Pandemia, adolescentes y salud mental

El incremento de espacios de atención, contención e internación, así como el crecimiento del personal especializado, son cuestiones ineludibles para prevenir y tratar a las personas afectadas por una problemática sanitaria que la pandemia acrecentó y cuyas consecuencias continúan vigentes.
Un informe reciente publicado en el diario La Nación de Buenos Aires alertó sobre una problemática compleja que puede asumir características serias en materia sanitaria. Se trata de los trastornos psíquicos en adolescentes que se han incrementado de manera notoria luego de las restricciones que se dispusieron por la pandemia del Covid 19.
Se afirma en esa investigación periodística que los casos que llegan a los hospitales especializados en salud mental en Buenos Aires crecieron un 30 por ciento y siguen apareciendo pese a que las limitaciones de circulación y socialización prácticamente han dejado de tener efecto. Este dado corrobora un estudio que hizo el Conicet a finales del año anterior, en el que se afirmaba que casi la mitad de la población argentina experimentó trastornos vinculados con la psiquis, como por ejemplo ansiedad, trastornos de conducta, intentos de suicidio y depresión, entre otros.
Asimismo, confirma la tendencia que también se había presentado en nuestra ciudad y región. Vale recordar que allá por octubre de 2021, un informe de este diario consignaba que se había duplicado la demanda de consultas diarias de pacientes en el servicio de salud mental del Hospital J. B. Iturraspe luego de la pandemia. Y que se observaba una creciente llegada de casos que afectaban a niños y adolescentes.
Lamentablemente, no ha sido la salud mental una de las prioridades a atender luego de la pandemia. Sin embargo, la incidencia de casos en los adolescentes y jóvenes alcanza significativas proporciones y debería llamar la atención de las autoridades sanitarias. Porque, si bien es un fenómeno que se verifica en varias naciones del mundo, en la Argentina puede alcanzar estándares de gravedad en virtud de las limitaciones en las que se desenvuelve el sistema de salud y las implicancias negativas que tiene la aplicación de la vigente ley de salud mental.
En este contexto, se sostiene que no existe la cantidad de establecimientos necesaria para atender una demanda creciente y que las opciones para recurrir a un tratamiento psiquiátrico hospitalario o ambulatorio se redujeron drásticamente. Por ejemplo, el referido informe señala que "los trastornos de la conducta alimentaria se enmarcan entre las problemáticas que crecieron de forma exponencial en el último tiempo. Las listas de espera para conseguir una internación en alguno de los centros más reconocidos pueden ser de tres o cuatro meses. Incluso varios hospitales de día están brindando atención únicamente de forma virtual, lo que genera complicaciones para los pacientes más críticos".
El replanteo de los sistemas de salud mental en el país es una exigencia derivada del cuadro de situación que se ha descripto. El incremento de espacios de atención, contención e internación, así como el crecimiento del personal especializado, son cuestiones ineludibles para prevenir y tratar a las personas afectadas por una problemática sanitaria que la pandemia acrecentó y cuyas consecuencias continúan vigentes.