Oda al canto improvisado: “Los grandes maestros dicen que payador se nace”
El Día del Payador, celebrado ayer, es una fecha cuyo origen es la histórica payada del argentino Gabino Ezeiza y el uruguayo Juan Nava en 1884. Pasaron los años, pero el oficio sigue vivo y "Corcho" Díaz es referente de la nueva guardia.
Por Ivana Acosta | LVSJ
Jorge Isidro Díaz, 33 años, de oficio payador es más conocido como "Corcho". El joven es uno de los exponentes de la nueva era de payadores, es joven y a la vez de esos hombres que ya tienen edad de madurez por su canto improvisado.
Habitualmente se piensa que los payadores son personas más grandes, quizás hasta más aburridas, sin embargo, la cosa es bien diferente. Escucharlo improvisar es casi lúdico, al hombre se le cruza una idea, una palabra queda sonando en su cabeza y su respuesta termina en canto. Porque "Corcho", más que palabras monótonas, nos regaló cantos improvisados.
El muchacho empezó desde chiquito y a fuerza de errores y aciertos se abrió camino en el mundo del canto improvisado. Con atuendo bien criollo, ojos claros como el cielo y una voz firme empuñó su guitarra que le regaló don Aldo Merlino para contar que es este arte y oficio al que le hace honor.
Así que díganos señor... a qué debemos su oficio, díganos cuál es el maleficio para que leamos esto, improvisando este texto sobre usted que es un gran payador.
¿Cómo empezaste en esto?
Hace unos cuantos años, empecé escuchando. Vengo de una familia criolla y gaucha, vinculada a la jineteada, campo, yerra. Cuando era pequeñito solían llegar a la "Estancia La Laura" donde yo nací en Estación Clucellas, ahí papi capataceaba y llegaban jinetes, tropilleros, payadores, animadores. Por ejemplo, pasó don Uberfil Concepción, el Tape Chaná, Gustavo Guichón y uno fue mamando y escuchando esas cosas. Con el paso de los años vinimos a vivir a San Francisco, en Estancia La Norita improvisaba en algunos fogones y de a poco fui encontrando algo adentro mío que decía 'animate al canto improvisado'. Lo encontré a don Uberfil Concepción y él a mí, hasta el día de hoy me metió bajo sus alas y me apadrina.
"Me llevó bastantes años asimilar que soy payador, uno nunca está conforme con uno mismo", afirmó Jorge.
Se asocia al payador con alguien grande y lejano, ¿Qué manera rompés con eso?
Es normal asociarlo así porque es algo que viene de muchos años atrás. El respeto por el canto del payador es muy grande, aunque el Día del Payador se estableció como ley en el año 1996. Hubo muchas personas que pusieron el pecho para una patriada tan grande y que continuamos nosotros los jóvenes.
¿Qué debe tener un buen payador?
No sé qué debe tener un buen payador, los grandes maestros dicen que payador se nace y luego se va puliendo con la lectura, los recorridos, la caminata, de mirar a un hombre, una mujer en la ciudad y en el campo. Eso lo va puliendo y hace que al momento de cantarle a alguien tenga fundamento y signifique algo para quien lo escucha. Yo estoy recorriendo el camino todavía.
¿Tu primera payada cuando fue?
Estábamos en una yerra, en Estancia "La Norita" con un amigo que también es gran payador. Ahí estaba Uberfil Concepción. Estuvo llena de errores, hubo pocos aciertos, pero le fuimos buscando un rumbo.
"El Día del Payador se estableció como ley en el año 1996. Hubo muchas personas que pusieron el pecho para una patriada tan grande y que continuamos nosotros los jóvenes".
¿Qué te produce este oficio?
Me llevó bastantes años asimilar que soy payador, uno nunca está conforme con uno mismo. Los primeros años me costaba asimilarlo, hoy ya lo recibo de otra manera, será porque el camino nos obligó, por los compañeros y quienes nos rodean cada fin de semana. Entonces uno va creyendo que verdaderamente lo es, aunque no es bueno creérsela, hay que tener un cable a tierra. Sin embargo, nadie sabe que es payador hasta que lo encuentra, han salido muchos jovencitos con firmeza para improvisar, en los encuentros que hacemos vemos que todo esto va dando sus frutos.
¿A qué o quién le cantás vos como payador?
Hoy el payador está abierto a cantarle a todo porque hay libertad. Tiene que estar abierto para cantarle a uno o al otro sin que signifique tener a uno u otro de favorito. A mí me gusta cantarle a la historia, soy un apasionado de nuestra historia.