Mucho más que el creador de la Bandera
"Si Belgrano estuviese frente a quienes proponen una "Conadep para el periodismo", les diría que "la libertad de la prensa es la principal base de la ilustración pública. Es tan justa dicha facultad, como lo es la de pensar y hablar, y es tan injusto oprimirla como lo sería tener atados los entendimientos, las lenguas, las manos o los pies a todos los ciudadanos".
Había finalizado la batalla de Salta. Era el 20 de febrero de 1813. El triunfo de las tropas patriotas terminó de consolidar el movimiento independentista. Manuel Belgrano estaba al frente de ellas. Finalizado el combate, hizo una oración de acción de gracias. Aun sufriendo serios pesares físicos, montó su caballo y se acercó a la residencia de la familia Costas, donde estaba alojado el general Pío Tristán, jefe de los regimientos españoles a los que había derrotado. Aplaudió llamando a los dueños de casa y fue recibido sin rencores. Se sentó a la misma mesa que el general derrotado y compartió un plato de sopa.
La historia, relatada por el instituto Belgraniano permite tomar dimensión de la figura del creador de la Bandera. Un personaje que estuvo más allá de cualquier diferencia. Que fue capaz de generar diálogo y comprensión aun con el enemigo. Que dio muestras cabales de amor a la Patria y de un profundo humanismo. Y que dejó enseñanzas fundamentales para las posteriores generaciones, pese a que muchas de ellas parecen haber caído en saco roto.
El historiador Felipe Pigna sostiene que el prócer "es el primero que pensó el país siendo un funcionario colonial. Pensaba a contramano del virreinato. Escribió dieciséis memorias que son el plan de un país donde incluyó temas como ecología, independencia, educación popular, educación pública y obligatoria para todos, igualdad entre el hombre y la mujer. Para él la educación femenina tenía que alcanzar niveles superiores y creía que las mujeres estaban en perfectas condiciones de ser maestras. Es el primero que habla de ecología, de las consecuencias ambientales. Fue un hombre que se adelantó a cosas que luego sucedieron pero que él no vio en hechos concretos. Es el que intima al virrey a renunciar. Fue protagonista de la Revolución de Mayo y de la creación de la bandera, claro. Su participación en el Congreso de Tucumán como invitado especial fue muy importante".
Su vida también estuvo plagada de controversias con los poderosos de turno. Debatió y disintió con ellos. Incluso los desobedeció. Pero siempre colocando el interés supremo de la Patria por encima de los propios. Fue él quien sostuvo: "Malditas las guerras, malditos los odios y los rencores que desunen, que dividen a nuestros hermanos, que destruyen la moral, que nos desgastan, que nos tiran para atrás". Es ese Belgrano que nos enseña a que la discusión es siempre bienvenida, pero sin cejar en la búsqueda de las cuestiones que nos unen y que están más allá de cualquier coyuntura política, social o ideológica.
Leer al prócer es sencillo. Los documentos históricos nos permiten descubrirlo. Interpretarlo o seguirlo en sus enseñanzas ha sido siempre más difícil. Ejemplo: si Belgrano estuviese frente a quienes proponen una "Conadep para el periodismo", les diría que "la libertad de la prensa es la principal base de la ilustración pública. Es tan justa dicha facultad, como lo es la de pensar y hablar, y es tan injusto oprimirla como lo sería tener atados los entendimientos, las lenguas, las manos o los pies a todos los ciudadanos. Es necesaria para la instrucción pública, para el mejor gobierno de la Nación, y para su libertad, es decir, para evitar la tiranía de cualquier gobierno que se establezca".
Ejerciendo esta tan necesaria libertad para la vigencia de las instituciones republicanas y para la defensa de los verdaderos valores patrióticos, se rinde homenaje a quien legó el símbolo más sublime de la argentinidad y a quien cuyas enseñanzas han dejado las huellas más profundas que guían el camino hacia la verdadera construcción del país.