Mérito y compromiso

El cambio de mirada en lo que ahora pasa a llamarse Beca Progresar es sustancial. Porque no renuncia al aporte que el Estado está obligado a hacer para atender las necesidades de los sectores más postergados. Pero se aparta, al menos en las formas, de las prácticas clientelares que tanto han dañado la cultura del trabajo en el país.
El gobierno nacional anunció recientemente una suba de entre el 16 y más del 66 por ciento en el Programa Progresar, que ahora pasa a llamarse Beca Progresar, que beneficia a jóvenes de sectores humildes y vulnerables, de entre 18 y 24 años, y los incentiva a terminar sus estudios primarios, secundarios, terciarios y universitarios y formarse para el trabajo. La Beca Progresar contará con un presupuesto de 10 mil millones de pesos para 2018.
Se trata de la continuidad de una medida que había lanzado la anterior administración nacional, aunque con una variación sustancial que la potencia y la enaltece. Ahora la beca dejará de ser un mero subsidio para tener mayores exigencias de rendimiento académico tanto en la educación obligatoria como en el nivel universitario y terciario. Profundiza así el carácter social del incentivo puesto que privilegia a los mismos beneficiarios que antes, aunque manifiesta el convencimiento de que la mejora de la calidad de vida no depende exclusivamente del asistencialismo, sino en especial del esfuerzo, el mérito y el compromiso.
El cambio de mirada es sustancial. Porque no renuncia al aporte que el Estado está obligado a hacer para atender las necesidades de los sectores más postergados. Pero se aparta, al menos en las formas, de las prácticas clientelares que tanto han dañado la cultura del trabajo en el país. A partir de ahora se introduce una escala de montos de las becas diferenciados según el nivel educativo y según el carácter estratégico de las carreras universitarias; incluye un componente de "mérito", que premia económicamente a los estudiantes universitarios de Progresar con mejor rendimiento académico; establece mayores exigencias educativas a sus beneficiarios en todos los niveles educativos y sale de la órbita de la Anses para pasar al Ministerio de Educación.
Como se observa, la lógica se ha modificado. Ya no se trata solo de asistencia social. El Progresar es ahora una ocasión para centrar la mirada desde lo referido a la política educativa. Esto es, que el joven se encuentre en la escuela o en la universidad es importante. Pero no lo es menos que avance en sus estudios, que se esfuerce por conseguir metas y que asuma responsabilidades mientras va cumpliendo etapas, hasta llegar a la graduación.
La historia de todas las comunidades de la Argentina conoce miles de casos de personas que supieron derrotar las adversidades y con compromiso y esfuerzo alcanzaron el mérito de haber culminado sus estudios y luego desarrollarse como profesionales y técnicos de vanguardia. Estos casos parecen haberse raleado en los últimos años como consecuencia quizás de la confusión de encuadrar a la educación dentro del discurso proselitista.
Una educación de calidad supone el esfuerzo y el mérito, así como el compromiso de todos los actores en la protección de los más débiles de la sociedad. Proteger a un joven significa también darle herramientas para que potencie sus capacidades a través de su esfuerzo personal. Aquello de "enseñar a pescar" todavía tiene plena vigencia.