Mónica Parolini y Vicky Juncos, dos historias que se cruzan en la escuela

Antes de Ni Una Menos, un colegio golpeado por dos crímenes. Las dos eran dos jóvenes, alumnas ejemplares de la Escuela Hipólito Bouchard. Gracias a quienes las conocieron, sus vidas -y sus muertes- jamás serán olvidadas.
Por Ivana Acosta
Mónica Parolini y Victoria Juncos no se conocieron, tampoco fueron contemporáneas. Vivían en un radio cercano y hasta fueron al mismo colegio. Sus historias parecían ser diferentes, sin embargo tuvieron un final similar.
Las dos desaparecieron de sus casas, tenían la misma edad y sus hogares incluso eran cercanos. A ambas las ultimaron salvajemente y las hallaron muertas en un descampado. La primera hace 24 años, la segunda hace 15.
Pero estas jóvenes fueron más que dos mujeres asesinadas cuando el concepto femicidio no estaba legitimado, aunque no era invisible. Hoy la pregunta no es qué pasó puesto que la Justicia hizo lo suyo. Tantos años después, sus recuerdos me llevan a preguntarme ¿quién fue Mónica? ¿Quién fue Vicky?
Silvana Mandrille fue maestra de Victoria Juncos en la Escuela Bouchard en tercer y sexto grado. La recuerda como una niña con excelentes calificaciones aunque reservada.
El mismo colegio
Mónica y Victoria fueron al mismo colegio primario, la escuela Hipólito Bouchard. Una maestra llegó a conocerlas a las dos; se trata de Silvana Mandrille, quien tuvo experiencias distintas, pues a Parolini no la tuvo como alumna aunque sí a su hermano y la conoció por el propio tránsito de la institución. A Juncos le dio clases en dos oportunidades.
"Cuando sucedió la desaparición de Mónica Parolini hacía poco tiempo que era maestra en la escuela y si bien no le di clase a ella, le di a su hermano Pedro. Ese caso lo seguí más desde la Penitenciaría porque también fui docente en la cárcel. Por lo tanto estaba en contacto, en las aulas, con los responsables del hecho", explicó Mandrille a LA VOZ DE SAN JUSTO.
Respecto de Victoria Juncos, la docente tiene presente varios detalles: "Guardo el recuerdo de una niña muy bonita, con gran capacidad para el estudio. Me produce gran tristeza que la hayan dejado sin futuro. Tal vez hoy sería una joven con una carrera universitaria y también con una familia propia".
La "señorita" recuerda que Victoria era una alumna "muy capaz, aprendía rápidamente. Sus trabajos estaban siempre prolijos y completos". Lo cual fue de vital importancia para portar la bandera de ceremonias.
Mónica, en su primera Comunión.
1994: el recuerdo de Mónica
Mónica del Valle Parolini tenía 14 años cuando salió de su casa a las 14.30 y no volvió más. Era un 5 de agosto. Nunca más se supo de ella, ni la vieron. Su rostro solo se puede ver en una placa en el cementerio o en una de las contadas fotos que se hicieron públicas durante su búsqueda y con sus familiares.
Los funcionarios judiciales de la época, incluso afirmaban que se había escapado y los rumores indicaban posibles escondites en la ciudad y afuera también. Sin embargo, el 27 de ese mismo mes hallaron su cuerpo en un descampado. Fue ultrajada y ultimada luego de que un grupo de hombres de barrio Jardín, donde vivía, se aprovecharan de ella y cometieran actos imperdonables.
En Ameghino 1530 se la vio por última vez a Parolini, cuando salió de su casa para llevar un cassette de una amiga. No regresó, fue asesinada.
Antes de eso, Mónica iba al colegio, jugaba, reía, visitaba a sus primos. Hoy su madre, con quien vivía, no reside en otro lugar y sobre Ameghino 1530, donde se crió la adolescente, se conoce su nombre y lo que pasó, pero nada más.
Algunos de los condenados por su atroz crimen sí están en San Francisco. Uno falleció en una gresca en la cárcel. "Están todos libres", dice Andrés Ferreyra, tío de Mónica, que abrió la puerta de su casa para recibir a este diario.
En la pared hay una foto de una Mónica Parolini sonriente, alegre, con las manos juntas, de punta en blanco. Pues es el recuerdo de su primera Comunión. Andrés la atesora e incluso se puede ver una rosa debajo de ella. Aunque su voz es apenas audible por un problema en las cuerdas vocales, sostiene que "era compañera de su mamá y tenía varias amigas".
"Mi hermana la tuvo de soltera y después se juntó con el muchacho Parolini que le dio el apellido. Se crió conmigo también porque ella siempre venía acá", rememora con un vacío en su vista de quien pierde a alguien y queda marcado para siempre.
También recordó que en ese momento Mónica ya iba al colegio secundario, aunque hizo su escuela primaria en la Hipólito Bouchard, donde también concurría su hermano Pedro.
En el cementerio puede observar la placa que recuerda a Mónica Parolini quien falleció a los 14 años, tras ser violada por un grupo de hombres.
