Pandemia y política partidaria
El retorno a las aulas en la provincia de Buenos Aires se da cuando las muertes en el país son el doble de las que se producían cuando se decidió retornar a la virtualidad. Milagros que las encuestas consiguen a veces. Al mismo tiempo, la oposición aprovecha el momento y también actúa de acuerdo a lo que marcan los sondeos de opinión.
La vicepresidenta de la Nación, en la última de sus esporádicas apariciones públicas, reclamó que la pandemia y la vacunación "queden fuera de la lucha política". Lo hizo señalando que su propuesta se fundamenta en el respeto por los muertos que sembró el coronavirus y por los trabajadores de la salud que están dando todo de sí para que la pandemia no tenga efectos más graves aún.
Podría convenirse que se trata de un pedido que podría ser razonable en virtud de la tragedia inmensa que vive el país con casi 90 mil fallecidos, con una vacunación que continúa a media marcha, con el aparato productivo diezmado y con sectores cada vez más amplios sumidos en la pobreza, la marginación y la desesperanza. No obstante, a los pocos minutos de haberla difundido, el presidente de la Nación, su jefe de Gabinete y su ministra de Salud salieron a recibir un cargamento de vacunas con barbijos y pecheras en las que se promocionaba la política gubernamental en este tema y varios alfiles cercanos a la figura vicepresidencial lanzaron diatribas furibundas contra gobernantes de la oposición, en especial los de la ciudad de Buenos Aires.
En el mismo sentido, la disputa por las clases presenciales tiene nuevos capítulos. El retorno a las aulas en la provincia de Buenos Aires se da cuando las muertes en el país son el doble de las que se producían cuando se decidió retornar a la virtualidad. Milagros que las encuestas consiguen a veces. Al mismo tiempo, las provincias que procuran adquirir vacunas se encuentran ahora con que la Nación les advirtió que se descontarán los envíos a esos distritos en un número similar a las dosis que consigan comprar. Mientras tanto, la oposición no se queda atrás en los cuestionamientos de todo tipo. Aprovecha el momento y también actúa de acuerdo a lo que marcan los sondeos de opinión, no muy confiables desde hace un tiempo a esta parte.
El panorama, entonces, lejos está de tener las condiciones propicias para que la dirigencia política deje la cuestión de la pandemia a un lado de sus ambiciones electoralistas. Mucho menos de encontrar caminos de diálogo que permitan alcanzar consensos sobre las acciones inmediatas y también a largo plazo. Esta inmadurez política evidente se conjuga con las conductas anómicas de parte de la sociedad, el desinterés general por el bien común, el hartazgo por la situación, el dolor de las familias que pierden a sus seres queridos y la impotencia de quienes observan cómo se cierran actividades y se pierden trabajos en un marco de inflación sin freno.
El gaucho Martín Fierro aconsejaba que "la ocasión es como el fierro, se ha de machacar caliente". Pero, con sabiduría, advertía que aprovecharla es para el "hombre diligente". Es decir, el que rápidamente entiende el momento y actúa en consecuencia poniéndose al servicio del interés general. Por eso, se puede intuir que aquel reclamo de la vicepresidenta es casi imposible de plasmarse en la realidad en la tragedia que vive la Argentina. Porque, con los antecedentes de conducta inmediatos de la dirigencia política nacional, sería utópico pensar en el futuro más allá de las elecciones legislativas de noviembre.
Sería una quimera propiciar, por ejemplo, un proyecto para designar una comisión no partidista e independiente para evaluar la respuesta que el país dio a la pandemia, con el objetivo de esclarecer qué cosas se hicieron bien y cuáles fracasaron. No con el ánimo de sancionar, sí con el de aprender, mejorar la respuesta y preparar al país para afrontar otras crisis similares y evitar la pérdida de tantas vidas.