Análisis
Mercosur: ausencia injustificada

La ausencia de Javier Milei en la cumbre de mandatarios regionales no tiene justificación. Es un impacto más para el Mercosur, un buque averiado que hoy está prácticamente a la deriva.
El presidente de la Nación, Javier Milei, no asistirá a la cumbre de mandatarios del Mercosur que se realizará este lunes en Asunción, Paraguay. Aunque la información oficial menciona "problemas de agenda" como motivo de su ausencia, es sabido que Milei no quiere reunirse con el presidente de Brasil, Luiz Inácio "Lula" da Silva. Sin embargo, en lo que se considera una provocación, el presidente argentino viajará a Brasil este fin de semana para asistir a un mitin de la oposición y reunirse con Jair Bolsonaro, el ex presidente y opositor de Lula.
Según diversos medios, las tensiones entre Milei y Lula aumentaron cuando Lula declaró en una entrevista que Milei debería disculparse si quería iniciar una conversación bilateral, y calificó algunos comentarios de Milei como "bobadas". En lugar de calmar la situación, Milei se negó a pedir disculpas y acusó a Lula de ser un "zurdito con el ego inflado".
El bajo nivel de la discusión personal entre las dos figuras que representan a los países más grandes del Mercosur no es irrelevante. Trae consecuencias. Por ejemplo, afectan a una alianza que nació con las mejores intenciones, pero lleva años en crisis y sin lograr acuerdos para revitalizarse. En este supuesto mercado común, la voz racional del presidente uruguayo y la sensatez de su par paraguayo contrastan con la dinámica intolerante de los líderes de las otras dos naciones fundadoras del Mercosur. Particularmente, el presidente argentino parece disfrutar de estas disputas que, en teoría, son sobre ideas contrapuestas, pero que en realidad se parecen más a peleas adolescentes llenas de acusaciones de baja categoría y mal gusto.
Lo que ocurre ahora con Brasil repite el patrón de lo sucedido con España hace algunas semanas: ataques vehementes contra los gobernantes de ambos países. Estos ataques a veces responden a críticas personales, pero terminan en un callejón sin salida. Las provocaciones, el coqueteo con sectores opositores y los insultos son comunes en estas circunstancias. Es lamentable que todo se reduzca a posturas caprichosas, donde unos exigen disculpas y otros se niegan a darlas. En este contexto, sería útil reflexionar sobre una frase de Friedrich von Hayek, uno de los economistas admirados por el presidente argentino: "La tolerancia no debe incluir el derecho a predicar la intolerancia".
En definitiva, el presidente de la Nación tiene el derecho de expresar sus ideas, de defenderlas con ahínco y de aspirar a convertirse en un líder internacional. Incluso de debatir –aunque haya que pedir algo más de “altura” en esto- con quienes se ubican en las antípodas de su pensamiento, sean quienes fueren. Pero debe asumir, al mismo tiempo, la obligación de cumplir como corresponde con las exigencias que su alta investidura establece. Su ausencia en la cumbre de mandatarios regionales no tiene justificación. Es un impacto más para el Mercosur, un buque averiado que hoy está prácticamente a la deriva.