"Pasaron muchos años - sentencia Ferreyra - nunca más vimos a quienes cometieron el crimen". El tío de Mónica sigue viviendo en el barrio Bouchard, también conocido como "las 200". Su casa está a la vuelta de donde Victoria Juncos vivía y explicó que ese caso "removió todo" en lo que describió como una época "donde no mataban tantas mujeres".
Victoria Juncos, alumna ejemplar
2003: el recuerdo de Victoria
Victoria Juncos tenía 13 años cuando desapareció de su casa de calle Catamarca 2180, el 18 de enero de 2003. Aunque en realidad nunca se fue de su hogar como denunciaba su madre. Ella siempre estuvo allí donde fue asesinada. Esta historia no se supo hasta que fue encontrada enterrada con cal sobre su cuerpo el 17 de marzo de ese mismo año.
Al igual que Mónica Parolini, Vicky era una inocente niña a la cual logré conocer por los relatos de su maestra y los vecinos.
En Catamarca 2180, la casa
donde ocurrieron los hechos que desencadenaron el crimen de Vicky. La policía
en un primer momento realizó varios allanamientos porque estuvo enterrada en el
patio y se denunciaron malos olores.
"Era una nena buena, fue abanderada y hermosa, educada. Todas las mañanas a las 6 iba a la iglesia evangelista a orar. Pero no tenía amigos, no la dejaban juntar con nadie. Una vez fue reina de la primavera en la escuela y la madre no la dejó ir porque decía que no era de ese mundo", cuenta Norma, quien vive frente del domicilio donde ocurrió el crimen.
María Angélica, otra vecina, también la conoció. La mañana en que sucedió todo la vio pasar. No le pareció raro porque aclaró que siempre vendía pastafrolas y pan casero para colaborar en su casa.
El recuerdo era tal que muchos vecinos durante un largo tiempo "eligieron no pasar más por la vereda" porque aunque ella no tenía grandes amigos "solía conversar" con algunos mayores. Pero según cuenta María Angélica, "su madre la llevaba a los sopapos".
Norma y María Angélica viven en frente al igual que hace 15 años cuando ocurrió el crimen de Victoria Juncos. Atestiguaron en los dos juicios.
Héctor reside al lado de la casa donde vivía Vicky. "No hablaba muchos, era una chica cerrada. Iba solo de la escuela a la casa. Siempre se sentían peleas y discusiones, escuchábamos porque su habitación estaba pegada con la mía pero nunca pensamos que pasaría algo así".
Héctor Silva vive a la par del domicilio donde fue el homicidio de Victoria Juncos, su habitación colindaba con la de la víctima. Afirma que las discusiones y golpes eran frecuentes.
En su entorno escolar,
Victoria vivía una situación similar: "Era una niña muy reservada. A veces
permanecía aislada del grupo de compañeros; por ejemplo, durante los recreos.
Recuerdo que le costó integrarse al grupo de pares, pero luego lo hizo
gradualmente. Era muy seria y ponía distancia con todos, hasta con las
docentes. Algo apática y no afecta a las demostraciones de cariño. No obstante,
era respetuosa y muy responsable. Concurría a la escuela siempre con su
delantal limpio y blanquísimo, vestía uno con tablitas, y su cabello trenzado
con mucho esmero", detalla Mandrille.
"En tercer grado Victoria
llevó un cuchillo Tramontina a la escuela, que extrajo de la mochila aunque
explicó que era para cortar una fruta (...) Una vez dijo que ella no quería tener
nunca un hermano. Tanto lo del cuchillo como lo del hermano, lo interpreté como
actitudes de defensa".
Sólo hubo dos señales de alarma que la maestra registró y presenció en tercer grado cuando Victoria llevó "un cuchillo Tramontina" que "extrajo de la mochila, aunque explicó que era para cortar una fruta".
En sexto grado sucedió otro hecho particular: "Para un día del estudiante salimos al patio de la escuela que colinda con mi vivienda y la chica que cuidaba a mi hijo lo acercó para que las nenas lo conocieran. Todas lo levantaban en brazos y lo hacían jugar, sin embargo, Victoria se mantuvo alejada, y luego dijo que ella no quería tener nunca un hermano. Tanto lo del cuchillo como lo del hermano, lo interpreté como actitudes de defensa. Ella era una nena, hija única en ese tiempo, que parecía mantener una relación especial con su mamá".
Las condenas
Marcela Juncos fue condenada en 2006 a reclusión perpetua en los tribunales de Bell Ville acusada. Cabe recordar, que la Cámara de San Francisco había absuelto a la imputada en un fallo anterior, lo cual generó una violenta pueblada de repudio en nuestra ciudad. La Sala Penal del Tribunal Superior de Justicia anuló la sentencia de la Cámara en lo Criminal y Correccional de San Francisco, en la que se absolvió a Marcela Juncos el 25 de octubre de 2004. Y el caso pasó a la Justicia de Bell Ville. En la muerte estuvo involucrado el concubino de la madre de Victoria, José Ramón Cortez.
En el caso Parolini, fueron cuatro los condenados a 25 años de prisión: José Alberto Pacheco, Alejandro D' Angelo, Diego Ruiz y Julio Ruiz. Uno de ellos murió en la cárcel y el resto ya recuperó la libertad.