Sociedad
Morteros: entre brasas y sueños, la mujer que encontró su vocación mirando cocinar
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María Pineda descubrió su amor por la gastronomía de niña, observando en silencio las cocinas del restaurante donde trabajaba como niñera. Hoy, con 15 premios, demuestra que la pasión genuina trasciende cualquier título académico. De las 200 raciones solidarias en pandemia a su reciente triunfo como campeona regional, su historia inspira y emociona.
La historia de María Pineda no es la de una cocinera más. Es el relato de una mujer que transformó la adversidad en vocación, la carencia en abundancia. Con apenas séptimo grado completo pero una inteligencia práctica que destella en cada palabra, María recuerda el momento exacto en que su destino se definió.
"Ese amor por la cocina nació cuando tenía diez, once años, que fui a trabajar como niñera, porque yo vengo de una familia muy, pero muy humilde, de nueve hermanos", cuenta mientras rememora sus primeros pasos en el mundo gastronómico. Era en el Club 9 de Julio de Morteros, donde funcionaba el restaurante más importante de la ciudad, que una niña observaba fascinada los banquetes para 800 a 1.000 personas.
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"Nunca había visto esa impresionante cocina. Y en el horario que los chicos dormían la siesta, me bajaba y venía a la cocina donde trabajaban las mujeres. Y ahí mirando, mirando, aprendí", relata con la emoción intacta de quien descubrió su vocación en el lugar menos esperado.
Del aprendiz al maestro
Hoy, décadas después, María acumula alrededor de 15 premios en concursos gastronómicos. Su palmarés incluye triunfos en asado, comida al disco, locro y preparaciones a la estaca. Pero el número que más la enorgullece no está en sus trofeos, sino en las 200 raciones diarias que preparó durante toda la pandemia para quienes no tenían trabajo.
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"Empecé con 30 raciones y terminaron siendo 200 durante toda la pandemia. Además, 70 niños venían por la tarde a tomar la merienda y si no, en días que se complicaron por la pandemia, en mi moto repartía la leche a todos los niños en su casa", cuenta sobre su trabajo solidario que demostró que para ella, cocinar trasciende cualquier premio.
Su trabajo cotidiano la encuentra en la sala cuna como cocinera, pero es en los eventos donde su talento cobra vuelo. Ha participado en los fogones tradicionales de Gourmet representando a Córdoba, ha cocinado en vivo en Canal 10 y Canal 12, y forma parte de Utuco, un grupo de cocineros y productores de la provincia.
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El Certamen Regional de Asadoras de San Francisco no fue solo otra competencia para María. Fue la confirmación de que el camino elegido, con sus sacrificios y alegrías, valía la pena. Acompañada por Leticia, su compañera y fogonera de confianza, María desplegó todo su arte culinario.
El fuego como metáfora de vida
Para María, cocinar no es trabajo ni pasión: es amor puro. "Para mí cocinar es mi vida. No sé cómo explicarlo. No voy por pasión ni por nada, es mi vida", define con una simplicidad que encierra toda la complejidad de una vocación auténtica.
Esta filosofía la acompañó en cada etapa de su vida. Trabajó limpiando casas, enseñó a sus hijas el valor del trabajo, crió cuatro hijos que hoy la enorgullecen: Daiana, destacada en farmacia hospitalaria; Micaela, trabajando en una ferretería; Nazareno, cursando sus estudios universitarios a distancia; y Román, próximo a recibirse de contador.
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"Tengo apenas séptimo de grado, pero muy inteligente en aprender. Así que con solo mirar, yo siempre aprendo", resume una actitud ante la vida que convirtió las limitaciones en fortalezas.
El mensaje para las nuevas generaciones
Desde su experiencia, María tiene un mensaje claro para las mujeres que dudan de sus capacidades: "Somos muy importantes y no solo somos la cocinera en la casa y la atención de los niños y cosas. Las mujeres podemos mucho más y nos animamos a estar a la par del hombre".
Su consejo es directo y nacido de la experiencia: "No es difícil, siempre tienen que estar en positivo, proponerse, como te digo, si no salió bien, hay que buscar uno". La humildad de quien sabe que en cada competencia cualquier participante puede sorprender, sin importar su experiencia previa.
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El futuro de María incluye el regreso a San Francisco el próximo año, nuevas participaciones en eventos gastronómicos y el sueño de abrir un restaurante familiar cuando su esposo Hugo se jubile. Mientras tanto, continúa con "La cocina de Mari", su emprendimiento personal, y acepta invitaciones como la reciente para cocinar en Capilla del Monte.
Su historia es la de miles de mujeres argentinas que transformaron la necesidad en oportunidad, pero también es única en su capacidad de convertir cada plato en un acto de amor. En cada brasero que enciende, María Pineda no solo cocina: alimenta sueños, construye comunidad y demuestra que el verdadero fuego no está en las llamas, sino en el corazón de quien cocina.