“Me vendría bien venderlos, pero me gana el corazón”
A Roily la conocen en La Milka y en toda la ciudad por los ricos platos de comida peruana que sabe cocinar. Cuando su historia de lucha salió a la luz, mucha gente se acercó a darle una mano y ahora ella lo devuelve cosiendo barbijos para regalar. "Me da mucha alegría aportar mi granito de arena en esta situación", expresó.
La vida la trajo en 2016 a San Francisco a Royli Cajaleón Satalay. Dejó su Perú natal junto a su familia en busca de una vida mejor. Estuvo en Neuquén y finalmente arribó a nuestra ciudad, donde las cosas en un principio no le salieron bien. Su marido, ante la falta de trabajo, debió regresar a su país. Debió arremangarse y hacer lo que mejor le sale: cocinar. Cuando su historia se dio a conocer, mucha gente respondió y comenzó a comprarle sus platos tradicionales peruanos. Ahora, sus manos se pusieron a coser barbijos para regalar. Asegura que es una manera de devolver lo que la sociedad le dio.
Con la ayuda de sus hijos, Fredy (17), Pedro (8) y la pequeña Umma (2), no le da descanso a la máquina y cuenta que trabaja hasta la madrugada en su casa del barrio La Milka. Solo corta para ir a dar una mano al Comedor "Los Pekes" y vuelve a seguir cosiendo. Calcula que ya confeccionó y entregó cerca de 800 barbijos y asegura que seguirá haciéndolo hasta que ya no le quede material.
Entre la cocina y la máquina de coser pasan sus días, alejada de su marido Willians, quien por la pandemia no está trabajando en Perú y por lo tanto no puede mandar ayuda económica. De todas maneras Royli asegura que le provoca "mucha alegría" poder contribuir a la sociedad en un momento delicado como el actual.
"Así como yo recibí y sigo recibiendo ayuda de muchas personas, de la misma quiero retribuir esa mano que me dan. Yo necesito y me vendría bien venderlos, pero me gana el corazón. Hay mucha gente que no puede comprarse un barbijo y por eso es que los hago", cuenta Royli sin aflojarle a la máquina.
Fredy y Pedro ayudan y acompañan a mamá en una cruzada digna de destacar
Así es noche y día: "Todas las noches me estoy acostando muy tarde porque me quedo cosiendo para poder entregarlos al otro día. Mi idea no es venderlos".
Contó que también recibió una ayuda para poder ayudar: "Yo no tenía máquina, Carina Salvático de Red Solidaria me consiguió todo el material para poder ponerme a hacerlos. Así fue que cosí para policías, he visto a enfermeros y doctores usarlos. No sabés la alegría que me da poder aportar un granito de arena", expresa emocionada.
Los pedidos no paran de llegar y a veces no dan abasto: "Ayer entregamos hasta que se nos acabó la nafta. Fuimos a llevarle a un señor que fue operado y tiene hecha una traqueotomía y los necesitaba pero no podía salir. Le mandé 5. Así todo el tiempo", dice sin dejar de coser.
Royli cose sin parar mientras Umma -que va a cumplir 3 años en mayo- la "marca de cerca"
Conocer la realidad
Royli comenzó a dar una mano en el comedor del barrio "Los Pekes". Allí cocina para los más necesitados y también puede llevarse un plato caliente a casa. Ese contacto cercano también la motivó a querer ayudar.
"Eso también me llegó al corazón porque hay mucha gente que no tiene para comer. Entonces si no tienen para comprar pan, menos van a tener para comprar un barbijo", expresó.
Cuenta que lo hace desintersadamente: "No pido nombre, no les pido nada. A veces la gente me deja en la mesa plata, pero yo no se las quiero recibir. Hay mucha gente como esa, que es de buen corazón".
Mientras espera que le salga el documento argentino para recibir una ayuda oficial, cocina y cose, y ayuda. "Lo voy a hacer hasta que se me acabe la tela", asegura.
Cómo pedirlos
Royli recibe los pedidos al 3564 666472. También se la puede encontrar en Facebook como Royli Cajaleón Satalalla.