Sociedad
Los recorridos escolares al Archivo Gráfico, una puerta viva a la historia local

Como cada año, cientos de estudiantes se siguen sumando a los recorridos por la institución para conocer, desde muy chicos, la historia de nuestra ciudad de una forma cercana y distinta.
Como cada año, en este 2025, cientos de niños, niñas y adolescentes de la ciudad y la región recorren las salas del Archivo Gráfico y Museo Histórico de San Francisco (AGM). Acompañados por sus docentes y recibidos por un equipo comprometido, los estudiantes transitaron por distintos capítulos de la historia local, no desde la rigidez de un manual, sino desde la vivencia directa, el asombro y la emoción que despiertan los objetos, documentos y relatos del pasado.
En este contexto, el reciente 1 de julio, Día del Historiador en Argentina, invita a reflexionar sobre quiénes narran la historia y desde dónde se construye esa memoria colectiva. Más allá de los libros y las fechas, son las instituciones como el AGM las que permiten que el pasado respire en el presente. Allí, donde cada elemento expuesto tiene algo para contar, se vuelve tangible el trabajo silencioso de quienes, día tras día, mantienen viva la identidad local.
“El objetivo es transmitir el conocimiento a través de lo emocional. Que los chicos puedan pensar cómo era este lugar, cómo se usaba tal objeto, de dónde nacemos como ciudad y cómo nos fuimos proyectando hacia la sociedad que somos hoy”, explicó Alberto Orellano, integrante del equipo que guía las visitas.
Una experiencia educativa personalizada y emocional
Las actividades educativas comienzan a tomar fuerza desde abril, cuando las escuelas ya tienen definidos sus programas. Es entonces cuando el personal del museo —conformado por Alberto, María Teresa, Arturo y Mabel— se pone en contacto con los docentes para definir juntos los recorridos, que se adaptan a las edades, intereses y contenidos de cada grupo. De este modo, cada experiencia es única y personalizada.
Los ejes temáticos pueden abarcar desde paleontología hasta pueblos originarios, vida cotidiana, salud, tecnología, industria, oficios, religión, juegos y juguetes, monte nativo o educación. “Si tuviéramos que hacer todo el recorrido sería larguísimo. Por eso siempre acordamos con el docente qué aspectos abordar”, precisó Orellano.
En 2025, la participación escolar fue nuevamente destacada. Desde niños de tres años de edad que asisten por primera vez con guarderías y jardines, hasta adolescentes que ya pasaron por el museo en etapas anteriores y hoy, en sexto año del secundario, vuelven con otra mirada. Otros estudiantes que se suman, además del nivel medio, son los estudiantes de terciarios y hasta del Conicet.
“Este año notamos que los chicos se involucran aún más. Quizás porque necesitan salir del aula, respirar otro ambiente, pero también porque estas visitas los conectan con algo que les pertenece. Muchos recuerdan perfectamente su paso anterior por el museo y mantienen viva esa curiosidad”, destacó Orellano. Para los más pequeños, incluso, se planifican momentos de recreación como picnics breves entre sala y sala, que permiten retomar luego el recorrido con más atención.

Un recorrido por el pasado: fósiles, oficios y barrios históricos
Uno de los espacios que más fascina a los alumnos es la sala dedicada al período Cuaternario. “Los fósiles aparecieron apenas meses después de la inauguración del archivo y desde entonces sorprenden a todos. Lo más impactante para los chicos es saber que esos restos no son de otro país ni de una época lejana: son de San Francisco”, señaló Orellano. Muchos llegan con conocimientos sobre dinosaurios, por lo que a veces cuesta ‘bajarlos a tierra’ y explicarles que estos fósiles no pertenecen a la era de los dinosaurios, sino que son restos prehistóricos locales. “Cuando se enteran, se sorprenden mucho, y eso se nota en sus caras apenas entran a la sala”, agregó.
Los recorridos dentro del archivo están organizados por áreas temáticas que permiten ir reconstruyendo distintas etapas del desarrollo local. Comienzan con paleontología, siguen con la vida en la frontera y los primeros pobladores, el monte nativo, la fundación de la ciudad, la llegada del ferrocarril, las religiones traídas por distintas colectividades, el sistema educativo, los oficios, la salud, la industria y los juegos. Cada sala guarda elementos originales y valiosos, acompañados por relatos que despiertan imágenes mentales vívidas en los estudiantes.
Además, desde el año pasado, asumieron el desafío de ampliar sus propuestas con recorridos educativos y culturales por la ciudad, destinados especialmente a escuelas de otras localidades que llegan con el deseo de conocer San Francisco y su historia. Esta iniciativa permite articular espacios históricos y naturales, generando circuitos pensados para despertar el interés y la participación de los más jóvenes.
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“Nuestra intención es que los chicos no vean la historia como algo frío. Queremos que toquen los objetos, que los vean, que se imaginen los contextos en los que se usaban. Eso genera una conexión totalmente distinta a leerlo en un libro”, sostuvo Orellano.
En tiempos donde las pantallas y la velocidad tienden a alejar a las nuevas generaciones del pasado, propuestas como las del Archivo Gráfico permiten detenerse, mirar hacia atrás y reconocer que la historia también se construye desde lo cotidiano. Porque al fin y al cabo, contar la historia no es solo tarea de historiadores: también lo hacen quienes abren las puertas de estos espacios, dispuestos a contar, mostrar y emocionar.