Mal de los rastrojos y coronavirus

Que el prestigioso Laboratorio de Hemoderivados de la Universidad de Córdoba esté trabajando en la consecución del plasma de personas curadas de coronavirus para aplicar al tratamiento de los enfermos es un hecho más que destacable.
Se conoció que el Laboratorio de Hemoderivados de la Universidad Nacional de Córdoba trabaja en el desarrollo de un fármaco inyectable con anticuerpos contra el coronavirus, creado a base de la proteína gammaglobulina que se extrae del plasma sanguíneo, para favorecer al tratamiento y mejora del paciente que contrajo este mal.
Este producto no es una vacuna, pero puede servir para recuperar a enfermos sobre la base de inyectarles plasma proveniente de personas que ya se han curado. Consiste en la formulación de la gammaglobulina, que se extrae de plasma convaleciente que se extrae de la sangre de la persona que ya se encuentra en etapa de recuperación o cura del coronavirus, para luego desarrollar y producir el anticuerpo para atacar al Covid-19. En un mes podría ya estar lista la primera partida de este medicamento.
Lo relatado es ni más ni menos que una nueva versión de un tratamiento médico surgido en la Argentina en 1971, cuando el doctor Julio Maiztegui y su colega Patricio Cossio comprobaron que aplicando plasma de personas curadas de la fiebre hemorrágica argentina (Mal de los rastrojos), la mortalidad se redujo del 30% al 3%. El procedimiento fue avalado años después por la comunidad médica internacional y sus impulsores son merecedores de homenajes en todo el mundo.
En verdad, la idea de utilizar el suero de convalecientes data de fines del siglo XIX. Se usó para la poliomielitis, para el Sars y en 2015 se logró controlar gran parte de la epidemia de ébola en el continente africano. Maiztegui y Cossio sistematizaron este procedimiento y demostraron que, si se trataba a los enfermos de fiebre hemorrágica argentina con plasma de personas ya recuperadas, se reducía la mortalidad del mal de los rastrojos a un porcentaje mínimo.
Por cierto, existen diferencias entre la fiebre hemorrágica y el coronavirus. Por ejemplo, la primera no se transmite de persona a persona, mientras que la actual amenaza tiene alta tasa de contagios interpersonales. Sin embargo, que el prestigioso Laboratorio de Hemoderivados de la Universidad de Córdoba esté trabajando en la consecución del plasma de personas curadas de coronavirus para aplicar al tratamiento de los enfermos es un hecho más que destacable.
No sólo porque es un esfuerzo importante de la prestigiosa casa de altos estudios, sino también porque recupera un aporte argentino para la lucha contra las enfermedades, basado en la experiencia exitosa que permitió reducir la incidencia del mal de los rastrojos en nuestra población rural. A casi medio siglo de aquel logro científico bien vale la pena recordar a los médicos que lo hicieron posible y consiguieron reducir al mínimo la mortalidad de una enfermedad que hacía estragos en la población rural de nuestro país. Es de esperar que el plasma de coronavirus que producirán en Córdoba alcance también el mismo resultado positivo.