más grande y luminoso, preparado para recibir a muchos más. Como si todo encontrara su lugar.

Desde el inicio, la marca invitó a llevarse un pedacito de hogar en una caja. Hoy invita a entrar al suyo. A desayunar sin apuro, a celebrar la vida, a soplar velitas, a brindar por lo que llega.

Panna Cotta, La Casa, ya está abierta.
La Casa. Tu casa.
Urquiza 398, San Francisco.

Te contamos los nuevos horarios:

LA CASA (Urquiza esq. Independencia)

CAFÉ Y TAKE AWAY:
De martes a sábado: 8 a 13 hs. y 17 a 22 hs.
Domingo: 9 a 14 hs. y 17 a 21 hs.

PATIO (SUNSET Y AFTER OFFICE)
De martes a domingo: 18:30 a 0:00 hs

SUCURSAL CENTRO (ECHEVERRÍA):
De martes a sábado: 8:30 a 13 y 16:30 a 21.
Domingo: 9 a 13.