Sociedad
Nicolás García, el “kinesiólogo” que devuelve movimiento a los animales
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Veterinario especializado en fisioterapia y rehabilitación animal, Nicolás García cumple un rol comparable al de un kinesiólogo en humanos: trabaja para aliviar el dolor, recuperar la movilidad y devolver autonomía a perros, gatos y animales exóticos, priorizando siempre su bienestar y calidad de vida.
Podría decirse que, en su trabajo cotidiano, Nicolás García repite una escena tan antigua como universal. No hay milagros ni palabras sagradas, pero sí tiempo, técnica y constancia. Como en aquel pasaje bíblico del “Lázaro, levántate y anda”, la rehabilitación animal propone volver a ponerse en pie cuando todo parecía perdido. No siempre se trata de recuperar lo que fue, sino de devolver movimiento, autonomía y dignidad, permitiendo que cada animal vuelva a levantarse y a seguir adelante dentro de sus posibilidades.
La vocación de Nicolás apareció temprano y nunca se desvió. “Desde chico siempre fue como primera opción estudiar veterinaria”, contó a LA VOZ DE SAN JUSTO. Con esa convicción, cursó la secundaria en el IPEA N° 222 – “Agrónomo Américo Almes Milani”, con orientación agropecuaria, y luego se trasladó a Esperanza para estudiar Medicina Veterinaria. Durante la carrera encontró el rumbo que marcaría su perfil profesional: en 2013, un programa de National Geographic sobre un centro de rehabilitación animal en Australia despertó su interés por esa especialidad. “Ahí fue la primera vez que conocí la rehabilitación animal”, recuerda, y admite que hasta ese momento solo la vinculaba con equinos, sin saber que también se aplicaba en pequeños animales.
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A partir de ese momento, comenzó a formarse de manera específica. Realizó la especialización en fisioterapia y rehabilitación animal en Buenos Aires y luego un máster en rehabilitación animal en la Universidad Tecnológica de Tenerife. Hoy se dedica exclusivamente a esta área.
En su práctica diaria, Nicolás trabaja con fisioterapia y rehabilitación animal, una especialidad orientada a restaurar, mantener y estimular la función del sistema músculo-esquelético y neurológico. A través de distintas técnicas, su objetivo es reducir el dolor, mejorar la movilidad articular, fortalecer la musculatura y favorecer la recuperación funcional, tanto en animales con lesiones traumáticas como en aquellos que padecen enfermedades crónicas o degenerativas.
Además, desarrolla tratamientos vinculados a la ozonoterapia, herramienta que utiliza principalmente para la cicatrización de heridas agudas y crónicas, la disminución de procesos inflamatorios y el acompañamiento en fracturas de difícil consolidación. En todos los casos, el abordaje se adapta a cada paciente y prioriza la prevención y la autonomía, entendiendo que la rehabilitación no siempre implica una recuperación total, sino la posibilidad de que el animal pueda desenvolverse con la mayor independencia y bienestar posible.
En ese sentido, García remarca que no todos los animales requieren ni toleran el mismo tipo de tratamiento, y que cada abordaje debe adaptarse a la especie, el tamaño, la patología y el carácter del paciente. “No es lo mismo trabajar con un perro que con un gato o un animal exótico”, explicó, y agrega que mientras algunos permiten sesiones más prolongadas, en otros casos es preferible reducir los tiempos para evitar el estrés. Por eso, sostiene que la rehabilitación debe ser flexible y personalizada, priorizando siempre que el animal esté tranquilo y cómodo, ya que el bienestar durante la terapia es tan importante como el tratamiento en sí. “El animal no tiene que adaptarse a la sesión, sino que la sesión tiene que ser adaptada al animal, cuando se entiende eso, hay mejores resultados”, remarcó.
Entre los animales exóticos, Nicolás trabajó con erizos, hámsteres, loros, víboras y un mono carayá, derivado desde un centro de rescate de fauna de Santa Fe.
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Al hablar de su especialidad, remarca que la rehabilitación no persigue objetivos irreales. “Cuando hay patologías graves no pretendan que el animal salte o corra como antes”, advirtió. “El objetivo es que tenga independencia propia: que pueda levantarse, ir a hacer sus necesidades, comer y tomar agua”, resumió, especialmente en cuadros crónicos o neurológicos severos.
Uno de los casos que más lo marcó fue el de un perro rescatado que llevaba más de un año sin caminar. “Era un perrito que se arrastraba, tenía escoriaciones y úlceras, y en dos meses logramos que empiece a caminar”, relató. También recuerda con impacto el tratamiento de un perro de 14 años que había quedado cuadripléjico. “Después de tres o cuatro meses volvió a caminar perfectamente y vivió varios años más, eso es algo muy emocionante para mí”, destacó.
Además del tratamiento, García subraya la importancia de la prevención. “Uno de los controles principales es el peso. Un animal obeso es predisponente a sufrir un montón de patologías músculo-esqueléticas”, advirtió.
A fines de 2023 decidió regresar a San Francisco y abrir MOVET, su centro de rehabilitación animal, el cual está ubica en Mitre 213. Hoy recibe pacientes de la ciudad y de distintas localidades de la región y otras provincias.
En cada tratamiento, asegura, se genera un vínculo especial. “Uno se encariña mucho, no solo con el animal sino también con los propietarios, por el agradecimiento cuando ven los resultados”, dice. Y concluyó: “La rehabilitación no siempre devuelve lo que se perdió, pero muchas veces devuelve calidad de vida, y eso lo cambia todo”.
