Arquitectura
Los parques y las plazas como escenarios de vida colectiva
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La arquitecta y paisajista Noelia Lazzarini destaca el valor urbano, ambiental y social de los espacios verdes, y subraya la importancia de proyectarlos desde una mirada integral y ecológica. Asegura que no pueden pensarse de manera aislada, sino en vínculo con el urbanismo, la identidad barrial y la forma en que las personas se relacionan con su entorno.
En la estructura urbana de cualquier ciudad, los espacios públicos verdes -plazas, parques, paseos- son mucho más que elementos decorativos o vacíos entre edificios. Son el corazón de la vida colectiva, los lugares donde las personas se encuentran, transitan, celebran, descansan y, sobre todo, construyen comunidad. Desde la arquitectura y el urbanismo, su diseño y planificación adquieren una dimensión estratégica: se trata de crear escenarios inclusivos, accesibles, resilientes y profundamente conectados con quienes los habitan.
A lo largo de la historia, parques y plazas fueron evolucionado desde ser simples puntos de reunión hasta convertirse en complejos espacios multifuncionales. En la actualidad, ante los desafíos de la densificación urbana y el cambio climático, su diseño exige una mirada interdisciplinaria que equilibre estética, funcionalidad, sostenibilidad e inclusión. Así lo entiende la arquitecta paisajista Noelia Lazzarini, quien sostiene que “hoy un espacio verde público no puede pensarse solo como un espacio decorativo. Es indispensable que contemple en primer lugar a las actividades que en cada parque se van a realizar, como así también a la red de circulaciones necesarias, sean peatonales, o vehiculares y además, contar con caminos de accesibilidad”.
La experiencia contemporánea del espacio público integra múltiples capas: circulación, descanso, juego, naturaleza, arte, memoria, cultura. Según Lazzarini, un buen parque debe ofrecer “experiencias diversas: contemplación, movimiento, actividad física, juego, pausa, cultura, naturaleza. Tiene que invitar a quedarse”.
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Arquitectura del paisaje: forma y uso
Desde la perspectiva arquitectónica, los parques no solo definen el paisaje urbano, sino que también expresan valores culturales, ambientales y sociales. Su diseño involucra tanto elementos construidos como caminos, pérgolas o mobiliario urbano, como componentes naturales como la vegetación, el relieve y el agua.
Para Lazzarini, el equilibrio entre forma y función es clave: “La estética nace de la funcionalidad bien resuelta. Cuando un espacio responde genuinamente al uso, al clima, al entorno y a quienes lo habitan, entonces su belleza se vuelve inevitable”. En este sentido, propone una estética “sensible, que no imponga formas sino que acompañe los ritmos del lugar y potencie su identidad”.
Este enfoque se manifiesta también en el uso de la vegetación como recurso estructural y simbólico. “La vegetación es mucho más que ornamento: estructura el paisaje, define microclimas, aloja biodiversidad, marca estaciones y despierta emociones”, destaca la arquitecta. Un árbol puede ser refugio, punto de encuentro. Elegir las especies adecuadas es también parte del lenguaje del diseño.
Contexto, planificación y sostenibilidad
Todo espacio público se inscribe en un entramado físico y social que influye profundamente en sus decisiones de diseño. “El contexto urbano es uno de los factores más determinantes. Todo proyecto paisajístico nace de un diálogo con lo que le rodea”, señala Lazzarini, y detalla que este contexto condiciona “sus usos, su escala, su conectividad y hasta su lenguaje material”.
Desde esta perspectiva, cada parque debe ser pensado como una respuesta única a una situación particular. “Cada parque es único porque responde a necesidades específicas, tanto explícitas como latentes”. La arquitecta propone preguntarse, por ejemplo, si el parque actuará como un pulmón en una zona densamente urbanizada, como un conector entre barrios o como un nodo central de la vida barrial.
La sostenibilidad es otro eje ineludible. En sus proyectos, Lazzarini aplica una “mirada ecológica integral”, entendiendo que “el paisaje no es un fondo escénico, sino un sistema vivo que evoluciona con el tiempo y en relación con su entorno”. Algunas de las estrategias clave que menciona incluyen el uso de vegetación nativa o adaptada, materiales de bajo impacto, sombra estratégica, drenajes sostenibles, captación de agua de lluvia y superficies permeables.
Usos diversos y tecnologías verdes
Diseñar para todos implica pensar en usos múltiples y convivencias diversas. “El diseño de un espacio verde debe responder a un enfoque integral y multifuncional. No se trata de priorizar juegos u otras actividades de forma aislada, sino de crear una estructura de usos que conviva armónicamente”, indica Lazzarini.
En ese sentido, los parques deben contemplar zonas para infancias, adultos mayores, jóvenes y quienes buscan momentos de contemplación o actividad física. “No todos juegan igual, y el juego no es solo para niños”, aclara. Los juegos accesibles e inclusivos son fundamentales, pero también lo son los recorridos, zonas de descanso, sectores sombreados y estímulos sensoriales que permitan una experiencia rica para todas las edades y capacidades.
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La inclusión, para ella, se basa en una pregunta esencial: “¿Cómo queremos que se sientan las personas en este lugar?” Desde esa premisa, el diseño debe ofrecer recorridos claros, equipamiento ergonómico, señalética comprensible, zonas de sombra y de descanso, y actividades diversas que puedan disfrutarse de manera individual o colectiva.
Por otro lado, las tecnologías verdes como los sistemas de drenaje sostenible o riego inteligente se suman como herramientas valiosas para enfrentar el cambio climático. “Estas tecnologías permiten una gestión más eficiente, regenerativa y consciente de los recursos, en especial del agua”, explica.
En este sentido, menciona que “en la Argentina, ya existen experiencias destacadas. En Buenos Aires se incorporó drenajes sostenibles en el Parque de la Innovación, y también en intervenciones recientes del espacio público, como los nuevos tramos del Paseo del Bajo, que incluyen jardines de lluvia y superficies permeables”.
Lo importante, aclara, es que su uso no sea una moda, sino una decisión con propósito, evaluada para cada contexto. “Entiendo que no se trata de incorporar tecnología por tendencia, sino de hacerlo con propósito y sensibilidad”.
Ciudadanía y pertenencia
Finalmente, los espacios públicos cumplen un rol simbólico irremplazable. Son los escenarios donde se construye ciudad desde la interacción directa entre las personas y el territorio. “Los espacios públicos son el corazón mismo de la vida urbana; son los escenarios donde se teje la vida colectiva, la cultura compartida y el sentido de comunidad”, expresa Lazzarini.
En una era marcada por la virtualidad y el aislamiento, los parques y plazas permiten recuperar la experiencia compartida, la memoria y el vínculo con el otro. Son escenarios donde la diversidad cultural, social y generacional se expresa, se aprende y se enriquece mutuamente.
Desde la arquitectura y el paisajismo, el desafío es diseñar lugares donde esa riqueza pueda habitarse con libertad, seguridad y disfrute. Donde el espacio refleje cuidado, respeto y apertura. En definitiva, como concluye la arquitecta: “Los espacios públicos no solo son lugares para caminar o descansar: son los espacios simbólicos y reales donde se vive la ciudad, se construyen vínculos y se cultiva el bienestar colectivo”.