Malvina es nombre de mujer
Días atrás, en el patio cubierto del Colegio San Martín, se proyectó el documental "Mujeres y Malvinas: hablar después del olvido". Un audiovisual que pone en consideración y reconstruye el conflicto bélico del Atlántico Sur desde los testimonios de las mujeres que actuaron como enfermeras en la base Puerto Belgrano. La Guerra de Malvinas contada por "las olvidadas" de una de las historias más tristes de nuestro país.
Por Manuel Ruiz
"Hubo un chico que llegó al hospital desde la islas, sino me equivoco era de Formosa, al que tuvieron que amputarle una pierna producto de las heridas de combate. Acostado en la cama nos decía: ´cómo voy a volver a mi casa sin una pierna`. Nosotras para tratar de calmarlo, consolarlo, le decíamos que podía hacer otras cosas, que no se preocupe, que era joven. Él le escribe una carta a su mamá diciéndole que había conocido a un compañero en Malvinas y que se había hecho muy amigo y que desafortunadamente había perdido una pierna. En la carta le preguntaba a su mamá si lo podían recibir en su casa, por un tiempo, hasta que él pueda volver con su familia porque no se animaba a hacerlo en esas condiciones a su casa. La mamá le respondió entre otras cosas: ´Hijo, qué bueno que estés bien. Con respecto a tu amigo no puede venir a casa porque yo no estoy preparada para vivir con un discapacitado. Cuando recibió la carta, ese chico, se fue al baño del hospital, agarró un arma y se pegó un tiro".
La que cuenta ese pedazo de historia sobre la Guerra de Malvinas es Dora Ruiz. "Dorita". La última en incorporarse, hasta el momento, al colectivo "Mujeres y Malvinas" que integran algunas de las 50 mujeres que en el año 1981 se enrolaron en la Escuela de Enfermería de la Armada Argentina como aspirantes de enfermería en la base Puerto Belgrano de la localidad bonaerense de Punta Alta. Base central de esa fuerza militar en el conflicto bélico del Atlántico Sur, y que un año después con escasos conocimientos de enfermería, fueron claves en la atención y contención de los heridos de guerra en las islas, que caían de a montones al hospital montado en la base. Esas mujeres, como "Dorita", en el `81 tenían entre 16 y 18 años.
Ruiz ocupa el lugar central del panel. A su derecha e izquierda, respectivamente, están sentadas María Elena Otero y Yanina Florida, autoras del documental "Mujeres y Malvinas: hablar después del olvido", creado en el marco del programa de Historia Argentina y Latinoamericana de la Secretaría de Políticas Universitarias de la Universidad Nacional de Córdoba (UNC), que reúne a los alumnos del nivel superior del colegio superior San Martín frente a una historia que la historia se ha olvidado de contar. De escribir.
Enfermera, en el sur
"Ingresamos a través de una convocatoria, se hacía en su momento a través de radio y televisión. Entonces vos te arrimabas a la sede de la base que había en tu ciudad y a su vez tenías que rendir un examen de ingreso, me fue bien e ingresé. Mi camada ingresa a la base naval Puerto Belgrano en el año 1981 para cursar la carrera de Enfermería. En ese momento, con el país bajo un gobierno militar, la economía no era muy buena. Entonces ese llamado que hacen desde las fuerzas militares era la posibilidad de poder hacer una carrera; cobrabas una pequeña beca, no pagabas nada y podías estudiar", explica Dorita a LA VOZ DE SAN JUSTO, en la sala de profesores del colegio previo a la charla, cuando se refiere a cómo llega -sin saberlo- a ser parte de la guerra de Malvinas.
"A partir de 1980 empiezan a ser incluidas las mujeres en las filas militares en la República Argentina, cada fuerza la hizo de forma diferente, implementó distintas modalidades para incluirlas. La armada hizo una convocatoria nacional exhortando a jóvenes mujeres a participar de un curso de Enfermería y lo que es llamativo es que ese curso se daba a chicas que no habían terminado el secundario, por eso nos encontramos chicas que tenían entre 16, 17 y 18 años en la base naval de Puerto Belgrano. Ellas iban a finalizar el secundario en paralelo al curso. Al momento de irse eran menores de edad, cuyos padres habían cedido su potestad al Estado. El Estado tenía el deber de protegerlas y cuidarlas y no lo hizo, no solamente no lo hizo sino que las envió a una guerra sin estar capacitadas profesionalmente, sin estar contenidas emocionalmente, sin tener información de dónde estaban yendo. Sino también este Estado, a través de algunos superiores, cometió actos de violencia física, psíquica y sexual con algunas de esas chicas", contextualiza Otero, licenciada en Comunicación Social, docente e investigadora, quien llega al colectivo "Mujeres y Malvinas" después de trabajar con otro aspecto de la guerra.
Siempre avocada a rescatar testimonios orales sobre la guerra, sus causas, consecuencias y aristas, Otero se encontró con el testimonio de una aspirante a enfermera de la armada y desde allí supo que ese sería su eje para narrar lo que ella llama la "desmalvinización" de la historia argentina. Aunque sus hipótesis primeras quedaron completamente refutadas cuando empezó el trabajo de campo, cuando comenzó con las entrevistas a las mujeres del colectivo.
