Día Mundial del Arte
Oscar Quaglia: "Los ojos son lo más importante en un retrato, porque dicen lo que tiene el alma de una persona"
El destacado artista plástico de San Francisco, Oscar Quaglia, nos abrió las puertas de su taller para repasar su trayectoria y su pasión por el arte del retrato.
Oscar Fabricio Quaglia, 74 años. Es uno de los artistas más importantes de San Francisco, que con sus retratos y arte supo ganarse un lugar destacado de la cultura de nuestra ciudad.
A través de sus retratos logra capturar los rasgos esenciales de las personas y tuvo el placer que a través de su arte llegar a todos los ámbitos de la comunidad. “Al revés de lo que puede llegar a pensar, un retrato no se hace por vanidad, el 90 por ciento de los que yo hago es por amor y hay una historia que contar”, afirmó el artista.
Este lunes 15 de abril se celebra del Día Mundial del Arte, en una entrevista exclusiva de LA VOZ DE SAN JUSTO, Quaglia nos contó cómo se inició, cómo una enfermedad impactó en su carrera, por qué la gente pide retratarse, entre otras cuestiones. También, el artista recordó a sus dos colegas entrañables Rubén Canello y Luis Taverna, con quien compartió grandes momentos en su vida.
"Los ojos son lo más importante en un retrato, porque dicen lo que tiene el alma de una persona", explica Quaglia. Su sensibilidad y empatía son fundamentales para capturar la esencia de los sujetos, transmitiendo emociones y narrativas a través de sus obras.
- Para empezar, ¿podrías contarnos un poco sobre cómo comenzaste tu carrera artística?
Claro, esta galería que ves es de una casa antigua, construida en 1916 por mi abuelo Fabricio Quaglia, quien ya tenía publicidad de su almacén en La Voz de San Justo en ese entonces. Mi padre luego la adquirió y finalmente la compré yo. Mi madre, cuando yo tenía unos 7 u 8 años, enseñaba dibujo en la escuela y tenía un ingenioso sistema de teatro de sombras que despertaba la imaginación de los niños. Así empezó mi fascinación por el arte.
- ¿Cómo fue tu camino hacia el retrato?
En mi juventud viví un tiempo en Córdoba, trabajando en un Hotel, tenía algunas horas libres por la noche, y solía dibujar a mis compañeros y al barman. Así comenzó mi pasión por el retrato. Más tarde, estudié en la Escuela de Bellas Artes y perfeccioné mis habilidades.
- ¿Qué te llevó a dedicarte especialmente al retrato?
Me encanta capturar las emociones y las historias que hay detrás de cada rostro. Los ojos son especialmente importantes, ya que reflejan el alma de una persona. Presto mucha atención a los gestos y las expresiones, ya que son fundamentales para transmitir la esencia de cada individuo.
- ¿Cuál es la razón principal por la que la gente solicita un retrato tuyo?
Contrario a lo que muchos puedan pensar, la mayoría de mis retratos no se hacen por vanidad, sino por amor y el deseo de preservar recuerdos. Cada retrato tiene una historia única y personal detrás de él, y esa conexión emocional es lo que hace que mi trabajo sea tan significativo.
- Tuviste un momento duro en tu carrera cuando necesitaste un trasplante…
Yo nací como una enfermedad congénita. Mi corazón tenía una válvula, que debía ser tricúspide pero en mi caso era bicúspide y eso me provocaba un soplo. Cuando me lo descubrieron me decía que iba a vivir hasta los 23 años como máximo. Pero por suerte me acompañó la ciencia, los doctores y mi familia y pude salir adelante. A mí Favaloro me salvó la vida y siempre voy a estar agradecido de todos los médicos que se me cruzaron en el camino.
- ¿Cómo fue lo del trasplante?
Ante de eso tuve varias operaciones y me cambiaron la válvula. Con eso fui tirando hasta que llegué a los 58 años y me hicieron el trasplante. En Córdoba me lo cambiaron el corazón y fue un vuelco tremendo en mi vida. “La tormenta aunque vos te asustes va a venir igual”, decía mi abuelo. Hice todo lo posible para estar bien, nunca me decaí y nunca pensé que era el final.
“Un retrato no se hace por vanidad, el 90 por ciento de los que yo hago es por amor y hay una historia que contar”.
- ¿Qué papel juega la empatía en tu trabajo como retratista?
La empatía es fundamental. Soy una persona muy sensible, y esa sensibilidad me permite conectarme profundamente con mis sujetos y capturar su esencia de manera auténtica.
Háblanos sobre tus colegas entrañables, Rubén Canello y Luis Taverna.
Rubén Canello era un maestro del arte, un verdadero creador. Era un artista completo porque dibujaba con tinta china y trabajaba muy bien con óleo y acuarela. Era un creador increíble y aparte era como una persona muy culta. Era un lujo hablar con él era un maestro innato. Siempre recuerdo nuestras conversaciones inspiradoras. Y Luis "Pijui" Taverna era un poeta con el pincel, capaz de transmitir emociones con cada pincelada. Entre los tres tenemos anécdotas increíbles porque disfrutábamos de pasar el tiempo juntos y nos gustaba vivir esa “bohemia” que había alrededor del arte.
"El 90 por ciento de los retratos que hago es por amor y hay una historia que contar".
- ¿Cuál fue uno de tus retratos más importantes y significativos?
Uno de mis retratos más significativos fue el del maestro Juan “Coco” Busso, quien fue un gran mentor para mí en la Escuela Normal. Poder devolverle algo de lo que me había dado como profesor fue una experiencia muy emotiva para mí. Fui a su casa a retratarlo y me acuerdo que me pedía que haga hincapié en las manos porque él siempre le dio mucha importancia para poder explicar y llegar sus alumnos.