Mamás y, ahora, maestras: “No nos preparamos nunca para esto, fue muy difícil”
Una mirada a la realidad de los hogares que se convirtieron en aulas, en los casos más vulnerables, atravesados por la falta de acceso a Internet y las nuevas tecnologías. "Por momentos me desesperé y me angustié mucho", contaron Leticia y Andrea que advierten un retroceso en la educación de sus hijos. "Le pedí a la maestra que lo hiciera repetir". Y ruegan por la apertura de las aulas. Mientras tanto, un sondeo midió el impacto del covid en el aprendizaje.
Por Mauricio Argenti | LVSJ
El contexto de pandemia obligó a permanecer en casa como medida de prevención para evitar los contagios masivos de coronavirus y muchas de las actividades que se venían realizando de manera convencional en la sociedad cambiaron, y la educación institucionalizada en las escuelas no estuvo exenta de estos cambios.
No son más los maestros y profesores que impartían clase en sus aulas los únicos que están participando en la educación académica de la niñez y juventud, sino que los padres y madres se constituyeron también en figuras docentes.
Así, para muchas familias el año 2020 les generó una notoria sobre exigencia a partir de haberse convertido, sin quererlo, en el garante de la educación de sus hijos, un rol para el cual claramente, muchos de ellos no estaban preparados.
Ellas agregaron a su lista de quehaceres y
responsabilidades laborales, el enseñar y ayudar a sus hijos en las tareas
escolares.
Este primer gran desafío se acrecentó en aquellos lugares donde se advertía una clara situación de desigualdad por la falta de conectividad, que impedía a muchos chicos el acceso a las clases virtuales y en muchos casos, al contenido que los docentes distribuían para llevar adelante el ciclo lectivo.
Leticia Mansilla y Andrea Luque son dos mujeres que sufrieron la virtualidad. Leticia es madre de siete hijos y Andrea, de cinco, y ambas, como tantas otras, debieron hacer frente al desafío de acompañar a sus pequeños en esta experiencia que, por momentos, las superó por completo.
Estas dos sanfrancisqueñas se desempeñan en el rubro de la gastronomía y en los ratos libres, colaboran con la elaboración de la merienda en el comedor comunitario La Virgencita -Lamadrid 822-. En tanto, durante la época de clases, también pasaban sus horas entre cuadernos, tareas, audios de Whatsapp y videollamadas intentando colaborar con la educación virtual de sus hijos.
A poco del regreso presencial a las aulas, ambas accedieron a contar a LA VOZ DE SAN JUSTO cómo fue su experiencia en 2020.
"Fue una experiencia muy complicada"
Leticia tiene 39 años y tiene 7 hijos, dos de ellos en edad escolar. "La experiencia de la virtualidad para mí fue muy complicada. Al no tener celular para hacer videollamadas todo se complicó mucho".
Explicó que su hijo Benjamín, que el año pasado cursó cuarto grado "quedó nulo, no pudo aprender nada" lo que de hecho la tomó por sorpresa, porque "nunca tuvo problemas en la escuela antes de la pandemia".
Pese a que la educación virtual les restó tiempo libre, Andrea y Leticia no dejaron de colaborar en el comedor La Virgencita.
Durante todo el año, Leticia -como muchas otras madres o padres- recibía el contenido educativo que le acercaban las maestras de sus hijos a través de Whatsapp. "Todos los días tenía que imprimir lo que me llegaba y luego debía ayudarlo para completar la tarea. Eso es muy difícil, hay cosas que yo no entiendo".
"Yo no sé cómo explicarle a mi hijo lo que tiene que hacer", reconoció mientras que dijo que la docente de Benjamín "es muy buena" ya que "ha venido a mi casa, se llevó los trabajos para corregirlos y hasta imprimía las copias cuando yo no podía".
"Le pedí a la maestra que haga repetir a mi hijo"
Al momento de expresar cómo se sentía cuando debía tomar para sí la tarea de asistir a su hijo en la escuela, Leticia no tuvo reparos en asegurar que "me sentí muy mal" e incluso llegó a señalar que "le pedí a la maestra que haga repetir a mi hijo" porque "yo veo que no aprendió nada" de todo lo que vio el año pasado.
Cuando escuchó el anuncio del retorno a la presencialidad, Leticia se puso contenta. "Me gustaría mucho que los chicos vuelvan a la escuela, por supuesto con todos los cuidados para prevenir el covid".
Sostuvo que la vuelta a las aulas "es algo muy esperado" porque en su caso "no puedo enseñarle mucho" además de asegurar que "no tengo dinero para pagar una maestra particular".
Leticia reconoció que "hubiera sido más fácil" si tuviera acceso a la conectividad a través de una red wi-fi o contara con los elementos tecnológicos que permitan un mayor acercamiento a los contenidos educativos.
