Malvinas: la guerra según los hijos de excombatientes
Hoy 2 de abril se recuerda el Día del Veterano y de los Caídos en la Guerra de Malvinas.
Excombatientes de nuestra ciudad y la región, que representaron a la patria en un territorio adverso, donde debieron luchar no solo contra las fuerzas inglesas sino contra un clima hostil, la falta de alimento, la desesperación y la soledad, se convirtieron en padres después de la guerra y hoy representan para sus hijos, la historia viviente de lo que ocurrió hace 35 años.
LA VOZ DE SAN JUSTO reunió a Juan Medina, Jorge Racca y Dante Nelson Oroná y a sus hijos. Ellos reivindican la lucha de sus padres y reconocen la necesidad de profundizar en el relato de lo que pasó en 1982.
"Hablar profundamente de la guerra tal vez sea una deuda pendiente"
Jorge Alberto Racca, de 53 años, es padre de Constanza de 21 y de
Francisco, de 19.Sus hijos, en plena juventud, parecen tener naturalizado que
papá estuvo defendiendo a la patria en la guerra de Malvinas, pero está latente
en ellos saber más y profundizar su relato viviente. "En casa nunca se habló de
Malvinas como la gente piensa. Fue más lo que nos enteramos en los actos
escolares o en las cenas que personalmente por él", dijo Constanza. No existe un manual de la paternidad. Tal vez sin darse cuenta o con
la idea de proteger a sus hijos de aquello que fue una pesadilla para él, Jorge
siente que tiene una materia pendiente. "Nunca esquivé el tema pero nunca hablé
profundamente. Era algo natural. Siento que tal vez tenga esa deuda para con
ellos, o haberles inculcado más lo que nosotros vivimos". Los momentos de peligro no se borran de la mente de Jorge, como cuando
recuerda que el 8 de mayo de 1982, la casa donde estaban radicados para la patrulla
en Bahía Zorro, fue incendiada y tres compañeros fallecieron. "El es el hombre que me crió toda la vida, que sale a trabajar y que
vuelve a casa para cenar. De repente, saber que uno de sus momentos más
dolorosos fue el incendio de la casa donde estaba en Malvinas y que perdió a
sus compañeros, son las cosas que nos movilizan y que despiertan el interés en
nosotros sobre su historia", reflexionó Constanza. Se trata de las vivencias de un joven de Brinkmann, Jorge, que con 18
años cumplía el servicio militar en el Regimiento de Infantería Nº 8 General
O´Higgings, en Comodoro Rivadavia, Chubut, para febrero de 1982. Llegó a Malvinas el 6 de abril de 1982 y fue llevado por los ingleses
a Puerto Madryn a bordo del buque Norland el 21 de junio, 7 días después de la
finalización de la guerra. En el transcurso de su estadía allí, estuvo 10 días en Puerto
Argentino y después fue helitransportado junto a sus compañeros a Fox Bay
(Bahía Zorro) donde estuvo realizando tareas de exploración para la patrulla
Mancha hasta que finalizó el conflicto. "Estábamos a 15 kilómetros del grueso del regimiento junto a 8
compañeros y nuestra labor era encontrar indicios de presencia inglesa en la
isla". Jorge pudo volver al archipiélago en 2007, a esa bahía donde sufrió
frío, hambre y cansancio en plena trinchera. Esa Bahía Zorro que marcó la vida del joven soldado hoy moviliza a su
hijo Francisco quien le comentó sus ganas de ir a ese lugar donde su papá dio
todo por la bandera argentina. "Me gustaría ir con él, ver dónde estuvo, saber
más de lo que vivió", admitió Francisco. Diario de guerra Durante la guerra, Jorge llevó consigo un block de hojas que se
convirtieron en un diario íntimo de la guerra. En él retrató sus vivencias y lo
guardó celosamente para sí. "El libro y las cartas están a disposición de los
chicos. Es algo que no tengo problemas que lean", confesó. El libro lo leyó solo la madre de Jorge y hace poco él lo volvió a
leer. Aquel material escrito, que casi
no llega con el excombatiente a casa -ya que los oficiales ingleses lo
controlaron, le preguntaron qué era eso que iba a subir y en un pobre inglés,
Jorge dijo que eran cartas de la familia por lo que pudo traerlas hasta
Brinkmann- será parte de un libro que publicará la escritora Elbis Bruna y que
será para que todos conozcan el capítulo de la historia que vivió Racca. "Con
este libro nos vamos a acercar más a papá", concluyó Constanza. De traje, condecoraciones y medallas luce en el pecho con el orgullo
solo de un valiente. Juan Medina es un excombatiente de Malvinas y padre de
Juan Manuel de 33 años y María Eugenia, de 30.
