Pandemia: deber no cumplido de China
En virtud de las centenares de miles de muertes y de los daños enormes que la pandemia provocó en todo el planeta, China se enfrenta al deber de ofrecer información valedera a la comunidad internacional. Por lo visto, no tiene ninguna intención de hacerlo.
La periodista china Zhang Zhan fue sentenciada a cuatro años de prisión por "provocar altercados y buscar problemas", según las autoridades de ese régimen autoritario. La condena se debió efectivamente a que esta periodista informó detalles en sus redes sociales sobre el primer brote del coronavirus en la ciudad de Wuhan. La mujer de 37 años es la primera en ser juzgada de un grupo de personas que relataron la difícil situación que se vivió en los primeros meses del 2020 en China, con hospitales cerca del colapso, calles absolutamente vacías e irregularidades de varios tipos.
El mensaje de Beijing es claro. Nadie puede utilizar su libertad para mostrar lo que el régimen no quiere mostrar. Y si lo hace sufrirá las consecuencias. El problema es que lo que se reflejó en las crónicas de la periodista condenada, así como en las de varios de sus colegas, es el comienzo de una pandemia mundial que China aún no explica cómo comenzó. Y, por lo visto, no tiene ninguna intención de hacerlo.
La decisión del régimen chino desató una ola de condenas internacionales que lideró la organización Amnistía Internacional. Este organismo no gubernamental detalló que la labor de Zhang Zhan se enfocó en informar sobre detenciones de otros reporteros independientes y del acoso a familiares de víctimas del coronavirus durante el primer brote a nivel mundial de la pandemia de Covid-19 en la ciudad de Wuhan, en el centro de China. Además, la organización Chinese Human Rights Defenders (CHRD) apuntó en septiembre que la mujer había sido detenida luego de haber publicado que ciudadanos de Wuhan recibieron comida podrida durante el confinamiento de 11 semanas.
Mientras la persecución a la prensa que pretende mantener algo de independencia no cesa en el gigante asiático, tardíamente la Organización Mundial de la Salud enviará en los próximos días un equipo de expertos internacionales, para intentar esclarecer el misterio del comienzo de la pandemia. Por cierto, se trata de una iniciativa que llega muy tarde, mientras que, cuanto más tiempo pasa, más disminuyen las posibilidades de volver al origen, que las autoridades chinas se empecinan en no transparentar Lo hacen utilizando todos los resortes del poder totalitario y hasta condenando a quienes osan informar sobre los hechos acontecidos.
La investigación científica sobre el origen del virus es esencial para que la humanidad pueda hallar estrategias que permitan luchar contra otras amenazas similares en el futuro. Sin embargo, el empecinamiento autoritario podrá más y la transparencia necesaria no aparecerá. En virtud de las centenares de miles de muertes y de los daños enormes que la pandemia provocó en todo el planeta, China se enfrenta al deber de ofrecer información valedera a la comunidad internacional. Por lo visto, no tiene ninguna intención de hacerlo.