Historias
Muros que conservan historias de un litigio
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En medio del campo, a fines del siglo XIX, el Tiro Federal despertaba las alarmas de los vecinos que reclamaban por su seguridad durante las prácticas de tiro al blanco.
Por Arturo A. Bienedell | LVSJ
En su historia de 1936, José Lencinas memoró la intendencia de Pedro Fossati, durante la cual, en 1896 se inauguró el Tiro Federal en terrenos donados por José B. Iturraspe y Carlos Boero Romano. Esto fue en el mismo espacio que tiene ahora la entidad, sobre las avenidas Rosario de Santa Fe y Primeros Colonizadores, solo que entonces eran pleno campo. Basándose en Lencinas, Knud Fischer Johansen, retomó el tema en el periódico “Tribuna” que se editaba en San Francisco en 1971.
Escribir que el polígono era precario, es, al parecer de los testimonios, mucho; porque decididamente no había nada más que una montaña de tierra cerca de la cual se instalaban los blancos, por lo cual, atendiendo reclamos vecinales, intervino la Municipalidad que exigió la suspensión de las prácticas que tanto gustaban a los socios de la novel entidad.
El intendente Fossati argumentó que las instalaciones habían sido inauguradas dentro del radio municipal sin la correspondiente autorización y le aplicó, además, una multa de 50 pesos. También afirmó que la Comisión de Obras Públicas del Concejo Deliberante debía aprobar los planos, el reglamento y las obras de defensa. Los tiradores le negaron atribuciones al intendente para tomar esa decisión pero, al fin accedieron y se autorizó el funcionamiento.
La alegría duró unos días, hasta que los colonos cercanos reclamaron porque consideraban un peligro para sus vidas la práctica del tiro sin las correspondientes medidas de seguridad.
Se pidieron los planos del polígono que habían sido aprobados por el gobierno provincial y, como la entidad no los presentó, se volvió a clausurar el sitio, medida que no fue acatada por los aficionados. Fossati pidió la intervención policial sin éxito. La respuesta de la Jefatura fue que no podían hacerlo porque los planos tenían aprobación provincial, lo que autorizaba su utilización.
La institución construyó poco después un edificio que es patrimonialmente importante para San Francisco, pero no invirtió demasiado en medidas de seguridad, más allá de las montañas de tierra, otros tipos de “parabalas” y los cuidados propios de los tiradores.
Precarias y todo, las instalaciones siguieron sirviendo a los fines deportivos hasta los años ´40, cuando ya eran parte del Club Tiro y Gimnasia que, poco antes se había instalado en su costado Este, tras dejar el predio de la plaza Vélez Sarsfield.
En esa época era presidente de la entidad blanquinegra el Dr. Joaquín Gregorio Martínez, quien, con su comisión directiva, hubo de llevar adelante largas y arduas gestiones ante el Ministerio de Guerra para lograr un subsidio que les permitiera hacer el muro que las autoridades nacionales reclamaron, coincidentes con las preocupaciones de medio siglo antes.
En julio de 1944 el constructor Fernando Reginelli presentó un detallado presupuesto de cuatro páginas para realizar las obras que, con normas estrictas, exigía la Dirección General de Tiro y Gimnasia “para habilitar el polígono y el edificio” de acuerdo con planos del arquitecto ingeniero Luis Ernesto Schuster, que incluían distintas instalaciones sanitarias, eléctricas, demás detalles del inmueble y, entre ellas, excavación de los cimientos de los dos muros izquierdo y derecho, construcción de espaldones de tierra, paredes de contención y mampostería. El contrato recién se firmó el 10 de abril de 1947 con participación de Martínez, Reginelli y el secretario del club Ricardo Mariani.
Muchas décadas luego de los primeros reclamos, el Tiro estuvo en norma como a fines del siglo XIX requería don Fossati.