Los Alisio: un tambo familiar que sobrevivió cien años
Norberto Alisio comanda la empresa familiar de Colonia Iturraspe que lleva más de un siglo de permanencia. Junto a su hijo y nietos completan siete generaciones de trabajo, continuando el legado de sus antepasados que llegaron de Italia en 1885. Rompen con el problema de la sucesión familiar, una de las mayores causantes del cierre de tambos en el país.
La falta de continuidad generacional es uno de los grandes problemas que atraviesan los tambos en nuestra región. De hecho, ha sido la causa de cierre de muchos establecimientos que alquilaron el campo para agricultura.
Los Alisio son el ejemplo contrario. El tambo familiar cobija a tres de las siete generaciones que supieron mantener vivo el legado de trabajo de sus antepasados, quienes en 1885 llegaron de Italia y compraron las tierras de Iturraspe.
Primero con la agricultura y la ganadería, y luego con la lechería, cumplen más de un siglo de actividad en Colonia Iturraspe, donde todo comenzó .
Norberto Alisio junto a su esposa Dorita Aimar, son los hacedores principales y cabeza de la evolución familiar de la empresa. Han constituido esa célula básica que hoy está encuadrada en lo que es Rocel Agropecuaria, y que involucra además a su hijo Mariano y sus nietos Esteban Alisio, Juan, Leandro y Agustín Silva junto a su yerno Marcos Silva.
Todos y cada uno con responsabilidades bien definidas llevan adelante este tambo "madre" y en sociedad familiar poseen otras tres unidades de negocio: un segundo tambo en Colonia Anita, la unidad recría (campo en Josefina) y agricultura en diversos campos agrícolas en Luxardo, todos alquilados.
El único "heredero"
El recambio generacional es una cualidad distintiva de los Alisio. Norberto, con 73 años, lidera el grupo de trabajo, llegando hasta su nieto menor, Esteban de 17.
Norberto es único hijo por lo que el destino estaba en sus manos. De él dependía seguir o romper con la tradición familiar.
"Mi tatarabuelo llegó de Italia en 1885 con cinco hijos. Simón, el mayor, se casó con una vecina de la colonia y allí comenzó toda la historia familiar", relató en entrevista con LA VOZ DE SAN JUSTO.
Contó que Simón tuvo siete hijos y pero que un día decidió irse a vivir a Buenos Aires para brindarles una mejor educación. Los únicos que se quedaron en Iturraspe fueron Roderico- abuelo de Norberto- junto a otro de sus hermanos que falleció muy joven.
"Mi abuelo queda como administrador del campo y luego sigue mi padre. Como yo soy hijo único, decidí continuar con todo el trabajo y no me arrepiento porque ahora veo a toda mi descendencia involucrada, lo cual me llena de satisfacción".
De hecho, contó que la denominación Rocel responde a los nombres de sus abuelos: Roderico y Celina.
"Hoy el campo se está despoblando porque no hay continuidad, los jóvenes eligen otras actividades, pero acá, gracias a Dios, la cosa es diferente", destacó el mayor de los Alisio.
Separar la empresa de la familia, la clave para sobrevivir
Trabajar en familia tiene sus ventajas
pero también sus desventajas. Según aseguran los Alisio y los Silva, "lo
fundamental es dividir la empresa de la familia". "Los sueldos son acordes a la
responsabilidad del puesto que ocupa cada uno. Todos tiramos para el mismo
lado, pero las cosas son justas, como debe ser", sostuvo Juan Silva, ingeniero
agrónomo. Por su parte, Mariano Alisio reconoció
que "el sistema está muy bien ´aceitado´. Hace mucho que venimos trabajando
juntos y sabemos dividir muy bien las cosas". "Es un privilegio poder hacer y vivir de
lo que nos gusta; tenemos puesta la camiseta de la empresa y de la familia y
sabemos muy bien que todos vivimos de esto", expresó. "Todo lo que tenemos es gracias al campo
y sobre todo, a las vacas que son el principal motor de la economía familiar",
agregó. A su turno, Norberto Alisio destacó como
pilar fundamental la armonía. Norberto destacó el trabajo y el papel
que cumplen las nuevas generaciones dentro de la empresa: "Veo una juventud
extraordinaria, que se preocupa y se ocupa. Hoy, con Internet saben de la
calidad de toros que hay en el mundo, se importa semen y están trabajando muy
fuerte en ganadería y también en agricultura; creo ese es el futuro". "Si no te adaptás a la tecnología, quedas
en el camino y en eso mucho tienen que ver los jóvenes -indicó-. Antes, los
padres no eran tan flexibles como somos nosotros ahora y era difícil traer
cosas nuevas. Pero yo creo darle la libertad suficiente para hacerlo", sostuvo.
El establecimiento centenario cuenta con
192 hectáreas destinadas al tambo y 300 vacas totales. Son 291 las vacas en
ordeñe con una producción actual de 7.100 litros por día. Entre los dos tambos ordeñan cerca de 10.000
litros diarios siendo que en Anita son 113 las vacas en ordeñe con una
producción diaria de 2.700 litros. De acuerdo a lo explicado por Juan Silva,
"se trata de un tambo altamente tecnológico, donde mantenemos un nivel superior
a lo que es la zona". Y aclaró que eso no responde necesariamente a la
automatización sino más bien a la tecnología de procesos. "Los resultados están dados por la
tecnología de procesos y no por la automatización o robotización -siguió-. Hay
tambos que por su infraestructura son altamente tecnológicos". El técnico contó además que el bienestar
animal es prioritario en su establecimiento. "Las vacas cuentan con aspersores
de agua y ventiladores antes de ingresar al tambo, para reducir el estrés del
animal durante el verano". Asimismo, los terneros están confinados y
bajo techo, cada uno con su "cama" y comida. En el campo familiar, ubicado a unos 16 kilómetros de San
Francisco, se emplaza la casa paterna cuya
edificación data de 1892. Dista a 1.500 metros de la capilla familiar
construida también por los Alisio ese año. Juan Ignacio Silva tiene solo 28 años, es
ingeniero agrónomo recibido en la Universidad Nacional del Litoral, cuya sede
está en la ciudad de Esperanza y es la séptima generación en el tambo
trabajando junto a sus hermanos Agustín y Leandro. Es promotor y asesor de dos grupos de
Cambio Rural ligados a la Cooperativa Manfrey. La agrupación congrega 19 tamberos, todos productores que entregan
la leche a la mencionada empresa láctea de Freyre. "Hemos decidido sumarnos en 2018 con la
necesidad de generar indicadores, conformando dos grupos", señaló Silva quien
asegura que el intercambio es fundamental para crecer. Silva dice que sus esquemas de tambo se
asientan en tres pilares: equipo de trabajo, planificar la rotación forrajera
(silaje y praderas) y resolver los problemas reproductivos. Lo interesante de la empresa familiar es
que la recría es de los tres tambos juntos y todo confinado en 5 corrales. De cara al futuro Silva dijo que "en 10 años
nos vemos con más tambos, más eficiencia dentro de cada establecimiento, y
fundamental es que queremos mantener la estructura familiar de la empresa". Otro desafío en esa zona es la gran
competencia que impone la agricultura y el alto costo de alquiler (14 quintales
de soja). Fuerte apuesta a las nuevas generaciones
Un tambo "altamente tecnológico"
Agentes de Cambio Rural