Maestra por tres
La historia de Andrea Luque es similar a la de Leticia Mansilla. Esta mujer madre de cinco hijos de los cuales tres concurren al colegio en 2020 tuvo que convertirse en maestra por triplicado, un desafío nada fácil, por cierto.
"El 2020 fue complicadísimo", dijo Andrea para luego agregar que "el día a día mío era muy difícil".
De hecho, lo primero que hacía apenas llegaba a su hogar era sentarse junto al más pequeño de sus hijos -Santino- que cursaba el primer grado "para ayudarlo en todo lo que podía".
"Al principio nos
mandaban todo por Whatsapp y teníamos que imprimirlo. Después vinieron los
cuadernillos. Todos los días era hacer tareas por dos o tres horas. En el caso
de mis otros dos hijos que están en la escuela -Agustina y Braian- ellos podían
tener más conectividad ya que hacían videollamadas con los profesores. Así
fueron presentando todos los trabajos".
Desesperación y angustia
Al momento de explicar cuál fue el mayor desafío al que se tuvo que enfrentar en este nuevo rol, Andrea recordó que tuvo "algunos problemas" para acceder a las videollamadas que solicitaba la maestra de su hijo más pequeño hasta que se comunicó con la docente quien la asesoró en esta tarea que confesó que no le resultó "nada fácil".
Pese a la voluntad que puso todos los días para colaborar en la enseñanza de su hijo, Andrea reconoció que "por momentos me desesperé y muchas veces me angustié mucho" al pensar que "lo que yo sabía no era suficiente" para ayudar en la educación de su pequeño.
Ambas mujeres terminaron su testimonio señalando que durante la pandemia se sintieron "muy mal". Leticia aseguró "en 2020 los chicos retrocedieron pese a que nunca tuvieron problemas de aprendizaje pero ahora todo cambió".
Por su parte, Andrea dijo con toda claridad que "nosotras no estudiamos para ser maestras. Nosotras somos mamás que apoyamos a nuestros hijos desde casa cuando ellos van al colegio. Sin embargo, fue un año totalmente diferente porque además de madres tuvimos que ponernos en el rol de docentes siendo que no nos preparamos nunca para esto. Realmente fue difícil y por eso estoy totalmente de acuerdo con el regreso a las aulas".
Riesgo escolar: sondeo
advierte el impacto de la pandemia
Las desigualdades
planteadas por el acceso a la conectividad profundizaron las diferencias entre
aquellos niños y jóvenes que pudieron recibir el contenido educativo en un
escenario virtual y los que, por efecto de esta misma limitación, se vieron
notoriamente perjudicados en 2020. De hecho, la
Defensoría de las Niñas, Niños y Adolescentes (DDNA) de la Provincia de Córdoba
llevó adelante un análisis situacional de hábitos y percepciones durante 8
meses en pandemia. Del relevamiento muestral participaron familias de distintos
lugares de la provincia, incluida San Francisco. El objetico fue evaluar
el impacto de la crisis derivada del coronavirus en los hábitos y en la vida
cotidiana de niños, niñas y adolescentes, y las vulneraciones de derecho
devenidas de la situación. Precisamente, uno
de los datos significativos que arrojó el estudio está vinculado con el
crecimiento del índice de abandono escolar. En el mes de mayo de 2020, el 97.1%
de las familias encuestadas afirmaba que los niños y adolescentes de sus
hogares estaban escolarizados y mantenían un contacto regular con sus docentes
mientras que en noviembre, el 77.3% de la muestra dijo que se encontraban escolarizados
y manteniendo un contacto regular con los maestros. El trabajo realizado
señala además que 2 de cada 3 niños, niñas y adolescentes pertenecía a hogares
en el sector socioeconómico bajo, y el restante al socioeconómico medio y alto.
