Medida correcta pero tardía

A través de un decreto, la vicepresidenta de la Nación, Gabriela Michetti, eliminó el canje de pasajes por efectivo en el Senado. Es una medida tardía. Y seguramente se relaciona con el tiempo electoral que se vive en el país. Estaban dadas condiciones para que se hiciera efectiva en otro tiempo, más teniendo en cuenta que la vicepresidenta lo es desde hace 4 años.
A través de
un decreto, la vicepresidenta de la Nación, Gabriela Michetti, eliminó el canje
de pasajes por efectivo en el Senado,
una práctica que fue muy cuestionada en el último tiempo por la gran cantidad
de dinero extra -además del sueldo- que conseguían los legisladores por no
utilizar sus viáticos.
Amparándose en lo que se dispuso también en la Cámara de Diputados, la vicepresidenta dispuso que "deviene conveniente la eliminación del canje de los tramos aéreos y pasajes terrestres en vigencia". El decreto explica que la nueva norma se establece a partir del primero de julio y que entra en vigencia para los senadores, presidencia, presidencia provisional, vicepresidencia, secretarios, prosecretarios de la Cámara y prosecretarios de bloques parlamentarios, el primero de agosto. Así las cosas, a partir de ahora todos los empleados del Senado podrán solicitar diez pasajes por mes, ya sean terrestres o aéreos, que serán "nominados, intransferibles, con vencimientos mensuales, no renovables y no canjeables, para su uso dentro del territorio nacional".
La decisión de la presidenta del Senado va en la dirección correcta, aunque debió haberse tomado mucho tiempo antes. Es una medida tardía. Y seguramente se relaciona con el tiempo electoral que se vive en el país. Estaban dadas condiciones para que se hiciera efectiva en otro tiempo, más teniendo en cuenta que la vicepresidenta lo es desde hace 4 años. Sin embargo, recién en el último tramo de su gestión recordó que la reducción del gasto podía pasar también por eliminar esta rechazable franquicia que tenían los senadores.
El canje de pasajes aéreos por parte de los legisladores nacionales fue una práctica irregular que durante décadas les permitió engrosar sus bolsillos y también reforzar la política clientelar -e incluso el nepotismo- pues podían transformarlos en dinero en efecto o bien entregarlos a cualquier persona. Disponiendo de esta posibilidad podían hacer política partidaria y beneficiar a sus punteros, hecho que lejos se encuentra del espíritu primero de esta práctica. Más aún, muchos de los senadores nacionales no necesitan los pasajes porque viven en la Capital Federal o en el Conurbano bonaerense. Y, como si fuese poco, los representantes de las provincias veían en el canje la satisfacción de fines puramente personales.
Se consumaba así un estado de privilegio que irritaba. Y que significaba un desvío defendido incluso por quienes tienen un discurso que declama posturas éticas y se autoadjudican la defensa de los sectores más vulnerables de la sociedad, los que, en definitiva, también aportaban para que los senadores puedan gozar de prerrogativas alejadas de su verdadera e importante función.