Análisis
Milei y la tercera ley de Newton
“A cada acción se le opone una reacción igual”. Tras el discurso del presidente en el Foro Económico Mundial de Davos, Isaac Newton vería, quizás con asombro, ese postulado aplica también al ámbito político, demostrando su vigencia en la lucha ideológica.
Por Fernando Quaglia | LVSJ
Influenciado por el tono disruptivo del discurso inaugural de Donald Trump al comenzar su segundo mandato, Javier Milei volvió a dar rienda suelta a su estilo en Davos. En esta ocasión, lanzó fuertes críticas a lo que denomina la ideología woke, corriente que el diccionario de Oxford define como “estar consciente de temas sociales y políticos, en especial el racismo”. Sin embargo, también se utiliza para definir a sectores progresistas y de izquierda que pretenden imponer su agenda a toda la sociedad.
Algunos de los argumentos de Milei pueden considerarse razonables, especialmente frente a las exageraciones de una ideología que, en determinados discutidos aspectos, intentó imponerse por la fuerza, apelando a una supuesta superioridad moral frente a mentes consideradas como tabula rasa. Sin embargo, otras de sus afirmaciones resultan excesivas y discutibles, reflejando su estilo controversial y su firme creencia de que debe posicionarse como un líder mundial en contra del "wokismo".
Las palabras de Milei en Davos podrían verse como una extensión de una visión legitimada por el mandato de Trump, marcando la llegada de nuevos líderes dispuestos a asumir la batalla cultural. En su discurso, Milei afirmó que “soplan vientos de cambio en Occidente”, cuestionando el agotamiento de políticas que establecían “maneras únicas de hacer las cosas” y prevalecieron durante décadas. Señaló que estamos en un momento histórico en el que estas ideas ya no tienen sentido y que las reglas están siendo reescritas.
El enfoque “revolucionario” de Trump parece ser adoptado por Milei como un dogma. Este intento de reescribir las reglas ideológicas y geopolíticas se da en un contexto donde, entre otros factores, las emociones parecen haber sustituido a la razón, las redes sociales dominan el debate público y las burbujas de filtro amplifican los extremismos. Según el politólogo Daniel Zovatto, esta situación favorece el ascenso de liderazgos PAPA (personalistas, antisistemas, populistas y autoritarios).
Un estilo puesto de manifiesto en el tuit en el que el presidente de la Nación defendió a su amigo Elon Musk ante las acusaciones por su efusivo y controvertido saludo durante una de sus presentaciones públicas. “El mundo cambió. Elon no está solo. Los que luchamos por la libertad ya no estamos solos. Somos millones. No sólo no les tenemos miedo. Sino que los vamos a ir a buscar hasta el último rincón del planeta en defensa de la libertad. Zurdos hijos de putas tiemblen. La libertad avanza. Viva la libertad carajo”.
La amenaza de que “tiemblen” aquellos a quienes Milei categoriza como “zurdos” (un término que incluye no solo a quienes rechazan su pensamiento, sino a muchos que comparten ciertos postulados, pero cuestionan sus métodos) refleja un tipo de liderazgo que en otros países ha causado temor entre la población. Hay un problema inherente a este enfoque: para que la libertad avance, es necesario cultivar la tolerancia hacia quienes piensan de manera diferente.
En 1687, Isaac Newton publicó su obra Principios matemáticos de la filosofía natural, en la que sentó las bases de la física moderna. Su tercera ley establece que “a cada acción se le opone una reacción igual”. Trasladada a la política, los excesos de la imposición de la ideología woke y la pretensión de imponerla como una verdad incuestionable han generado una reacción igualmente hiperbólica, aunque contraria.
Sin embargo, surge una contradicción: la defensa de la libertad del hombre no debería incluir los mismos comportamientos que se adjudican a sus rivales a la hora de plantear la batalla cultural.