“Los chicos no están solos, se sienten solos con padres hiperocupados”
Antes de su arribo a nuestra ciudad, el pediatra Enrique Orschanski dialogó con LA VOZ DE SAN JUSTO y respondió a la consulta que le hacen todos los padres: por qué pareciera que hoy es más difícil educar a los hijos. Disertará este viernes en el Centro Cultural.
"Debemos recuperar el mundo de los adultos. Hay mucho 'adultocente' dando vueltas". De esta manera responde pediatra Enrique Orschanski a la consulta que le hacen todos los padres: por qué pareciera que hoy es más difícil educar a los hijos.
Orchanski disertará este viernes por la noche en San Francisco, donde presentará su libro "Intemperies", que brinda una mirada sobre la soledad infanto juvenil.
La cita es a las 20.30 en el Centro Cultural (J. J. Paso esquina Mitre) y la charla, organizada por el grupo Recreo Salud de la Secretaría de Salud de la municipalidad.
Antes de su arribo a la ciudad, el médico dialogó con LA VOZ DE SAN JUSTO. Orschanski es egresado de la Universidad Nacional de Córdoba, doctor en Medicina y Cirugía, neonatólogo y pediatra. Es autor de varios libros y de la colección Orschanski, para pensar la infancia.
-¿Qué aqueja hoy a la infancia?
El nudo principal que traspasa todos los grupos sociales es la soledad infantil. En realidad, la soledad no es algo objetivo. Los chicos no están solos, los chicos se sienten solos con padres hiperocupados que están poco tiempo en la casa, o solos en un curso con 40 compañeros durante 8 horas en el colegio. Los chicos se sienten solos en las redes sociales cuando sienten que una demora en la velocidad de Internet los deja fuera de algo importante. Se sienten solos cuando ven a sus padres demasiado cansados, preocupados, quejándose por todo.
-¿Dónde radica el motivo?
Sin dudas, en el estallido de las estructuras familiares. La familia como se la conocía tradicionalmente ha cambiado muchísimo, sobre todo en los últimos 30 años. En ese tiempo se pasó de una familia tradicional, con reclamos tradicionales donde el papá fuera papá, la mamá fuera mamá, que los abuelos cumplan su rol y los padrinos acompañaran a diferentes formas de familias. En este momento predominan las familias ensambladas, luego las tradicionales, en tercer lugar las monoparentales por elección y allí se ubica lo que yo llamo 'el síndrome de Marley', que quiso tener un hijo y lo tuvo. Yo no le niego el derecho a nadie a formar una familia, pero tengo una mirada de pediatra que atiendo el consultorio y veo los síntomas que generan estos cambios como incomodidad, ansiedad, ambigüedad en los roles y la función. Los chicos están perdidos y no se sabe qué se espera de ellos.
En tanto, estos cambios son profundos e intensos y tienen muchas ventajas. La recuperación del rol protagónico de la mujer, el respeto, el acceso a la mujer a sitios que antes no llegaba, el respeto por el derecho de los niños, la diversidad no solo en lo sexual sino en distintas actividades es algo muy importante que ocurrió en todo este tiempo. Venimos de una rigidez muy importante y ahora estamos ubicados de otra manera. Se penduló de una manera muy estricta a otra con cierta elasticidad y esto también da síntomas en los chicos.
-¿Hay un punto medio entre ambas posiciones?
Creo que cada familia tiene un punto medio. El problema es la falta de tiempo para buscarlo. En esta relación entre padres e hijos lo importante es saber cuánto tiempo estoy con mi hijo y cuando estoy con él, de qué manera lo hago.
-A su libro "Intemperies" lo definió como un toque de hombro para muchos padres que perdieron el manejo de los chicos. Llegado a este punto ¿qué hacen los padres entonces?
El primer paso tiene que ver con los adultos. Debemos recuperar el mundo de los adultos. Hay mucho 'adultocente' dando vueltas. Son padres jugando a no envejecer, a negar la edad, a plancharse las arrugas y ponerse bótox o implantarse cabello. Esto ocurre en todos los grupos sociales. Estoy hablando de adultos adictos a los celulares que piden que los chicos apaguen el celular o adictos a los videojuegos que tienen miedo que sus hijos jueguen al 'Fortnite'. Recuperar el mundo adulto es indispensable y lo digo con la autoridad que me da estar en un consultorio y que muchos padres me digan 'dígale usted a qué hora hay que dormir'. Esa es una abierta confesión ante los hijos de la pérdida total de autoridad de los padres.
-¿Qué papel juega el sedentarismo en los niños?
Es un rol central en la vida de muchos niños y el principal factor del sedentarismo es tener un celular. Estoy hablando de niños de 6 años con teléfono propio. Estamos dándole un celular a un niño para justificar una ausencia adulta. Como adultos le damos un celular a un niño por seguridad, para que nos llamen si les pasa algo y resulta que no nos llaman nunca y mucho menos nos atienden las llamadas. Parece que los niños tuvieran celulares con batería antipadres.
