Padre solo, historia de dolor y valentía
Ariel tiene cinco hijas pero no tiene una mujer que los acompañe. La temprana muerte de su esposa lo llevó a criarlas en soledad. Dejó un trabajo formal para acomodar sus horarios con los tiempos de crianza; ahora hace changas y se angustia por no poder llevar todos los días la comida a su casa de barrio Acapulco. Mientras se ocupa de los quehaceres domésticos, asegura que aprendió a ser padre a fuerza de sacrificio y un amor incondicional.
A Ruth le diagnosticaron cáncer de mama. Estaba avanzado. La mujer tenía 32 años y murió en 2014 dejando 5 hijas y a Ariel, su esposo y padre de las niñas, que no solo se hizo cargo de su crianza sino también de mantener el hogar.
Ariel Rojas tiene 42 años y este domingo, cinco razones para celebrar el Día del Padre: sus hijas Zila (6), Jael (8), Jenifer (10), Ruth (12) y Milca (13).
La vida no es fácil para esta familia humilde de barrio Acapulco, en Josefina.
Ariel se encarga de hacer la comida, lavar la ropa, limpiar la casa, peinar a las niñas y llevarlas al colegio. Todas esas obligaciones lo llevaron a dejar el trabajo fijo que tenía y a vivir de las changas.
Este papá "la lucha" todos los días, por eso no entiende cómo hay hombres que no ven a sus hijos por propia voluntad, siendo que "son lo más valioso en la vida".
"Yo no tengo lujos, no tengo nada material para darles pero tengo amor, cariño y presencia que nunca les falta", asegura Ariel ante la mirada cariñosa de sus cinco mujeres.
En la casa de los Rojas hace frío, pero no falta el calor de familia, una familia a la que le falta un pilar, Ruth, pero que su compañero supo sostener a fuerza de sacrificio y amor de padre.
"La paternidad es lo más lindo del mundo. No es fácil y todos los días pasan cosas buenas y malas pero con el tiempo vas aprendiendo. Sé que mi esposa estaría orgullosa de cómo crié a las nenas porque hago todo por ellas", confesó.
Las niñas siempre piensan en su mamá -Zila tenía apenas un año cundo la perdió-. Para ellas, Ariel es incondicional. "Él está siempre con nosotros, nos cuida y nos trata bien. Es muy buen padre y hace que no extrañemos tanto a mamá".
Ariel junto a sus hijas, una historia de valentía, dolor y amor
Padre y madre
Desde que falleció su esposa, Ariel está solo para todas las tareas de la casa. Se levanta a las 6.45 todas las mañanas y mientras sus hijas se van despertando, él prepara un mate cocido caliente con galletitas para el desayuno "porque no quiero que se vayan con la panza vacía a estudiar", afirmó. Luego, recoge la ropa de los seis para lavar. "Lo hago a mano porque no tengo lavarropas".
Luego, alistas a sus hijas para ir a clase en la escuela del barrio. Las cinco almuerzan en un comedor comunitario que funciona cerca de su casa porque las changas no le alcanzan a Ariel para pagar dos comidas al día.
Los viernes, Ariel asiste a la "Mesa digna" que ofrece Red Solidaria junto a voluntarios en la Plaza Gral. Paz de nuestra ciudad
"Ellas saben que para mí es difícil juntar dinero y no es que no quiero que coman en casa, pero solo me alcanza para un plato de comida. Hago malabares para comprar carne, fideos o darles el gusto de comer una milanesa", se lamentó el hombre.
A la noche, prepara una olla de guiso mientras enciende el calefón eléctrico para que una a una tome un baño caliente y puedan ir a descansar después de cena. Cuida
"Hago un poco de todo, soy mamá y papá al mismo tiempo. Muchas veces pensé en quitarme la vida, porque no supe cómo seguir adelante para darle de comer a mis hijas o criarlas, pero ellas me dan la fuerza que necesito", expresó Ariel con cierta culpa.
En la casa de los Rojas hace frío, pero no falta el calor de familia
Nunca solas
En la casa de los Rojas faltan muchas cosas, pero sobra el afecto. No hay calefacción, faltan algunas puertas, ventanas y sillas. Las niñas duermen todas en una sola habitación y el padre, en la cocina. "No tengo trabajo fijo porque donde trabajaba me explotaban. Estaba 10 horas trabajando y no me pagaban. Era difícil llegar a casa cansado, sin dinero y que tus hijas te miraran a la cara y te pidieran que estés más presente porque no tienen a nadie más que a vos. Por eso hago changas, para comer, pagar impuestos y el alquiler".
"Voy a estar siempre con ellas, cueste lo que cueste porque sé lo difícil que es estar solo y abandonado", les promete Ariel, que tiene una infancia triste. Su padre falleció cuando tenía 8 años y su madre rehízo dejándolo a él y a su hermana solos en un orfanato.
"Mis hijas son mi mayor tesoro y ellas me hicieron el hombre que soy hoy. Si tengo pareja y no las acepta o no las quiere en su vida, prefiero estar solo... bueno, solo no, con mis hijas que son lo más importante y valioso que tengo", concluyó.