Sus hijos nacieron en democracia (1984 y 1986, respectivamente), lejos
de ese régimen que a él reclutó para la guerra. Juan tiene 65 años y nunca detuvo su otra lucha, la de mantener vivo
el verdadero relato del conflicto. Los chicos no recuerdan el momento exacto, ni tampoco las palabras de
su padre, un excombatiente, sobre lo que vivió, pero Malvinas siempre está
presente en Juan Manuel y María Eugenia. "No hubo un día en el que papá nos
sentó y nos dijo, `Chicos, vamos a hablar´. Siempre lo acompañamos a los actos,
a notas periodísticas y todo se fue dando gradualmente", afirmó Juan Manuel. Para María Eugenia, "nosotros nacimos con Malvinas, es parte de nuestra
vida diaria. Nacimos con eso incorporado y no hubo necesidad de explicar pero
durante nuestro crecimiento siempre hubo preguntas y papá no dudó en contarnos.
Inclusive, hay cosas que hasta el día de hoy no sabemos y puede surgir para
aprender más de lo que vivieron en la guerra". María Eugenia estudió en la universidad la guerra de Malvinas, "pero
siempre nos contaron parte de la historia, no como la cuenta papá". Entre padres e hijos existen las discusiones y María Eugenia reconoció
que lo que dice papá o lo que relatan los libros pueden causar discrepancias en
el relato, "pero es enriquecedor". "Me considero un privilegiado porque desde chico escucho otro tipo de
relato a lo que normalmente vemos en documentales o libros. Escuchamos detalles
de operaciones, de tecnicismos y de cosas que nadie cuenta", admitió su
hermano. Medina pertenece hoy a la fundación MaVi (Malvinas Vive) que
próximamente contará con personería jurídica lo que permitirá difundir lo que fue
la guerra del Atlántico Sur y encontrar un canal para comunicar lo que
significa hoy para nuestro país. "Malvinas es algo que está muy presente en nosotros y papá lo mantiene
vivo. El foco de Malvinas está puesto en un presidente al que se le ocurrió ir
a la guerra y eso está mal. La sociedad debería mirar a los que volvieron de
aquel enfrentamiento, a los que sobrevivieron. Debemos reconocerlos, esa es la
cuenta pendiente de nuestra generación", expresó la joven. Que los chicos entendieran lo que vivió, Juan reconoció que "fue un proceso.
Ellos me escucharon siempre. El tema Malvinas siempre fue tema cotidiano en la
mesa". Juan Manuel es técnico en Gestión de las Organizaciones y María
Eugenia, abogada. "Que los chicos puedan estudiar y cumplir sus sueños es parte
del compromiso que tuvimos los combatientes en la guerra, es por lo que
luchamos y es un gran orgullo. Cuando fuimos a Malvinas, fuimos con un
juramento que cumplir y logramos que los chicos pertenezcan y participen de los
momentos más importantes de una sociedad tan dinámica y tan compleja", agregó
el exsoldado. El recuerdo intacto A sus 30 años, Juan era personal de Cuadro de la Armada y que en marzo
de 1982 fue ordenado al Comando de la Flota de Mar cuya tarea se centró en el
portaaviones 25 de Mayo a 7 millas al sur de las Islas donde estudiaba las
tareas operativas de los británicos así como el comportamiento de las flotas
inglesas en las hostiles aguas del sur del continente. Estuvo en la zona de conflicto hasta el 9 de abril. Regresó por
aprovisionamiento para las unidades en operaciones el 11 de abril hasta junio
que retornó a la Base Naval de Puerto Belgrano. "Hacía un año que estaba trabajando para el conflicto y sin decirle a
mi mujer, fui llevándome cosas de la base naval donde estábamos hasta que llegó
el 28 de marzo de 1982 cuando se me solicitó para la acción. Le dije a mi
mujer: `Me voy a la base y vuelvo para el almuerzo para ver la carrera´. Ese
día zarpamos y me dediqué al trabajo de inteligencia", recordó Medina. "Con la prudencia que merece, los chicos tienen noción de lo que viví
y nunca tuve reparo en contarlo porque soy testimonio viviente y del gesto
patriótico más grande del siglo XX en la demostración de nuestra vocación
soberana", admitió el excombatiente. Los hijos de Juan llevan consigo lo que significó la participación de
su papá en Malvinas. "Fue un gran acto de amor, porque solo el que ama tanto es
capaz de ofrecer su vida, eso fue durante y después de la guerra", afirmó Juan
y sus hijos asintieron con una sonrisa. Ana Laura Oroná Beccerra tiene 22 años y es hija de Dante Nelson Oroná,
de 55. Ambos residen en Arroyito. La joven no es solo hija de un excombatiente.
