Madre e hija y la misma pasión: tocar en la banda

"Es una sensación que no se puede explicar. Quien lo siente de corazón, quien estuvo en una banda y la ama, sabe de qué hablo". La historia de Carolina y Martina.
Las bandas lisas son un sello distintivo de la educación en San Francisco. De hecho, nuestra ciudad ostenta el título de tener la banda lisa más antigua en el país, y pertenece al Colegio San Martín.
Integrar una de estas agrupaciones, es motivo de orgullo y sentido de pertenencia a la institución que la alberga.
Carolina González (31) fue tamborista de la banda lisa de la Escuela Normal "Dr. Nicolás Avellaneda" y trasladó su pasión a su hija Martina Pomiro González (8), quien ya toca el mismo instrumento que su mamá y en la misa escuela de barrio Catedral.
Carolina también fue bastonera suplente y participó de la banda en el secundario, mientras Martina comenzó a dar sus primeros pasos en ese maravilloso grupo de estudiantes que galardona con tambores, redoblantes y trompas desde la primaria.
Si bien este 25 de Mayo no se realizará el desfile cívico por el pronóstico meteorológico desfavorable, nada apaga el fervor patrio y las ganas de tocar el tambor.
Carolina y Martina y el mismo amor, la banda lisa de la ENA. (Fotos: Marcelo Suppo | LVSJ)
Heredera y sueños de bastonera
Carolina le trasmitió todo su entusiasmo a su niña. "A Martina siempre le gustó todo lo relacionado con el arte, ya sea pintura, dibujo, música y canto. Cuando veía las bandas en el desfile, les encantaba y nos decía que quería tocar ahí. También en mi familia le mostrábamos recuerdos de fotos y videos de mi paso por la banda lisa", recordó Carolina.
"Cuando abrieron la inscripción del corriente año, ese día vino ansiosa a contarme y ahí la inscribí. Desde el año anterior practicaba en el recreo junto a niñas que ya estaban dentro de la banda y le encantaba que le enseñaran, pero aún no podía postularse sino hasta 4° grado. Desde entonces, no quiso faltar a ningún ensayo de práctica y se lo tomó con mucho compromiso", explicó.
"Siento una felicidad y un orgullo enorme porque además nació de su motivación. Ella es la responsable de las alegrías y los desafíos más lindos de mi vida. Verla tan feliz, concentrada y comprometida con los ensayos y las presentaciones siendo tan pequeña, me da mucha satisfacción".
"Ya me está pidiendo que le haga confeccionar un bastón porque dice que va a ser bastonera cuando sea más grande y agarra todos los palos de escoba que encuentra por ahí", graficó.
El valor de pertenecer
Entrar a la banda no es cosa fácil. Se realizan varios ensayos donde las niñas que ya están adentro enseñan las marchas, el paso y las señas de la bastonera a las aspirantes.
Luego, un día determinado, se toma u examen de ejecución del instrumento que cada una eligió, o ambos. Pasada la prueba práctica, se corrobora en la institución educativa que la ingresante tenga un buen desempeño escolar tanto académico como social.
Para ser parte de la misma, la estudiante debe tener buenas calificaciones y excelente conducta. Es importante también haber cumplimentado con responsabilidad los ensayos previos al día del examen.
"Uno aplica más que nunca el trabajo en equipo para lograr mejores resultados y que todo salgo de la mejor manera. Se pone en juego la empatía y el respeto hacia el compañero al comprometerse con los ensayos para que se pueda practicar cada desplazamiento o formación de la banda", indicó Carolina.
"Se aprende sobre responsabilidad, esfuerzo, prioridades y está presente más que nunca, el amor y la pasión por lo que se hace. Por último, pero no menos importante, uno se entrena en la tolerancia a la frustración porque a veces las cosas no salen como queremos, pero aprendemos a intentarlo con más fuerza hasta lograr lo que deseamos y como lo deseamos".
El desfile, ese gran momento
Para los integrantes de una banda lisa, el 25 de Mayo es la cita más importante. Desfilarán frente a su familia, amigos, compañeros, vecinos, ante la sociedad.
"Vivía los desfiles con muchos nervios porque generalmente el clima no acompañaba y esperábamos con ansias hasta última hora para saber si se suspendía o se realizaba. Recuerdo estar parada frente al televisor en varias ocasiones, pidiendo para que se haga y no nos den la noticia de la suspensión. Era una emoción muy grande representar a la Escuela Normal".
"Es una sensación que no se puede explicar. Quien lo siente de corazón, quien estuvo en una banda y la ama, sabe de qué hablo", agregó Carolina.
"Hay mucho compromiso, esfuerzo y emociones de por medio. El primer acto de mi hija fue en la Noche de los Museos y lloré durante toda la presentación por la emoción que sentía. Se me puso la piel de gallina al verla y verlas a todas tan chiquitas y comprometidas. Cuando terminó la presentación, la fui a felicitar y se largó a llorar porque ya no aguantó más y me dijo que estaba nerviosa pero muy feliz".
"Desde que ingresó, le digo que disfrute de cada presentación ya que cada una es única e irrepetible. Nada se compara con esa mezcla de alegría y ansiedad previa en la preparación del instrumento, la ropa y el peinado", siguió la mamá.
"Hay que disfrutar de cada detalle y ante todo, le pido que sea feliz. Siempre le digo que seguramente pueda equivocarse en algún momento como a todas alguna vez nos pasó, pero lo importante es que lo siga intentando", concluyó.