Museo Nacional de Malvinas, donde cada objeto cuenta una historia
Unos diez excombatientes provenientes del departamento san Justo participaron junto a una delegación de Pozo del Molle de una actividad en el museo que se encuentra en la localidad de Oliva.
OLIVA (Enviado Especial)-. El 2 de abril de 1982 se inició una de las guerras más injustas de la historia argentina. A 40 años de Malvinas, el pasado fin de semana del 11 y 12 de marzo, un grupo de veteranos visitaron el Museo Nacional de Malvinas el que se encuentra en la ciudad de Oliva, en la provincia de Córdoba.
En representación del departamento San Justo, unos diez excombatientes provenientes de San Francisco, Alicia, Villa Concepción del Tío y Las Varillas junto a una delegación de Pozo del Molle participaron de la actividad que fue encabezada por el presidente del Centro de Veteranos de Guerra de San Francisco, Alejandro Giletta, y Jorge Racca, presidente del Centro de Veteranos de Guerra del Departamento San Justo. A este numeroso grupo se sumaron dos excombatientes, de Alta Gracia y de Laguna Larga.
LA VOZ DE SAN JUSTO realizó la cobertura periodística durante los dos días que duró el encuentro, recorriendo el extenso predio, el que a pesar de contar con 14 hectáreas, solo tiene dos ocupadas con aviones, armamento y equipos utilizados en la contienda bélica del Atlántico Sur.
El museo, prolijamente parquizado, se encuentra en pleno centro de esa ciudad cabecera del departamento Tercero Arriba, sobre avenida Roque Sáenz Peña (antigua ruta 9). Allí se puede encontrar una réplica en escala real de la proa del ARA General Belgrano, el crucero de nuestra Armada Argentina que fue hundido por un buque inglés en la Guerra de Malvinas; además de distintos objetos que pertenecieron a los soldados, instrumental de vuelo de diferentes aviones, entre ellos, parte del tablero de un Hércules C 130. También, uniformes y demás elementos que fueron donados por familiares de excombatientes.
El sitio tiene una luz tenue, seguramente debido a las normas de conservación que los elementos precisan, lo que sensibiliza aún más a quien visita el museo.
En la parte externa se puede apreciar un monumento que recuerda a los caídos en Malvinas y en otros sectores, un vehículo anfibio a ruedas y cuatro aviones de combate -los que no son réplica sino que fueron rescatados de la chatarra y reciclados totalmente. Entre estos últimos pudimos apreciar un caza bombardero "Canberra", un A-4C Skyhawk, también los portadores de los misiles Exocet que le provocaron varias bajas a la flota británica.
Alberga además un IA 58 Pucará, avión caracterizado por su versatilidad en vuelo -podían volar a ras del agua para no ser detectados por los radares enemigos-, otro caza, un Dagger, el que llevó prácticamente diez años de restauración.
Todos los aviones cuentan son su equipamiento, incluido el asiento eyectable del piloto. Asimismo, el museo exhibe el casco donado por la viuda de un piloto de guerra el que perdió la vida al estrellarse en las islas cuando intentaba un aterrizaje en medio de condiciones climáticas adversas.
Todos los elementos expuestos fueron restaurados por el equipo de colaboradores del museo.
El museo y su fundador
Cada 2 de abril, Oliva con su Museo Nacional de Malvinas es escenario de los actos centrales. La ciudad se encuentra a unos 209 kilómetros al sur de San Francisco y a 98 de la capital provincial. El museo se halla en el predio del exFerrocarril Mitre.
El Museo y la historia de vida de Gabriel Fioni, fundador del Museo Nacional de Malvinas, es inseparable.
Gabriel nació en Oliva. Desde niño se interesó por las gestas heroicas. Seguramente las historias de guerra eran las que más atraían la curiosidad de ese pequeño que, en 1982, con 13 años de edad, pasó a convivir con la Guerra de Malvinas, al igual que todos los argentinos.
Leyendo un semanario de la época, Gabriel conoció la historia de un hombre que estuvo en combate: el capitán Gustavo Argentino García Cuerva, primer caído de la Fuerza Aérea al intentar aterrizar en Puerto Argentino. Desde su lugar de niño, Gabriel pensó en honrar el sacrificio supremo de la familia de ese capitán, al perder a un ser querido por la Patria. Así, decidió guardar una parte de sus ahorros para entregárselos a los deudos en cuanto le fuera posible.
A poco de terminada la guerra, se publicó un libro que no dejaría de llamar la atención de Gabriel: "Dios y los Halcones", escrito por el capitán Pablo Marcos Carballo, destacado aviador argentino que tuvo muchas misiones de combate en Malvinas. Fascinado, el pequeño lector decidió escribirle a ese autor de grandes hazañas y, para su sorpresa, no solo tuvo respuesta escrita de Carballo, sino que el capitán incluso pasó a saludarlo por su casa de Oliva, ¡con su cuadrilla de aviones Skyhaw!
