Sociedad
Lucila Castro, la bióloga que convierte la ciencia en acción para proteger la naturaleza
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Bióloga cordobesa y presidenta de Fundación Natura, Lucila Castro lidera proyectos de conservación en siete provincias. Desde Miramar de Ansenuza hasta el Reino Unido, su lucha une ciencia, comunidades y política para proteger humedales, flamencos y montañas amenazadas.
Crecer junto a la laguna de Mar Chiquita, rodeada de flamencos, arroyos y bosques, definió el destino de Lucila Castro. Criada en Miramar de Ansenuza, Córdoba, su infancia transcurrió en un entorno natural que, para ella, era tan cotidiano como el patio de su casa. “Era el lugar donde uno iba a jugar, nos juntábamos en la laguna, íbamos en bicicleta a los arroyos, a los bosquecitos”, recuerda. Esa conexión permanente con la naturaleza, reforzada por los veranos en el campo de su familia, marcó su vocación: estudiar Biología en la Universidad Nacional de Córdoba y dedicar su vida a la conservación del patrimonio natural argentino.
Hoy, a más de una década de comenzar sus investigaciones sobre los flamencos de Ansenuza, Castro es presidenta de Fundación Natura Argentina, una organización que nació de una pasión personal y se transformó en un actor clave en la protección de ecosistemas estratégicos del país.
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La Fundación Natura no nació en una oficina ni con presupuesto estatal. Comenzó como una reunión de amigos biólogos en el departamento de Córdoba capital, con el objetivo de ir más allá de la ciencia básica. “Nos dimos cuenta que teníamos que hacer más”, afirma Castro. “Y esto que nació como una idea de un par de amigos biólogos, se termina consolidando con la Fundación Natura Argentina”.
Fundada oficialmente en 2020, pero con raíces que se remontan al 2011 -cuando Castro comenzó a estudiar flamencos-, la organización hoy reúne a 30 profesionales y desarrolla siete proyectos en distintas regiones del país. Su enfoque es claro: unir la investigación científica con las necesidades sociales y la conservación ambiental, promoviendo una visión integradora donde desarrollo y naturaleza no están en conflicto.
Siete proyectos, un solo objetivo: proteger lo irremplazable
Entre los proyectos más destacados de Fundación Natura se encuentra su trabajo continuo en el Parque Nacional Ansenuza, creado en 2022 tras siete años de esfuerzo colectivo. Hoy, la fundación colabora en la elaboración del plan de gestión del parque, una herramienta fundamental para definir qué actividades son permitidas y cómo se protegerá la biodiversidad.
En La Rioja, el equipo trabaja para que las Sierras de Famatina -escenario de una larga resistencia comunitaria contra la minería a cielo abierto- se conviertan en un área protegida. Allí, la ciencia y el activismo local se entrelazan para defender un ecosistema de importancia internacional.
Otro logro reciente es la creación del mosaico de áreas protegidas municipales más grande de Argentina, ubicado en las Sierras de Ambato, Catamarca. Este sistema, conformado por figuras municipales, representa un modelo innovador de conservación descentralizada y participativa, impulsado con el acompañamiento técnico y comunicacional de Natura.
Además, en Mendoza se trabaja para que Uspallata sea el primer Parque Nacional de la provincia, ampliando la red de espacios protegidos en zonas estratégicas.
Los flamencos como bandera de la conservación
Los flamencos no solo fueron el tema de la tesis de grado de Lucila Castro; se convirtieron en emblema de su carrera y en una herramienta clave de conservación. Estudiar a estas aves en Ansenuza la conectó con el Grupo de Conservación de Flamencos Altoandinos, una red internacional que reúne a científicos de Argentina, Chile, Bolivia y Perú.
Desde 2011, Castro participa en monitoreos anuales de flamencos en invierno y verano, datos que permiten evaluar la salud del humedal. “Son indicadores”, explica. “Si los flamencos están, es porque el humedal funciona”. Pero su presencia también alerta: el avance de la minería de litio en el norte argentino está secando humedales y destruyendo hábitats. “Están arrasando todo”, denuncia.
Su trabajo ha trascendido fronteras: presentó sus investigaciones en China y Rusia, y hoy colabora con organizaciones globales que estudian lagos salados. Para Fundación Natura, los flamencos son un eje central: su protección implica conservar humedales enteros, con todos sus ecosistemas y comunidades.
Los desafíos: entre provincias, turismo y crisis climática
Pese a los logros, los desafíos son enormes. Uno de los principales es la falta de articulación entre las provincias que comparten la cuenca del sistema hídrico de Mar Chiquita. “El principal desafío es que todas las provincias hablen”, afirma Castro. “El agua viene desde el norte: Santiago del Estero, Tucumán, Catamarca. Si no regulamos el uso y la contaminación, el humedal está en riesgo”.
Otro desafío es el turismo. Si bien Miramar ya tiene una oferta consolidada, el objetivo es diversificarlo de forma ordenada y sustentable. “No queremos un turismo de impacto que contamine”, dice. La zonificación -separar áreas de uso múltiple de zonas estrictamente protegidas- es clave para equilibrar desarrollo local y conservación.
En un contexto de crisis económica y climática, la fundación prioriza la eficiencia: planes operativos anuales, trabajo con comunidades y generación de datos científicos para influir en políticas públicas. “Las áreas protegidas son pedacitos de tierra que nos van a salvar”, sostiene Castro. “Si cuidamos los ambientes, nosotros estaremos sanos”.