"El proceso de desmalvinización de la historia argentina se da fuertemente durante la transición democrática y el gobierno de Alfonsín. Con el fin de quitarle cualquier vestigio de poder a los militares, militares que se querían adjudicar la defensa de la patria con esta guerra, los intelectuales del gobierno alfonsinista deciden que había que desmalvinizar la sociedad argentina. Sacarlo como tópico de discusión, no hablar más, y en ese olvido quedaron los veteranos también. Fue una desmalvinización política organizada desde el Estado, pero que también fue social, en lo que compete a preguntarle, por ejemplo, como vecino a un veterano: ¿cómo te fue? ¿qué pasó? Contáme. Nadie preguntó nada. A las mujeres cuando volvieron a sus lugares de origen nadie les preguntó nada. Creo que va de la mano con que el 13 de junio de 1982, un día antes de la rendición, comienza el Mundial de Fútbol en España, y en Argentina, cuando empieza el futbol nos olvidamos de todo lo demás. Y también el hecho de la vergüenza de la derrota, no querés saber nada, porque más se preguntaba, peor era", explica Otero.
María Elena Otero
Si quieren venir que vengan
"Nosotras ya cursábamos el segundo año y ya habíamos empezado a tener prácticas en la guardia médica. Un día nos dicen que de tal hora teníamos franco, que saliéramos y nos despidiéramos porque no sabían por cuánto tiempo no íbamos a volver a salir. Cuando salimos a la calle empezamos a ver que las ventanas de las casas de Punta Alta estaban tapadas, oscurecidas; las luces de los autos también. Como que mucho no se entendía porque nadie hablaba con claridad. Cuando volvemos se nos informa y se nos manda a hacer entrenamientos, a empezar a cubrir guardias, se empezó a preparar. Pero hasta ahí eran suposiciones. Y llegó el momento en que suena la sirena del toque de queda que nos informaba que la guerra estaba declarada. Nos sacaron un televisor, la radio. No teníamos voces desde el exterior", cuenta Dora sobre el momento, tan solo un año después de llegar a la base, en que la guerra explotó. Mientras en Plaza de Mayo el pueblo argentino le presentaba batalla a los ingleses en Punta Alta, nadie sabía bien lo que una guerra significaba, al menos en el cuartel de las aspirantes a enfermeras.
"Yo creo que en ese momento no lo dimensionamos, creo que ninguna lo dimensionó. Si muchos años después, lo que vi y viví ahí, sé que no lo voy a volver a ver ni vivir en mi vida. Pero creo que en ese momento puntual todo empezó a cerrar cuando aparecieron los primeros heridos. Te encontrabas tantos chicos con amputaciones, pies de trinchera. Era el hospital donde venían todos los heridos, después se derivaban, pero todos los heridos pasaban por Puerto Belgrano. Ellos hablaban con nosotras porque permanentemente estabas abocada a la asistencia. Escuchabas los llantos, hombres que te decían como voy a volver a mi casa si me falta un brazo o una pierna, chicos que pedían por sus familias, por sus madres. Vos escuchabas y lo que hacías era darle una palabra de aliento, no sé de dónde nos salía porque si te ponés a pensar éramos tan chicas como ellos, pero vos le tenías que dar fortaleza, si querías llorar, llorabas en el baño, a la noche, medio a escondidas, pero en el momento era darle fuerzas a ellos que la necesitaban más que una", rememora Dora.
Yanina Floridia
Nosotras también somos Malvinas
"Todas la personas que han escrito y teorizado sobre la Guerra de Malvinas nunca han mencionado la presencia de las mujeres en el conflicto. Nunca las mencionan porque nadie se las mencionó: nadie te habla de ellas, entonces nadie habla de ellas", dice Otero explicando cómo el discurso que ha hegemonizado el relato ha sido el de los hombres, el de los excombatientes, colimbas, todos varones que cruzaron el Mar Argentino. Algunos volvieron y otros no.
"Creo que la sociedad cerró los ojos frente a toda la cuestión Malvinas, pero siempre los protagonistas fueron los oficiales y los conscriptos. Esos fueron los protagonistas de la guerra. Y si los hombres recibieron la victimización, porque los han tildado desde locos, hasta unos tipos que quieren una pensión, lo de las mujeres fue una negación. Hubo un silencio absoluto sobre su participación. No están registradas ni reconocidas por la misma fuerza a la que le dieron su tiempo y su vida", remarca Otero.
La guerra desde Puerto Belgrano
"Fue Patricia Lorenzini. Ella tuvo una historia muy difícil a partir de la guerra. Ella vivió abusos reiterados en la base y luego de eso su vida quedo destruida. No pudo elaborar eso y no tuvo la contención de nadie, ni de la fuerza, ni del Estado. Todo lo contrario, recibió estigmatización. Ella en 2015 sale a la luz y empieza a contactar, porque ellas, las que tuvieron como aspirantes de enfermeras en la base naval Puerto Belgrano no se vieron nunca más, cada una volvió a su provincia. Patricia había quedado en contacto con otra aspirante de la zona de La Plata y empieza a contactarlas. Para Patricia reunirlas fue un motivo de vida. Ella decía que había que visibilizar su tarea pero nunca para recibir una pensión, sino para que la sociedad conozca la tarea que ellas habían desarrollado en Malvinas. No es una búsqueda económica, sino simbólica, entonces a través de las redes se empiezan a contactar, ponen fotos para que reconozcan y es así como surge el colectivo", explica Otero.
Lorenzini, fallecida el pasado 30 de agosto, como Dora, encontraron en "Mujeres y Malvinas" aire. Se encontraron a ellas mismas. Pudieron luego de años y años de silencio, de no hablar de Malvinas, de su rol como enfermeras de guerra, de las vejaciones de las que muchas fueron víctimas, encontrar su voz. Romper un silencio tan profundo y pesado que ya olía demasiado a olvido. Un silencio que les había hecho creer que Malvinas no era su historia.