Mal ejecutados o señalizados, los reductores de tierra se convierten en un obstáculo
En los papeles un "lomo de burro" sobre pavimento o en calle de tierra tiene la misma finalidad, pero en la práctica el rápido deterioro de los primeros y las dificultades para su señalización horizontal los hacen más peligrosos.
Por Ivana Acosta | LVSJ
Las calles no son pistas de carreras y eso es un principio básico para todas las personas que circulan en la vía pública sea en bici, motos o vehículos, pero cuando los gobiernos advirtieron que por más énfasis que se pusiera en esto las buenas prácticas no existían entonces empezaron a colocarse dispositivos que los limitaran.
Así nacieron los semáforos, las señales de "Pare" y también los lomos de burro cuyo fin es ordenar el tránsito y disminuir los riesgos que el exceso de velocidad conlleva cuando se circula.
En San Francisco las comúnmente llamadas "lomadas" pueden ser de hormigón (que son las que más proliferan) y también construidas en calles de tierra, éstas últimas generaron un gran debate en las últimas semanas después del grave accidente que sufriera Junior, un joven de 18 años.
Si se construye un reductor de velocidad de hormigón su deterioro es paulatino, lo que no sucede con los de tierra que requieren mayor precisión para fijar su altura, extensión y durabilidad.
Más peligrosas
Los lomos de burro de tierra requieren algunas cosas básicas, primero la atención del conductor a las señales, después la iluminación adecuada del sector y también morigerar la velocidad a la que se transita.
Cuando eso no sucede las probabilidades de romper el auto, perder la estabilidad en la moto o simplemente caer se multiplican exponencialmente, es por eso que requiere de un esfuerzo individual y otro gubernamental que tiene a cargo el mantenimiento.
El ingeniero electromecánico y perito en reconstrucción de accidentes viales, Hugo Gieco, dijo: "Las de tierra buscan que el polvillo no obstaculice la visión porque se va a alta velocidad, pero en estos casos son obstáculos en realidad. El problema que tienen son la imposibilidad de tener colores y la visibilidad en oscuridad".
El perito también expresó que los accidentes no dejarán de suceder porque muchas veces no se ven, no se respetan los límites de velocidad o no están bien construidas.
"En las de tierra no se puede hacer mucho más que señalizar y aun así por la iluminación no lo alcanza a ver igual. No tenemos que olvidarnos que la mayoría de los accidentes son por errores humanos, más aun cuando hay exceso de velocidad y a veces se desconoce o no se ven. Las de tierra se deforman más rápido también", indicó.
Los lomos de burro no deben producir un gran impacto como un choque sino ser “molestos” para reducir la velocidad.
Legislación y semejanzas
Los reductores de hormigón y los de tierra independientemente que sus materiales de construcción son distintos deben hacerse de la misma forma. En la ordenanza 6526 del 9 de noviembre de 2014 y su anexo los "lomos de Burro, se colocan sobre la superficie de rasante de la calle y su efectividad".
Su finalidad "reside en el hecho de crear una incomodidad de los conductores y ocupantes del vehículo al atravesar dicho dispositivo, cuando se transita a velocidades superiores a las establecidas".
Gieco consideró que lo ideal sería que sus medidas fueran de"3 metros de largo por máximo y 7 centímetros de alto" de modo tal que sea un suave deslizamiento en altura del auto y no que choquen y haga un impacto desequilibrante para los conductores.
"La altura no es mucha, sino que es para evitar el exceso de velocidad. Eso debe ir acompañado por la señalización y la pintura para orientar la visión del conductor", señaló.
Por otro lado, sea que estén sobre ripio o pavimento deben tener la misma fisonomía y señalización vertical "retroreflectivas de alta intensidad", en tanto que de acuerdo a la legislación "los dispositivos estarán ubicados en lugares que permitan su adecuada visualización y a una distancia tal que les permita a los conductores reaccionar".