-¿Los niños de ahora son los mismos que antes?
Siempre son los mismos. En esencia son exactamente iguales. Se dice erróneamente que los niños son nativos digitales. Uno no nace digital, se hace digital. Si uno nace en esta época de digitalización absoluta en medio de la selva no nace digital. No es un signo de los tiempos. Uno puede deformar en esa masilla blanda de la infancia lo que uno quiera. Ocurre que los padres apurados, agobiados, mal pagos, con cuentas pendientes, inseguridad absoluta y encima no tienen claro con qué función se ponen como ejemplo frente a los chicos. Los niños ven todo eso, ven el cansancio, el agotamiento, la desesperación, la adicción y la falta de pausa.
-Los padres no pueden dejar de trabajar. ¿En qué momento se encentran con los hijos?
Durante el día la gente dispone de distintos momentos que en su mayoría se desperdician. Hay muchos que tienen tiempo porque no tienen que trabajar tan intensamente pero se van a jugar al golf. Otros llegan a casa con la posibilidad de compartir la cena con sus hijos pero ese momento es presidido por Marcelo Tinelli o la novela de la noche. Sería mejor que no hagamos tantos programas para los fines de semana y en lugar de eso busquemos disfrutar de un tiempo libre y vacío que nos permita saber quiénes son estos chicos. Estamos viviendo con desconocidos pero que son nuestros hijos. Mi experiencia en el consultorio es tocarles el hombro y mostrarles cosas y los padres reaccionan inmediatamente con buenas acciones.
-¿Cuál es el rol de los pediatras hoy y los desafíos?
En los infantes la tarea de todo pediatra es subtitular a esas personas que aún no hablan. En segundo lugar, defender a rajatabla la cruzada contra el movimiento antivacunas. Esto genera un problema más grande que el enfrentamiento entre Donald Trump y el líder norcoreano, está generando una tercera guerra mundial. Hay unos 150.000 casos de sarampión en el mundo generados por grupos que niegan vacunarse. Las vacunas no son una elección personal sino una acción social. En tercer lugar hay que atender a la malnutrición. En este momento, la Argentina tiene dos personas obesas por cada una persona delgada. Por último es indispensable devolverle la autoridad a los padres, que se animen a decir que no a algunas cosas que son perjudiciales como seguir yendo a Bariloche a intoxicarse y emborracharse; al despropósito que fumen a los 13 años o que se emborrachen hasta la locura desde los 12. Todavía estamos algunos pediatras que levantamos la mano y advertimos de alguna manera porque tenemos la oportunidad de llegar antes.
-Usted habla de la necesidad de hacer la revolución de devolver la infancia. ¿Por qué?
La revolución de la infancia se logra recuperando la palabra. Estamos en un mundo muy conectado pero muy poco comunicado. Para la salud mental de un chico un mensaje en Whatsapp diciendo 'te quiero' no es lo mismo que decirlo cara a cara. Un día un chico vino llorando a mi consultorio porque había recibido un mensaje de su papá diciendo 'te quiero' y al rato le llegó otro que decía 'perdoname, no era para vos'. Hay que tener cuidado con la tecnología porque a veces nos pueden llevar a estos extremos.
-Se repiten que a los hijos hay que ofrecerles tiempo en calidad y no en cantidad...
Nadie dijo que es fácil ser padre. El tiempo de calidad se traduce con estar disponible. Antes pedíamos que los padres estuvieran y muchos están sin estar. El hecho de estar disponible es que a un padre le interese lo que su hijo le está diciendo. Un ring tone interrumpe la charla más profunda que pueda tener un padre con su hijo. En ese momento ese chico se sintió abandonado. Y las interrupciones son difíciles de remontar.
-¿A qué le temen los niños?
Desde el principio de los tiempos, los niños le tienen miedo al abandono. Es el más profundo que tienen. Decirles que los van a buscar a una determinada hora y llegar unos minutos más tarde, puede ser muy malo porque en ese momento se sienten abandonados y en la más profunda soledad. La revolución consiste en hablar de frente, de manera clara para hacerlos existir de nuevo.
-Padres hiperocupados, hijos hiperocupados. Cada vez a más temprana edad los niños tienen actividades extracurriculares. ¿Es bueno estimularlos con este tipo de tareas?
Depende de cada niño en particular. Hay chicos que soportan tener siete actividades en la semana y otros no aguantan siquiera la jornada extendida. Otros van a un colegio porque allí fueron sus padres sin saber si es para él. Hay muchas actividades escolares y extraescolares que son elegidas por tradición, cercanía o vecindad pero sin mirar que él es el hijo de uno. Eso se soluciona mirándolos y escuchándolos.
-Usted tiene un proyecto en colegios que impulsa cortar la jornada escolar para tomar agua.
Sí, el agua es crucial. Una epidemia importante marca que hay deshidratación crónica, es decir, nos falta agua en el cuerpo todo el día. El agua condiciona muchas funciones como la atención, el humor, la capacidad de aprender, las ganas de jugar, etc.