Tres o cuatro veces al año, muy temprano por la mañana, Gabriel lo esperaba ansioso sobre el tanque de agua con una bandera entre sus manos, para responder al paso de este héroe de Malvinas a quien conoció personalmente recién en 1984.
Ese año, cuando Gabriel viajó a San Luis para concretar el encuentro, llevó consigo los ahorros que desde el ´82 había guardado para entregárselos a la familia del capitán García Cuerva, que en su condición de primer caído argentino de la Fuerza Aérea seguía presente entre las prioridades del preadolescente. Su amigo aviador, seguramente, sería el encargado de entregárselos a la viuda en su nombre. Pero Carballo lo sorprendió y, como todo héroe, le señaló el mejor de los caminos, sugiriéndole que destinara ese dinero a solventar los gastos que le demandaría escribir cartas a las familias de todos los caídos, para expresarles su gratitud y acompañarlos de esta manera en sus pérdidas.
De este modo, el 1 de mayo de 1984, Gabriel Fioni le escribió a la viuda del capitán García Cuerva contándole toda esta historia. En respuesta, obtuvo el primero objeto con el que contó el Museo, que son las caponas de gala de aquel aviador caído en Malvinas.
Durante diez años, ininterrumpidamente, siguió escribiendo a familias de caídos sin conocer personalmente a ninguno de los destinatarios de esas cartas. Algunos no respondieron. Pero mucho sí, y Gabriel pudo saber que sus palabras fueron consuelo y apoyo al recordar el arrojo y el valor de sus hijos o esposos muertos en Malvinas. Eso le transmitieron los familiares cuando tuvo la oportunidad de conocer a muchos de ellos, en un almuerzo organizado en 1993.
En aquel encuentro Gabriel, les contó a todos los reunidos su intención de que esas historias de vida, que conoció generosamente a través de las cartas, fueran preservadas en un lugar físico. Muertas de confianza y respeto ese joven ya había dado a esos familiares. Fue entonces cuando comenzó a recibir documentación, efectos personales, fotografías y diferentes objetos que dieron origen al Museo. Inicialmente funcionó de forma itinerante, hasta la actualidad, en que se encuentra en terrenos cedidos por Ferrocarriles Argentinos en Oliva.
"Me pareció oportuno trabajar para construir un lugar, un solar que fuera un memorial en donde esas historias descansaran, historias que puntualmente no tenían que ver con los hechos bélicos, sino con los hechos protagonizados por quienes fueron a Malvinas", contó Fioni a este diario.
"Cuando empezamos, nadie
hablaba de Malvinas"
"Hoy el tema del malvinero está de moda y la redes sociales colaboran mucho para ello, se puede escribir, hablar y a nadie le van a cercenar la palabra -resaltó el fundador del museo-. Pero cuando nosotros comenzamos con este sueño, a fines de los '80, el Estado nacional no quería hablar de Malvinas, las Fuerzas Armadas tampoco, los veteranos tampoco estaban preparados para hablar de la guerra. Imagínese en una ciudad del interior como esta, de unos 12.000 habitantes, hablar de un museo donde preservar la historia de Malvinas fue toda una complicación".
"Siendo muy porfiados y obstinados, con un objetivo claro que era el de rendir un homenaje a los veteranos, comenzamos con esta historia. Fue un camino muy duro, con muchas complicaciones, pero nunca bajamos los brazos porque creímos que el esfuerzo era necesario -siguió Fioni-. Había que hacerlo, somos un grupo de familias que el único objetivo que tiene es rendir homenaje y reconocimiento a los veteranos".
El museo continúa fuera de la
sala, a cielo abierto.
El Munam, en obra
Fioni dijo que "hay un proyecto mucho más grande, que se llama Munam, el que estamos desarrollando con la Secretaria de Obras Públicas de la Nación y que ya empezó a gestarse: en el predio se están colocando 500 bolardos y 111 columnas de alumbrado de doble perfil y después viene el área de bancos y descansos y a partir de allí comenzaremos con la construcción de un edificio de unos 6.000 metros cuadrados donde parte del material que hoy está a la intemperie va a pasar a estar bajo techo".
Consultado sobre cómo se financia el funcionamiento y mantenimiento del Muso de alvinas en Oliva, Fioni contó que "por ahora, con aportes municipales y con lo que nosotros mismos aportamos junto a empresas y particulares. Lo nuestro es una fundación lo que no permite relacionarnos con empresas, particulares y también con distintos estamentos de los gobiernos municipal, provincial y nacional".
Un legado
"A 40 años de la guerra, a través de nuestro museo tenemos un espacio, un lugar en donde el veterano sabe que aquí descansa su historia y el agradecimiento real de lo que hicieron en Malvinas. Si hoy hablamos de las islas, si hoy sabemos que Malvinas existen y decimos que las queremos recuperar, es por todo el sacrificio que, fundamentalmente de los que no volvieron, y de los que retornaron hicieron durante estos 40 años a ruego, pidiendo que se los reconozca, no monetariamente sino humanamente. Se los debe el Estado y la sociedad argentina. No se trata de organizar un desfile, sino un verdadero agradecimiento", expresó Fioni.