Otra vez el robo de cables
Está comprobado que el robo de cables se incrementa cuando la crisis socioeconómica se agrava de manera considerable. Porque no estamos viviendo solo una debacle sanitaria por imperio de la pandemia.
Dos localidades del sur del departamento San Justo estuvieron casi un día sin suministro de energía eléctrica debido al robo de cables de la línea de media tensión que los abastece. Los vecinos de Alicia y El Fortín debieron soportar este problema por el accionar de delincuentes que, arriesgando incluso sus propias vidas, se dedican a estos menesteres con el consiguiente perjuicio severo como el acontecido en estas dos comunidades.
Se ha conocido que las tareas investigativas dieron como resultado la realización de operativos policiales en los que se detuvo a siete personas de la ciudad de Las Varillas. Por fortuna, parece haberse esclarecido el suceso. Aunque, de todos modos, es preciso insistir en la prevención de delitos de este tipo y también en la detección de sus autores puesto que las distintas localidades de la región no merecen soportar la ausencia de un servicio esencial por el accionar de algunas bandas de marginales.
Está comprobado que el robo de cables se incrementa cuando la crisis socioeconómica se agrava de manera considerable. Porque no estamos viviendo solo una debacle sanitaria por imperio de la pandemia. También se agregan otros factores que determinan un panorama social gravísimo, con indicadores alarmantes que ya han sido largamente comentados en las últimas semanas. En este marco, el esta modalidad delictiva se ha convertido en una actividad con muchos "adeptos" y no siempre combatida con la eficacia que ha demostrado el último procedimiento.
Lo sucedido en Alicia y El Fortín demuestra que el problema más evidente es cómo se resiente la prestación de los servicios públicos. Años atrás, los daños se producían fundamentalmente en el servicio de telefonía. Eran tiempos en los que el teléfono fijo todavía tenía fuerte presencia en los hogares. Pero ahora, ante la irrupción masiva de los sistemas inalámbricos, la apetencia de los delincuentes viró hacia los cables de alta y media tensión, lo que transforma a estas acciones en muy peligrosas, pero también generadoras de trastornos mucho más serios para toda la población.
Así, de la incomunicación se pasó a la falta de luz. Y, con ello, a problemas que surgen sin haberse advertido antes y que originan una alteración notable en el ritmo de vida. Suponen también una logística de emergencia para la empresa prestadora del servicio eléctrico que primero debe detectar dónde se ha producido el problema, luego establecer su causa y, posteriormente, proceder a los trabajos para restaurar la normalidad. En este último caso, todo esto llevó casi un día.
Quedó demostrado, por cierto, que el robo de cables produce un daño a toda la comunidad. Es una acción ilegal que merece atención y exige un combate efectivo, mucho más en tiempos en los que parece "ponerse de moda". Porque, de otra manera y aunque no se lo considere tan peligroso para la comunidad, los problemas que surgen luego del robo son muy preocupantes, ante la falta de reposición inmediata de lo sustraído y, por ende, la carencia de servicios imprescindibles para la vida de nuestra sociedad.