Esto indica que no es un fenómeno exclusivo de un sector, aunque sea diferente
el impacto porcentual. Un 33% del total
general provincial de los hogares encuestados otorgó atributos de menor calidad
o sin conexión a su acceso a Internet, mientras que un 67% lo clasificó como de
alta calidad. En el corte
socioeconómico medio-alto, el porcentaje de alta calidad de Internet asciende a
un 77.7%. En el corte socioeconómico bajo, este porcentaje desciende a un
57.8%, siendo destacable un 19.7% que indica que no posee conexión. Además, 2 de cada
10 hogares del sector socioeconómico bajo en esta muestra, no cuentan con
conexión a Internet domiciliaria, mientras que otros 2 de cada 10 hogares de
este sector cuentan con una conexión de baja calidad hogares con computadoras
para el uso de niños y adolescentes. Un 41.4%
provincial de los hogares encuestados expresó que no contaban con una
computadora para que accedan los más chicos del hogar. En el corte
socioeconómico bajo, este porcentaje asciende a un 60.3%. Y en el corte
socioeconómico medio y alto, al 19.3%. A nivel
provincial, en un 77.3% de los hogares encuestados expresó que los niños y
adolescentes de su hogar se encontraban escolarizados y que mantenían regular
contacto con sus docentes. En el corte
socioeconómico medio y alto, este porcentaje asciende al 93.5%. Y en el corte
socioeconómico bajo, a un 72.1%. El 26.3 % de los
menores encuestados se encuentran por fuera del sistema formal de educación y/o
en grave riesgo de abandonarlo. En casi 3 de cada
10 hogares del sector socioeconómico bajo en esta muestra, viven niños y
adolescentes que están fuera del sistema educativo o que han discontinuado la
relación con sus docentes. Conexión a Internet
Impacto en la
educación
El estudio arrojó
que el riesgo de la deserción ya no es un problemática exclusiva de los
adolescentes y la educación secundaria. Tampoco aparece ahora como propio de los
sectores de mayor vulnerabilidad, sino que también hace su aparición en
sectores de mejor poder adquisitivo.
Abandono escolar, un riesgo real
La comparativa de respuestas entre mayo y noviembre en torno a la escolarización muestran diferencias significativas.
En el mes de mayo el 97.1%, afirmaba que estaban escolarizados y mantenían un contacto regular con sus docentes.
En noviembre sólo el 77.3% de la muestra afirmó que las niñeces y adolescencias de sus hogares se encuentran escolarizados y manteniendo un contacto regular con sus docentes. Esto denota una disminución de 20 puntos porcentuales en esta variable.
Cabe mencionar que en términos de sectores socioeconómicos, 2 de cada 3 encuestados pertenecen a hogares en el sector socioeconómico bajo, y el restante al socioeconómico medio y alto.
Esto indica que no es un fenómeno exclusivo de un sector, aunque sea diferente el impacto porcentual.
Llamado de alerta
Los datos arrojados en el sondeo de noviembre dan cuenta que existe un riesgo real de que la deserción escolar en el nivel primario comience a hacerse presente en la provincia de Córdoba. Sólo a modo de referencia, dentro de la muestra, en los hogares que había sólo niñas y niños de 6 a 10 años, un 13.5%, refirieron riesgo de abandono escolar, lo que supone una alerta ya que no hay antecedentes de abandono significativo de la educación primaria en la provincia de Córdoba (la tasa de promoción de la educación primaria en 2017 fue de 99.3%).
El riesgo de abandono escolar ha sido un fenómeno hasta el momento enfocado en los adolescentes que transitan la educación secundaria.
Cuando se excluye para el análisis de datos la franja etaria de 0 a 5 años, las niñeces y adolescencia en situación de riesgo escolar asciende a 22.7%.
Menos espacios personales
El 45.4% de los encuestados han perdido espacios personales y/o íntimos. Al analizar el grupo que abandonó o en riesgo escolar, la pérdida de espacios personales e íntimos aumenta a 61.5%, siendo esto 16.1 puntos porcentuales de diferencia. La pérdida de espacios personales e íntimos podría afectar de forma negativa en algunas emociones de los niños y adolescentes como también en el entusiasmo y rendimiento escolar.
Percepción de las emociones al realizar las tareas escolares
Los adultos responsables en la muestra general, al responder acerca de cómo perciben a niños y adolescentes de su hogar al momento de realizar las tareas escolares, destacaron: "desmotivado" (45.53%) y "agobiado" (47,63%), y en menores proporciones "entusiasmado" (24.03%), "indiferente" (17.55%) y "curioso" (8.33%).
Sentimiento de los padres
La confrontación de los sondeos de mayo y noviembre denotan una fuerte caída en la proporción de familias que disfrutan cuando ayudan a los chicos en sus tareas escolares pasando del 53% al 34.5%.
Asimismo resulta notable el aumento proporcional de familias que se sienten sobre exigidas y que no comprenden las actividades que solicitan los docentes.
En el sondeo de noviembre en el desglose de sentimientos de los adultos al momento de acompañar a los menores del hogar en las tareas escolares, se pudo observar que en la población general relevada, el 44.7% respondió "Me siento sobreexigido", el 34.5% dijo que "lo disfruto" (19 puntos porcentuales menos que en mayo), el 16.3% expresó que "no comprendo las actividades que solicitan los docentes" y, finalmente, el 4.5% expresó "no ayudó".
La indagación de percepciones de los adultos sobre las emociones de niños y adolescentes en contexto de pandemia, indicó como categoría destacada la "angustia" (44.57%) como la más elegida.