“Los protocolos se cumplen a rajatabla”
Mauro Reinero, administrador y propietario del Teatro Mayo habló del regreso del público a la sala, de los desafíos que tuvo que afrontar y del panorama que avizora para el futuro.
Uno de los sectores más golpeados por la pandemia fue el del teatro. Las salas estuvieron cerradas prácticamente un año y el regreso es lento y dificultoso. Requiere de una logística muy coordinada entre las partes (productores, dueños, artistas) y muchas veces las nuevas medidas las hacen en vano, perdiendo tiempo y posibilidades de ingreso en cada marcha atrás.
Sin embargo, para Mauro Reinero, propietario del Teatro Mayo, el panorama es incierto pero mejor de lo imaginado meses atrás. Para el futuro espera la llegada de números importantes que -de no mediar nuevos retrocesos- mantendrán cierta frecuencia en la actividad y sí un 2022 más parecido a la vieja normalidad.
El parate para la sala local no comenzó junto con la pandemia sino que ya venía sin actividad desde diciembre de 2019 ya que en enero y febrero, los recintos de ciudades no turísticas suelen estar de receso y aprovechan el impasse para realizar mejoras y mantenimiento.
La llegada del coronavirus, como a todos, sorprendió a la actividad y le dio un duro golpe. Alrededor del teatro trabajan no solo los actores principales sino también quienes no son tan visibles como sonidistas, iluminadores, maquilladores, vestuaristas, etc. Además, no solo recibe a obras teatrales, humorísticas y musicales, sino también a eventos locales que recurren a la sala por su magnitud y estructura.
Entonces, el 2020 fue nulo en cuanto a actividad y de mucha tristeza. Ya en este 2021, luego de algunas pruebas piloto en distintas ciudades, llegó la habilitación para abrir bajo estricto protocolo. Aun así, hubo espectáculos que debieron cancelarse por razones ajenas.
Más allá de las dificultades y nuevos desafíos, Reinero ve crecer el deseo del público de ver un espectáculo en vivo, más aun cuando -como asegura- confirman que los cuidados se cumplen al pie de la letra.
"A partir de marzo comenzó a activarse la agenda, empezaron los llamados, las consultas de disponibilidad de fechas. Pero cada ciudad tiene su particularidad por su situación sanitaria y ello termina influyendo. Acá hay muchos eventos locales y son un poco más fácil de organizar. Pero los que vienen de afuera, por cuestiones de costos, el artista siempre busca armar una gira por ciudades cercanas. Por ejemplo, un viernes Rafaela, sábado San Francisco y domingo Villa María. Pero, como ha pasado, si una ciudad debe dar marcha atrás por aumento de casos, se cae toda la gira", comenta Reinero.
En ese sentido recalcó: "Para organizar cada fecha es una logística enorme para el artista y para la sala, pero dentro de la incertidumbre, porque a lo mejor tenés todo listo pero a la semana se vuelve todo para atrás y podés reprogramar el espectáculo, pero tenés que devolver las entradas y demás. Aquí en San Francisco se habilitó en marzo y no hubo marcha atrás salvo esos quince días que se decretaron en mayo y junio".
Uno de los números que debieron reprogramarse fue el de Cacho Garay. Y fue por una particularidad: estaba agendado para el viernes 21 de mayo, y las nuevas medidas comenzaban a regir al día siguiente. Pero a la medianoche quedaban restringidas la circulación y las actividades, por lo que el artista no podría moverse hacia Carlos Paz donde tenía previsto realizar dos fechas ni volver a su ciudad de residencia.
Finalmente el humorista vendrá en agosto. Se esperan otros números como Cacho Buenaventura, el Flaco Pailos, Hernán Piquín y Jairo de aquí a fin de año, por lo que las expectativas son buenas.
El cumplimiento de protocolos
Reinero dijo que en el Teatro Mayo se cumplen las medidas de prevención al pie de la letra. Ellos son control de temperatura, provisión de alcohol en gel, distanciamiento, aforo reducido y ventilación cruzada.
"Se están cumpliendo a rajatabla en todo el país. Hay mucha gente que vive del teatro, no solo el que se ve arriba del escenario. Entonces, se cuida al máximo para no perder lo que tanto nos costó lograr".
Una de los principales obstáculos que se encontraron los organizadores de espectáculos es la medida de reducción de la capacidad, que oscila entre el 30 y el 50 por ciento del total del recinto. Pero en el caso del Teatro Mayo no fue un inconveniente importante.
La sala está preparada para recibir a 1.000 personas y hoy recibir entre 300 y 500 personas es un buen número en cuanto a recaudación y que permite cumplir con las medidas de distanciamiento.
"Antes había eventos locales en los que me alquilaban la sala, vendían las entradas y cada uno se sentaba donde quería. Ahora tengo que venderlas yo porque es como un tablero de ajedrez. Si alguien me pide 8 entras se las puedo vender, pero se las doy separadas porque cada burbuja no puede tener nadie atrás, adelante ni a los costados", explicó Reinero, quien agregó que si bien la sala no tiene ventanas la ventilación se logra gracias a la apertura de unas compuertas que dan al aire libre.
Bajo ese sistema llegaron números como Divino Divorcio, la obra que interpretan Rodolfo Ranni y Viviana Saccone, y Destino San Javier, además de otros artistas locales. El promedio de asistencia estuvo entre 300 y 400 personas, una buena cifra incluso para tiempos de no pandemia.
Un futuro alentador
Para Reinero, el regreso de la gente a los espectáculos se va a dar de manera paulatina conforme mejore la situación epidemiológica. "Pasó que hay gente que tiene miedo o desconfianza de ir a un lugar cerrado. Pero una vez que ve que los protocolos se cumplen se queda tranquila y viene. Hay mucha gente vacunada y como que despacito se están animando un poquito más. Lo mismo pasa en otras ciudades. Si nos cuidamos todos, los espectáculos van a seguir viniendo, cada vez más. Hasta fin de año va a ser difícil, pero tenemos todas las esperanzas en que el año que viene tengamos algo más parecido a lo que era la normalidad", concluyó.