Entrevista
Matías Garavoglio: la energía joven detrás del nuevo preparador físico de San Isidro
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Con apenas 22 años, Matías Garavoglio asumió uno de los desafíos más grandes de su corta pero intensa carrera: reemplazar al histórico profe Daniel Pérez tras 25 años al frente de la preparación física del plantel profesional de San Isidro. Joven y con una mirada moderna del entrenamiento, llega desde El Tala con la convicción de que el cambio también puede ser una forma de continuidad.
En el parqué del Antonio Manno, entre conos, cronómetros y música de fondo, Matías Garavoglio parece moverse con la naturalidad de quien lleva años en el club. Pero la realidad marca otra cosa: apenas hace unas semanas desembarcó en San Isidro para asumir un rol pesado, nada menos que el de preparador físico principal, lugar que durante un cuarto de siglo ocupó Daniel Pérez “Yo creo que no hay que pensar tanto en lo que había antes —dice—. Cada uno tiene su forma de trabajar. Yo vengo con una personalidad y una metodología propias, con patrones de trabajo bien definidos. De a poco, los chicos fueron entendiendo y aceptando esa forma.”
Oriundo de Arroyito, profesor de Educación Física y actualmente estudiante de la licenciatura en Alto Rendimiento, Garavoglio llega al club con un bagaje que sorprende para su edad. “Vengo de un Federal con El Tala y eso me dio una mirada distinta. También soy bastante contemporáneo a la tecnología, y eso ayuda a incorporar nuevas herramientas al entrenamiento”, explica. En ese equilibrio entre respeto por la historia y frescura para innovar, el joven preparador va trazando su camino.
La pretemporada, cuenta, fue larga e intensa. “Fueron ocho semanas, una de adaptación y siete de trabajo fuerte. En la Copa Nobis y en el Súper Cuatro se notó lo bien que el grupo asimiló la carga: ningún acalambrado, ningún lesionado, eso habla del compromiso y de la planificación que hicimos.” Esa planificación también apunta a soltar la fatiga y llegar al debut con Colón en la mejor forma posible. “La idea es que el jugador llegue con un perfil físico óptimo, que pueda sostener la intensidad a lo largo de una temporada que vuelve a ser larga.”
Hablar con Garavoglio es hablar de un concepto integral del deporte. Para él, el rendimiento no se explica sólo desde lo físico: “Trabajamos con un cuerpo técnico que aborda al jugador de forma completa. Tenemos a Mari en nutrición, hacemos evaluaciones de orina, controlamos el peso y la composición corporal, y también está el trabajo psicológico con Santi González. Como él dice, somos cuerpo y mente, y eso tiene que ir de la mano.”
En esa línea, Matías se entusiasma cuando habla de educación, formación y ciencia. “Yo creo que el deporte moderno necesita que nos sigamos capacitando. Estoy cursando la licenciatura y una maestría en preparación física. Todo cambia rápido, y si uno no se actualiza, se queda atrás. Hoy el trabajo del preparador físico no es sólo levantar pesas, sino entender la biomecánica, la recuperación, la nutrición y la mente. Cada detalle cuenta.”
El gimnasio renovado del club es uno de los espacios que más disfruta. “Se nota el cambio. Los jugadores lo valoran mucho y eso también eleva el nivel general. Hay preparadores físicos muy buenos en la categoría y el ritmo es altísimo, pero tenemos herramientas para estar a la altura.”
Respecto a su rutina diaria, detalla: “Nos manejamos con un turno largo, de 8.30 a 12. Hacemos una parte de fundamentos, otra de gimnasio y luego la principal, que es de básquet. En el medio los jugadores se suplementan con frutas, cereales, proteínas. Todo pensado para sostener la intensidad del trabajo.” Ese esquema, dice, le permite observar al detalle las reacciones del cuerpo ante cada carga. “El objetivo es que cada jugador conozca su cuerpo, que aprenda a leer sus sensaciones. El entrenamiento es físico, pero también educativo.”
A los 22 años, Garavoglio ya acumula experiencia en diferentes disciplinas: trabajó con equipos de fútbol, rugby y en gimnasios, aunque el básquet siempre fue su lugar. “Desde que arranqué la carrera estuve ligado al entrenamiento. Pero esta oportunidad en San Isidro es especial, porque sé lo que significa el club, la historia y la exigencia. El desafío es enorme, pero también es una chance única para crecer.”
De voz serena y mirada firme, Matías representa una nueva camada de profesionales que llegan para renovar sin romper, sumar sin imponer, y seguir fortaleciendo el sello de trabajo que distingue a San Isidro: compromiso, humildad y esfuerzo. “Nos preparamos para dar lo mejor de nosotros. La vara está alta, pero la idea es mantenerla, y si se puede, superarla. Siempre con los pies en la tierra.”