Marta y un nuevo desafío a sus 70: terminar la primaria
Nunca es tarde para volver a empezar y Marta Nelly Montoya es un gran ejemplo. Esta vecina de Frontera ha reanudado sus estudios de educación primaria después de abandonarlos porque debía salir a y trabajar para ayudar a la economía familiar.
La educación primaria es una garantía que la Constitución Nacional legó a las provincias en 1853. Son los gobiernos los que tienen a su cargo la obligación de que los ciudadanos cursen obligatoriamente este nivel educativo.
Pese a que esta obligación de las provincias sigue vigente, no todos los niños van al colegio, y además en el tiempo se encuentran más adultos que no pudieron concluirlo.
Por ello, las escuelas nocturnas siguen teniendo alumnos inscriptos para cursar el nivel primario de escolaridad. Son personas que de niños abandonaron por trabajo, una vida difícil, decisión propia o cualquier otra circunstancia.
Para ellos también las aulas se abren y sin temor ni vergüenza aceptan el desafío de aprender a leer y escribir, sumar y restar, cosas que no pudieron hacer siendo chicos.
Marta Nelly Montoya es una de ellas. Esta vecina de barrio San José, en la ciudad de Frontera, empezó a estudiar en Villa Concepción del Tío pero a los 15 años tuvo que ponerse a trabajar y los libros quedaron de lado.
La mujer concurre hoy a la escuela nocturna "J.B. Iturraspe", que funciona en el edificio del colegio Hipólito Yrigoyen. En esas aulas hoy desafía a esa niña del pasado cuyo deseo de seguir estudiando fue desplazado por la necesidad de ayudar en su casa y salir a trabajar.
La escuela nocturna "J.B. Iturrasp"
funciona en el edificio del colegio Hipólito Yrigoyen. En la actualidad a la
institución concurren 25 personas
Una difícil encrucijada
Setenta años atrás, en Villa Concepción del Tío, Marta y sus once hermanos vivían con sus padres. En la familia no sobraba nada, por el contrario, faltaba. Esa necesidad hizo que de un día para otro la mujer cambiara el guardapolvo por ropa de trabajo y sus deseos de aprender pasaron a un segundo plano.
Siempre se destacó por ser una persona a la que le gustaba conocer y gambetearle a la ignorancia. Con lo poco que aprendió, nunca olvidó ese conocimiento y aunque con dificultades pudo defenderse en la vida, leer y escribir. Hoy perfecciona ese saber adquirido y anima a otros adultos a completar su escolaridad.
"En mi casa éramos varios hermanos y en aquel entonces no había ayuda económica, como ahora, entonces de muy chicos tuvimos que salir a trabajar. A lo mejor fue una equivocación de nuestros padres mandarnos a trabajar para tener ese poquito de dinero más", comentó a LA VOZ DE SAN JUSTO.
A los 15 años se arremangó para salir a limpiar hogares ajenos y vivió en su domicilio paterno hasta los 16. Su siguiente cumpleaños fue triste, dado que su mamá falleció. Sus hermanos también se fueron yendo, la necesidad era mucha por aquel entonces.
De la villa se mudó a Devoto y a los 18 se animó a formar su propia familia. Se casó con Ramón Quinteros, quien tampoco pudo terminar la escuela: "Se defendía porque sabía leer y escribir" pero su vida - como la de Marta - fue "muy dura" y debió trabajar ante la muerte de su padre desde muy joven.
Pese a que tuvo cuatro hijos siempre estuvo en ella la semilla de querer tener su título donde acredite que terminó el primario. "Siempre tuve el anhelo de terminar la primaria y el sueño quedó relegado. Tuve cuatro hijos y perdí a mi marido hace casi tres. Después de quedarme sola me dio impulso, eso me dio más fuerza y consulté con mis hijos si creían correcto volver empezar", dijo con voz pausada y pensando cada palabra.
Mantener el deseo
Lo que aprendió siendo niña, Marta nunca lo olvidó. Retuvo el conocimiento con el deseo latente de volver a retomar algún día. La directora del colegio al que asiste, Claudia Pioli, explicó que es una alumna entusiasta, ávida para la lectura y escritura. Actualmente se encuentra en primer ciclo y la docente rescata "el aprendizaje rápido" de Montoya.
Marta también lo ve así. De aquella época recuerda que en tercer grado ya sabía leer, escribir bien y también todas las operaciones matemáticas básicas. Nunca lo olvidó y no hubo trabajo donde no aprovechara la posibilidad de aprender más.
"Yo algo sabía y en mi vida trabajé en casas donde las familias me enseñaron mucho. Miraba sobre todo cómo se presentaban y hablaban, había palabras que no pronunciaba bien y entonces me corregían", subrayó Montoya.
Apoyada en su entusiasmo, a Marta no le resulta difícil estudiar ni hacer la tarea. Disfruta las clases y también ayudar a sus compañeros. Por eso su mensaje es claro y visible: "Tenía ganas de estudiar y seguir aprendiendo. Me gusta leer y escribir, todo en general, por eso le digo a aquella gente que no se anima a que vayan todos, los vamos a ayudar".
Con sacrificio, ganas y sin prejuicios
La directora de la escuela nocturna, Claudia Pioli, explicó que hoy tiene a su cargo unos 25 alumnos que se animaron a terminar el colegio primario siendo adultos.
Para una forma más fácil de aprendizaje son divididos en grupos, turnos y niveles. Algunos asisten al lugar de forma presencial y otros tienen asistencia por medio de tutorías, ya que por su trabajo no pueden asistir diariamente a clases.
Pioli explicó que los agrupan según las edades pero también en ciclos, de esta forma está la etapa de Alfabetización, Primer Ciclo y Segundo Ciclo.
El parámetro para formar estas divisiones es el conocimiento previo que traen y si alguna vez han cursado ya el colegio y lo abandonaron.
"Al trabajar en grupo se complementan y construyen conocimientos, hablan el mismo lenguaje y es más fácil que se entiendan", explicó la también maestra.
Pioli también resaltó que en la mayoría de los casos los estudiantes eligen seguir su trayecto pedagógico complementándolo con el secundario. "Otros tienen como una deuda y quieren terminar la primaria. Hay un grupo de jóvenes que se preparan para seguir el secundario. Están comprometidos con el estudio", subrayó.
Entre las estrategias que utilizan para compartir conocimiento y afirmar lazos de compañerismo está el WhatsApp donde pasan actividades y si alguien falta se mandan las cosas para que otro copie. "Es una manera nueva de trabajar que es productiva y nos trae beneficios porque estamos conectados entre alumnos y también con los docentes y no nos atrasamos", finalizó Pioli.