"Los niños tienen la luz para entender la complejidad del mundo"
El director santafesino, Iván Fund, habló sobre "Vendrán lluvias suaves", su producción seleccionada para ser exhibida en la Competencia Internacional del 33º Festival de Cine de Mar del Plata y que narra una historia fantástica con singulares protagonistas.
El director santafesino Ivan Fund, recordado por sus anteriores filmes "Los labios", "El asombro" y "Toublanc", es también autor de "Vendrán lluvias suaves", una de las dos producciones argentinas elegidas para la Competencia Internacional del 33° Festival de Cine de Mar del Plata, que se verá hoy y narra una historia fantástica con singulares protagonistas.
Fund se mete en un universo de niños en un pequeño pueblo, un puñado de amigos que un día descubren que todos los adultos están dormidos profundamente y el lugar puede convertirse en la escenografía de un viaje de descubrimiento, clave de un relato con mucho de fantástico.
El titulo se refiere al poema que Sara Teasdale escribió a poco de terminada la Primera Guerra Mundial y acerca de la desolación del día después de una guerra apocalíptica, que inspiró a Ray Bradbury en su cuento homónimo, publicado en 1950 en su colección "Crónicas marcianas".
Para su aventura, este
cineasta acostumbrado a recorrer el camino de la independencia con relatos que
rompen con las reglas del mainstream seleccionó a cuatro chicos de la zona de
su infancia, esa que conoce como la palma de su mano, geografía que, de alguna
forma, también es protagonista.
- Contar una historia con niños es un desafío nuevo...
La decisión de hacer una historia con niños como protagonistas no fue algo consciente. Hay algo en la edad de los niños que tienen entre 7 y 11 años que me parece es como el umbral justo, como si ese fuera el mejor exponente del ser humano. Pienso que es el momento justo donde uno tiene la luz suficiente como para entender la complejidad del mundo, y a su vez la confianza como para poder dejarse atravesar por todas las fantasías que también son parte del mundo.
-Ahí parece estar la clave...
Lo fantástico y lo real se tocan en partes iguales. Ya tengo 34 años y quería acercarme al cine que me hizo querer hacer cine, al cine de amistades, un atajo para animarme a hablar de ciertas cosas. La complicidad con los chicos me permitió volver a creer en todo.
-¿Cómo se desenvuelve un grupo de niños en un mundo sin adultos?
Es como una metáfora. Los adultos no están ahí, no se despiertan, pero lo que uno entiende desde esos niños es que tal vez no pase nada, que no es un problema, que quizás sea cosa de barajar y dar de nuevo, y en eso tienen que ver el poema de Teasdale y el cuento de Bradbury, que es la idea de qué ocurriría si desaparece el mundo tal como lo conocemos.
-¿Hay un cambio en tu cine?
Esta y mis dos películas anteriores son como bisagras, vienen a clausurar mis diez años anteriores, de híbridos entre documentales y ficciones, cine de autor que uno tuvo la necesidad de hacer, armarme de esas herramientas para hacer cine, y habiendo pasado una década creo tener la necesidad de volver a ese otro que te llevó a hacer cine.
-De un cine más hermético a otro más accesible...
Reconozco el perfil de todas mis películas anteriores. La mejor manera de hacer algo genuino es hacer aquello en lo que uno cree, no especulando. Uno siempre es el primer espectador. Si a mí me gusta, empezamos bien.
-¿Y estar en Mar del Plata?
La verdad que estamos muy contentos de que la película pueda tener semejante lugar de privilegio, muy agradecidos. No se me ocurre un lugar mejor en el que la película pueda arrancar su recorrido. Viendo la calidad de la programación en general me hace sentir muy afortunado.