Micros de doble piso: otra vez el debate
En épocas estivales aumentan los accidentes y el tema de la seguridad en estos colectivos vuelve a estar en el tapete.
Un par de accidentes graves volvió a colocar en discusión el tema de la seguridad de los ómnibus de doble piso, los más utilizados por el transporte de pasajeros de media y larga distancia en el país. En verano, cuando más viaja la gente, los accidentes que se producen, generalmente vuelcos o salidas bruscas del camino, han provocado luctuosos saldos que reavivan la polémica.
Las bibliotecas se bifurcan cuando se debate el asunto. Algunos especialistas sostienen que la seguridad está garantizada siempre y cuando no se excedan las velocidades máximas establecidas. Esto es regla general para cualquier tipo de vehículos pero para estos micros se transforma en una obligación innegociable. Además, aseguran que la altura no tiene ninguna relación con los vuelcos. Y que éstos son casi siempre derivados de alguna mala maniobra de los conductores.
Desde la vereda de enfrente se afirma que la inestabilidad es propia de la distribución irregular del peso que su enorme carrocería traslada y que se potencia cuando el factor humano no cumple con las disposiciones establecidas, entre otros argumentos. Se argumenta queel peso está detrás del doble eje trasero, lo que se traduce en un tren delantero con escaso agarre. La posibilidad de la pérdida de control sería, entonces, mayor. Los críticos grafican esta circunstancia recordando que los choferes que protagonizaron siniestros suelen decir que el vehículo se les fue de las manos.
Más de medio centenar de personas pueden subirse a un micro de estas características y disfrutar de un viaje placentero, en virtud de las comodidades que ofrecen sus espacios amplios. No hay dudas de que estos vehículos tienen sus ventajas relacionadas con el confort de quien viaja en ellos. Al no existir un sistema ferroviario que lo complemente, el colectivo es la única opción, especialmente para los viajes de larga distancia de personas que no pueden acceder, sea por la razón que fuere, al avión.
Pero también es cierto que son muchos los que recelan de estas bondades porque señalan que existirían falencias a la hora de la seguridad. Para peor, muchos pasajeros nunca se colocan el cinturón de seguridad que debe estar en cada asiento, algunos choferes violan las velocidades máximas quizás exigidos por la necesidad de cumplir horarios y los controles oficiales distan mucho de ser lo más efectivos.
Las implicancias sociales y económicas del sistema de transporte público de pasajeros en el país determina la necesidad de que este debate tenga alguna vez una conclusión. De lo contrario, cada verano nos encontraremos nuevamente con esta discusión que nada aporta a quienes han tenido que experimentar la desgracia de un accidente.