Quiso ir más allá de ser "la hija de" y actualmente es vicepresidente de la Agrupación
Generación Malvinas: Hijos de Veteranos de Guerra y Caídos en Malvinas, una
comisión de hijos de excombatientes de la guerra de 1982. Bajo el lema "Mantener viva la llama de la gesta de nuestros padres
que dejaron todo en Malvinas", el pasado de Dante parece haber calado hondo en
el presente y futuro de Ana Laura. "Desde chica acompañaba a papá todos los actos, siempre supe que él
peleó en Malvinas pero creo que fue a los 9 años cuando logré entender en
profundidad y con simples palabras de él que puso su vida en juego por la
patria argentina y por Malvinas", dijo Ana Laura. "En ese momento entendí la magnitud de lo que habían hecho y por eso
jamás dejo de pensar que tanto papá como el resto de los soldados son héroes y
no solo mío, porque lucharon por todos, por el pueblo argentino", agregó. Ana Laura, como a muchos de los hijos de excombatientes de Malvinas,
"quisiera que la gente los tenga en cuenta, que les presten más atención porque
están junto a nosotros, están vivos y los cruzan por la calle todos los días.
No hay que recordarlos solo el 2 de abril". "Malvinas para ellos fue, es y será su razón de ser y nosotros no
podemos hacer oídos sordos. No los dejemos morir en el olvido", reflexionó. Dante, actual presidente de la Centro de Veteranos de Guerra circuito
Arroyito y del Departamento San Justo, siente un gran orgullo por su hija. Dante se fue a los 19 años como operador de una antiaérea 12,70 puesto
ocasional que ocupó ya que su regimiento llegó a Puerto Argentino, pero por
razones del destino, lo dejaron abandonado en el lugar custodiando junto a seis
compañeros, comida y armas. "El 21 de abril de 1982 llegamos en avión al
aeropuerto de Malvinas. El 29 nos movilizaron a donde habían estado los
ingleses pasando Puerto Argentino y esa fue la primera vez que me salvé ya que
a los dos días bombardearon el aeropuerto". El 11 de junio todo cambiaría para Dante. "Ese día comenzó el llamado
`ataque final´ que se realizó en horas de la noche por mar y tierra. En la
madrugada del 12 de junio nos ordenaron replegarnos hasta Puerto Argentino
caminando 6 kilómetros a través de un campo minado. Al mediodía, comenzó el
hostigamiento, en el cual un proyectil cae cerca de la posición y hiere a tres
compañeros y a mí en un pie y ahí soy llevado al hospital de la armada pasando
Puerto Argentino". El 14 de junio a primera hora, "los que podíamos movilizarnos solos
fuimos llevados al hospital del Ejercito y a las 11 de la mañana recibíamos el
comunicado de que nos habíamos rendido". Para el 18 de junio, ya había zarpado en el Hospital Regional de
Comodoro Rivadavia. Secuelas La historia es dura para Dante y desde su regreso de la guerra,
tuvieron que pasar 10 años para contarla. "Hasta 1992 nunca hablé ni participé
de nada referido a la guerra. Luego, por razones laborales viajé a la provincia
de La Rioja y es allí donde comencé a reunirme con otros exsoldados y llegué a
participar de la Asociación de Veteranos de Malvinas, con el motivo de devolver
a la sociedad lo nuestro y reclamar al gobierno de turno nuestros derechos",
expresó Dante. Para Dante, ver crecer a su hija en democracia "es algo que siempre
quise y defiendo".El "privilegio" de escuchar
el otro relato
"No los dejemos morir en el
olvido"