Análisis
Obras en “paro activo”
El sinsentido de la propuesta de Katopodis es obvio. Quien debe dirigir la política de obras públicas está más preocupado por lo que afirman candidatos en campaña que por concretar y finalizar los trabajos.
La capacidad para tejer iniciativas absurdas que refuerzan aspectos insólitos de la realidad que vive el país se mantiene intacta en alguna porción importante de la dirigencia gobernante. El “paro activo” que convocó el ministro de Obras Públicas es una de ellas.
Acostumbrado a dispararse en los pies con frecuencia, el gobierno –en la piel del referido funcionario- paralizó las obras públicas en todo el país durante media hora para que los obreros que en ellas trabajan tomen conciencia del supuesto peligro que corren en materia laboral si triunfa alguna de las fuerzas opositoras en las elecciones presidenciales de octubre próximo.
Gabriel Katopodis, con la anuencia y presencia del mismísimo presidente de la Nación, afirmó que era necesario defender la obra pública “que en estos años se desarrolló de forma ininterrumpida”. Por eso, convocó al paro activo a “todos los funcionarios del ministerio, arquitectos, ingenieros, directores, que muchas veces están trabajando en las oficinas, en un puente, en una ruta”, agregando que “estamos en un punto muy serio de lo que se decide en la Argentina y vamos a cuidar y a defender un plan en la obra pública”.
El sinsentido de la propuesta es obvio. Quien debe dirigir la política de obras públicas en la Argentina está más preocupado por lo que afirman candidatos en campaña que por concretar y finalizar los trabajos que deben llevarse a cabo. La concepción que se visualiza a través de esta idea es la misma que muestra el candidato a presidente y ministro de Economía del actual gobierno: “El Estado es un apéndice de la fuerza política a la que adhieren, los recursos de todos los argentinos se manejan y despilfarran con el primer objetivo de mantenerse en el poder y el combate contra quienes se oponen a esta postura se lleva adelante instalando teorías conspirativas, acusando de “antipatrias” a los que tienen otra mirada y utilizando cualquier estratagema –por insólita que parezca- para sembrar miedo e incertidumbre.
Además, no es verdad que en estos años la obra pública se haya desarrollado en forma ininterrumpida. Al menos en nuestra región. La concreción de los tramos que restan de la autopista de la ruta 19 sigue en el terreno de las promesas. Lo mismo ocurre con la reconstrucción de la ruta nacional 158. La experiencia de quienes habitamos esta parte del país comprueba una realidad bastante alejada del discurso de un ministro que prefiere advertir a los trabajadores sobre el “riesgo” que significaría un triunfo de la oposición en lugar de preocuparse por lograr la reactivación de obras evidentemente interrumpidas.
Los dos ejemplos señalados son más que significativos para graficar una realidad que lejos está de ser auspiciosa en esta materia. Estas obras están en “paro”. Para nada activo, por cierto.