Los menores y la noche
La protección de los más jóvenes implica remarcarse con fuerza la responsabilidad que tienen el Estado y, fundamentalmente, los padres de familia en la búsqueda de soluciones a la situación derivada de los abusos del alcohol y otras sustancias, la marginación, la falta de límites y la violencia juvenil.
Se conoció que, en la vecina localidad de Devoto, hace pocos días, en un procedimiento realizado en un local bailable, personal de la Policía de Córdoba y de la Policía Municipal, constató la presencia, de menores de 15 y 16 años, los que fueron retirados del lugar por incumplimiento del Art. 54 de la Ley 10.326, referido a la Admisión de Niños, Niñas y Adolescentes, en locales bailables. La información da cuenta de que las autoridades intervinientes iniciaron las actuaciones contravencionales que corresponden.
La referida norma legal es el Código de Convivencia Ciudadana de la provincia y el artículo citado establece las sanciones para los "propietarios, gerentes, empresarios, encargados, regentes o responsables de salas de espectáculos o lugares de diversión pública que en contra de una prohibición legal dictada por autoridad competente permitieren la entrada o permanencia de niñas o niños menores de edad en esos locales".
Inicialmente, el hecho tiene connotaciones que permiten ubicarlo dentro de los sucesos que no se dan con frecuencia. O que, al menos, no tienen la difusión pública que corresponde. Porque a nadie escapa que la presencia de menores de edad en locales de diversión nocturna -algunos de ellos no habilitados-, el expendio de alcohol, el exceso de gente en espacios limitados y la existencia de situaciones relacionadas con el consumo de sustancias ilegales son circunstancias que podrían constatarse durante los fines de semana en varios locales nocturnos, tanto de la ciudad como la región. Todas estas irregularidades están contempladas en la referida norma legal y también en las ordenanzas que cada localidad tiene vigentes.
El resguardo de la salud física y mental de los menores de edad es una obligación social imposible de soslayar. Si las autoridades permiten violaciones a las instancias que la ley determina, se coloca en situación de serio riesgo a muchos de ellos, mucho más teniendo en cuenta el auge del delito y la situación de inseguridad que se registran en este tiempo. El debate sobre la diversión nocturna de los que aún no han alcanzado la mayoría de edad tuvo picos interesantes hace varios años. Hoy no asoma como una prioridad para nuestras comunidades, con lo que crecen los peligros que se ciernen sobre nuestros adolescentes.
En este contexto, vale recordar situaciones que, hace ya bastante tiempo, generaron polémica, pero abrieron la discusión sobre el problema. Por caso, la iniciativa de un ex intendente que ofreció a las escuelas alcoholímetros para que se hagan los controles del caso a los alumnos de cada establecimiento. También la intención de imponer una especie de "toque de queda" para los menores de edad que se intentó establecer en la misma localidad donde ahora se produjo el operativo que originó estas reflexiones.
Es verdad que las urgencias que genera la crisis permanente en la que vivimos no siempre habilita la discusión pública sobre algunas temáticas que quedan relegadas en la vida de una comunidad. Pero la protección de los más jóvenes implica retomar el análisis de sus hábitos nocturnos, además de remarcarse con fuerza la responsabilidad que tienen el Estado y, fundamentalmente, los padres de familia en la búsqueda de soluciones a la situación derivada de los abusos del alcohol y otras sustancias, la marginación, la falta de límites y la violencia juvenil.
Entonces, es impostergable la profundización de acciones que devuelvan algo de cordura al tema de la nocturnidad de los menores de edad. Por un lado, trabajando en el fortalecimiento de la prédica familiar y en la labor de la escuela para que los jóvenes tomen conciencia de los riesgos a los que están expuestos. Por otro, aplicando de modo estricto las disposiciones legales vigentes en la materia.