Mi nombre es Eva Duarte: “Más que una obra peronista, es feminista”
Su directora, María Belén Pistone, a través del teatro busca movilizar sobre el rol de la mujer en lugares de poder. Contó que la obra trasciende la tendencia política. "Evita era feminista; era una valiente", sostuvo.
Eva Duarte, Evita, fue más que una figura política. Mujer, actriz, militante; uno de los personajes más importantes de la historia argentina convertida en mito. Inmortal.
Una vida corta, pero intensa. Su historia fue abordaba en varias películas, obras de teatro, canciones y otras reproducciones artísticas que reflejaron desde sus orígenes humildes en el pueblo bonaerense de Los Toldos, su llegada de muy joven a Buenos Aires, su ingreso al mundo de la actuación, su actividad sindical, su amor por Juan Domingo Perón, su rol político y hasta su cadáver.
A 70 años de su fallecimiento, Evita tuvo su homenaje en San Francisco en el marco del ciclo cultural "Teatreando". El viernes se presentó en el Teatrillo Municipal l obra "Mi nombre es Eva Duarte", con la dirección de la dramaturga sanfrancisqueña María Belén Pistone y la actuación de Eva Bianco y Cokó Albarracín.
Es una obra que Pistone escribió y que sedujo a cientos de espectadores en Córdoba desde su estreno en septiembre de 2019.
La obra parte de una singular coincidencia: la actriz se hace llamar Eva Bianco, pero en realidad se llama Eva Duarte. Los personajes que rodearon a Evita en sus últimos días se hacen presente y en una alquimia escénica liberan a la actriz de su nombre negado y a Eva de su negada muerte. LA VOZ DE SAN JUSTO dialogó con Pistone en su llegada a nuestra ciudad.
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¿Cómo llega esta obra a San Francisco?
A partir de una invitación de la municipalidad llegamos al ciclo Teatreando que, además, nos está ayudando a gestionar todo lo que conlleva salir de gira con una obra grande en cuanto a luces y escenografía. Siempre me conmueve que me inviten de mi ciudad natal, que confíen en mí trabajo una vez más para mostrarles a mis paisanos lo que sé hacer y lo que hice durante todos estos años.
Pistone: "Convocar el fantasma de Evita en nuestra obra es potente. Eva es potencia".
- ¿De qué trata la obra?
"Mi nombre es Eva Duarte" es un recorrido a partir de testimonios reales que convierto en relatos para la obra. Es del lecho de muerte de ella, pero la obra tiene como disparador que la actriz o la protagonista no se llama Eva Bianco sino en realidad, Eva Duarte. Ese fue lo que me impulsó. Más que una obra peronista, es feminista, donde pongo la figura de Eva al servicio de una palabra actualizada sobre la situación de las mujeres, pensando más allá de la tendencia política de cualquier persona, sino la experiencia política del cuerpo de Eva, lo que pasó con el mismo, algo que hoy todos está observando en Santa Evita, la reciente serie de Salma Hayek que tiene a Natalia Oreiro como protagonista y está basada en el bestseller de Tomás Eloy Martínez.
Yo retomo la historia del cuerpo de las mujeres en la Argentina. La cosificación del cuerpo puede ponerse en evidencia con hechos contemporáneos como el movimiento Ni una Menos.
- ¿Hay tantas Evas como propuestas artísticas haya?
Hay tantas Evas como personas. Dicen que cada quien tiene su Dios, bueno, cada quien tiene a su Eva. Lo que ocurrió con ella es que cada uno pudo reinterpretarla y hacerla hablar más allá de sus palabras. Todo discurso de Evita tiene algo que aportar no solo porque era una adelantada sino porque el cariño y la pasión por la figura hace que se reinvente o se gestione sobre el discurso de ella que no lo hacen solo los artistas sino los políticos y también los ciudadanos que sienten que les habla a sí mismos.
"Dicen que cada quien tiene su Dios, bueno, cada quien tiene a su Eva".
- ¿Cómo es tu Eva?
Es una Eva feminista que va a hacer un revisionismo sobre la relación del poder y la figura de la mujer. Una de las cuestiones más arriesgadas de la obra es un diálogo que invento con el general Juan Domingo Perón donde ella pone los puntos sobre cómo podrían haber sido las cosas. Hoy es el feminismo el que puede hacer ese revisionismo y Eva podría haber sido vicepresidenta, seguramente hubo una operación para desplazarla del poder.
Eva es una aparecida en una época impensada donde hay una mujer dirigente que es una amenaza incluso, muerta. Más allá de Eva, la cuestión es sobre las mujeres al poder porque sobre ella está todo dicho. Difícilmente hago obras para opinar, sino que son para preguntar, preguntarnos todos cómo estamos. El teatro es un lugar para pensar y salir distintos o distintas. Si algo quiero movilizar es el rol de la mujer en lugares de poder.
- ¿Por qué atrapa su historia tanto a simpatizantes como a detractores?
La historia seduce mucho porque tiene un montón de condimentos obvios que también rondan el morbo de los espectadores, pero la figura de Eva como la de Perón son parte de la cultura que tenemos, que se festejan, que no pasaron desapercibidas, que nos dieron derechos que están vigentes y queremos cuidar. Sus gestiones tienen alcance contemporáneo y por eso están en boca de simpatizantes y detractores, porque son parte del discurso actual en la Argentina.
- ¿Qué mujer fue Eva Duarte?
Se definió sola, pero mi percepción sobre Evita es que ella era una antena que tenía mucha lectura territorial que sabía cambiar y construir pero que era una gestora impensada para su época y aún más para una mujer de esos tiempos. Eva era una valiente.
- ¿Qué opinión tenés de la recientemente estrenada serie Santa Evita?
La discusión es obsoleta. Evita es del mundo y a Natalia Oreiro la siento argentina. Es tremendo entrar a la historia del cuerpo de Evita porque tienen reflejos en el cuerpo actual de la mujer, por eso, tiene mucho para decir de la actualidad.
- ¿Cómo se logra trascender el escenario con Eva?
Es difícil de trabajar porque es una figura que todo el tiempo está preguntándote a vos dónde estás o qué pensás. Trascender demanda mucho trabajo y pulsear casi con el personaje porque tiene mucha rebeldía; es muy difícil encasillar y gestionar su discurso. Es una responsabilidad enorme. Convocar el fantasma de Evita en nuestra obra es potente. Eva es potencia.