“Nunca vi la Terminal desierta, es inédito en mis 54 años de trabajo”
Con 82 años, Ángel "Tigre" Meloni es el maletero más antiguo de estación de ómnibus de nuestra ciudad. Testigo de medio siglo de historias, jamás imaginó verla sin pasajeros ni colectivos. Aunque es sombrío el panorama y lo entristece, espera volver pronto al lugar que lo mantiene vivo.
Con 82 años, Ángel "Tigre" Meloni debería estar en su hogar cuidándose del coronavirus. Sin embargo, se permite "romper" la cuarentena unos minutos al día para visitar la que considera su "segunda casa".
Se trata de la Estación Terminal de Ómnibus de nuestra ciudad, el lugar donde trabaja hace 54 años como maletero y lo convierte en el más antiguo del lugar.
Con su barbijo, Ángel "rompe" la cuarentena para reencontrase unos minutos con su "segunda casa", que hoy luce desolada
Va con barbijo tomando los recaudos necesarios. Pero las plataformas están desoladas, no hay micros ni gente ni perros y una cadena con candado atraviesa las puertas del edificio. "Me da mucha tristeza ver la terminal sin pasajeros, sin gente trabajando, sin nadie con quien charlar. Me dan ganas de llorar ver un panorama así. Nunca me imaginé ver una cosa así en mis 54 años de trabajo", dijo Ángel a LA VOZ DE SAN JUSTO.
"La Terminal es lo que me mantiene vivo", aseguró.
Ángel es un apasionado de su oficio y aunque trabaja solo por la tarde, sus años anteriores de día y de noche le permitieron construir su casa y la de sus tres hijos. "La gente siempre fue muy amable y bondadosa. Nunca dejan de darte algo por el servicio y yo puedo vivir con eso más la jubilación que recibo".
Durante más de medio siglo, Ángel cultivó amigos de todas las edades y se topó con famosos de la talla de Moria Casán. "Mucha gente pasa por la terminal. Algunos no se deben acordar de mí, pero otros se convirtieron en amigos. Hay médicos conocidos de la ciudad a los que yo les cargaba la valija para viajar a estudiar a Córdoba y también pasaron famosos a los que saludé"
Sobre un lugar que esconde tantas historias como horas que él pasó allí, Ángel hoy tiene una nueva que contar, una que ni en sus sueños percibió.
Solo y adelante
El hombre más conocido de la Terminal nació en el Paraje El Toba, cerca de Reconquista. Por el trabajo de su papá peruano dedicado al ferrocarril, la familia se movió por toda la geografía argentina hasta que llegó a nuestra cuando tenía 8 años.
Ángel comenzó su trabajo como maletero en 1966, a los 26, en la vieja terminal que estaba ubicada en la esquina de Alberdi e Iturraspe (actual estacionamiento de la Cooperadora Policial) cuando San Francisco era otra, sin colectivos modernos, pero con la llegada de otros medios de transportes como los sulkys de los matreros. "Eran otros tiempos, llegaban los gauchos y otro tipo de colectivos. Empecé trabajando de noche y como me empezó a gustar, me quedé para siempre", recordó.
Ángel se pone la chaquetilla de maletero, para la foto, porque no sabe cuándo volverá a usarla, pero espera que sea pronto.
Si bien trabajaba en una mueblería las ganancias en la terminal eran muy buenas, entonces el trabajo de carpintero quedó en el olvido. "Se ganaba muy bien. Había buenas propinas", siguió el maletero.
A los 32 años su matrimonio terminó y sus tres hijos quedaron a su resguardo; él se encargó de criarlos y darles lo mejor. "Los chicos decidieron quedarse conmigo y me encargué de que no les faltara nada".
"La terminal me dio muchas satisfacciones. Pude construir mi casa y la de mis tres chicos con las propinas que recibí en mi trabajo", afirmó.
El Tigre está tranquilo, sentado en uno de los bancos esperando el regreso de los colectivos para tener la oportunidad de reencontrarse con la gente y saludar a cada uno de los que bajan o parten.
Confesó que este es su último año, pero difícilmente deje de ir a su querida terminal.