Sociedad
Legado heladero: Verónica revive la pasión de su padre
“Es una heladería popular”. La hija de Arquímides Gandolfi, fundador de la emblemática Haití, compartió la historia de este negocio familiar que marcó a muchas generaciones en San Francisco y con seis décadas sigue ofreciendo sabores tradicionales.
El 12 de enero es un día especial para los amantes del helado, ya que se celebra el Día del Heladero. En San Francisco, esta jornada adquiere un significado aún más profundo, gracias al legado de una de las heladerías más emblemáticas de la ciudad: Haití. Fundada por Arquímides Gandolfi en 1959, esta heladería ha sido un referente de tradición y sabor durante más de seis décadas. En esta ocasión, Verónica Gandolfi, hija del fundador, abrió su corazón para recordar esos años de historia, emoción y trabajo arduo que dieron forma a uno de los locales más queridos de la ciudad.
Verónica se emociona al recordar los primeros pasos de “Haití”, un sueño que su padre Arquímides comenzó con gran esfuerzo y dedicación. "Mi papá inauguró la heladería el 21 de septiembre de 1959. Yo nací en 1969, así que toda mi vida giró alrededor de este lugar", comentó. “Desde pequeña, el aroma del helado artesanal, la gente esperando su cucurucho, eso formaba parte de mi día a día. Era mi hogar", añadió con nostalgia.
La heladería Haití comenzó con métodos completamente artesanales, en los que la familia jugaba un rol fundamental. "Recuerdo que mi papá hacía todo a mano, batiendo con hielo en baldes grandes. El proceso de hacer helado no era nada sencillo, pero a mi papá le apasionaba. Todos en la familia teníamos tareas asignadas. Mis hermanos y yo, incluso siendo chicos, también ayudábamos", relató Verónica a LA VOZ DE SAN JUSTO.
La heladería no era solo un negocio, era un verdadero espacio de trabajo y de convivencia familiar. La vida en la “Haití” se desarrollaba entre risas, tareas compartidas y mucho esfuerzo. Verónica recuerda cómo su madre, Vilma Corsico, cocinaba todo en ollas grandes, mientras que su padre se encargaba de todo lo relacionado con la producción del helado. A su vez, el esposo de Verónica, Fernando Bay, también recordó el funcionamiento de la fábrica. "Era un trabajo tan artesanal, el helado se hacía con mucha dedicación. La leche llegaba en botellas, el azúcar se medía con cuidado, y todo se hacía en casa", explicó.
"Recuerdo cómo mi mamá, con su pala de madera, mezclaba el helado. Era algo casi mágico, cómo de la mezcla líquida salía el helado con la textura que nos caracterizaba", añadió Verónica y señaló: "Nosotros, los chicos, siempre teníamos algo que hacer. Desde sacar la leche, hasta batir a mano el helado. El ruido de las máquinas, el trabajo en familia, todo eso era parte de nuestra vida cotidiana".
Uno de los aspectos que más emociona a Verónica es ver cómo la Haití ha trascendido generaciones. "Hoy en día, ver a los hijos de aquellos que venían de chicos a la heladería, ahora trayendo a sus propios hijos, es algo muy especial. El legado continúa", aseguró. "Recuerdo a una chica que, cuando terminó el colegio, hizo su trabajo final de maestra sobre la heladería. Viene a la heladería desde pequeña, con su mamá, con su abuela. Es muy lindo ver cómo la gente crece con nosotros", detalló.
Por otra parte, Verónica explica que el local no solo ha sido un lugar de trabajo, sino también un lugar de recuerdos y momentos compartidos. "La gente se forma una historia con la Haití. No solo venían a comprar un helado, sino que se sentían parte de esta tradición", comentó.
Lamentablemente, la Haití por Bv. 9 de Julio, la cual era la principal, cerrará puesto que van a construir un edificio. Verónica y Fernando se mostraron muy emocionados por el cierre de dicha etapa. “Es un lugar que vamos a tener presente siempre y siempre lo vamos a recordar con mucho cariño porque allí empezó todo”, indicaron.
Aunque los tiempos cambian y las generaciones pasan, el legado sigue vigente. Verónica cuenta que, aunque sus hijos han tomado otros caminos, algunos de sus sobrinos siguen manteniendo viva la tradición. "Mi sobrina Paula está al frente de la heladería de 9 de Julio, y recientemente abrimos una sucursal en Córdoba. Es un orgullo ver que la familia sigue involucrada, aunque ya no todos están en el negocio como antes", manifestó.
"Es difícil seguir el mismo camino, porque las generaciones cambian, pero lo que sí es seguro es que siempre estaremos ligados a esta heladería, a este trabajo, a esta tradición", aseguraron. La heladería ha sabido adaptarse a los nuevos tiempos, pero sin perder la esencia y la tradición que la hizo grande. Aunque ahora las máquinas y los procesos sean más modernos, la pasión por hacer el mejor helado sigue intacta, y la calidez de la atención al cliente sigue siendo el sello distintivo de este lugar.
Uno de los temas que Verónica y Fernando disfrutan compartir es el de los sabores que más disfrutan los clientes. "El dulce de leche es el sabor más pedido. Es increíble cómo sigue siendo el favorito de todos", explicó Bay. "Pero también tenemos mucho éxito con el granizado y el limón al agua. De hecho, el limón es muy popular entre los parrilleros de Bertorello, que lo usan para hacer el famoso 'lemon champ'. Es un sabor muy particular que, al principio, la gente pensaba que era crema, pero no, es solo limón", explicó entre risas.
La Haití ha sabido adaptarse a los gustos y tendencias de cada época. En sus inicios, el negocio familiar se dedicaba a la venta de helados artesanales en la esquina de 9 de Julio, y más tarde, se expandió a otras ubicaciones. "Recuerdo cómo, en sus primeros años, todo se vendía de manera muy simple, en mesas. La gente venía, se sentaba, y disfrutaba del helado. Después de la pandemia se volvió todo mucho más complicado, teníamos muchos eventos, ahora las cosas han cambiado, pero lo que nunca cambia es la pasión por lo que hacemos", aseguró Fernando.
La Haití no solo es un lugar de trabajo, sino también un símbolo de la ciudad de San Francisco. "Es muy lindo ver cómo la gente se siente identificada con Haití. La heladería no es solo un negocio, es parte de la historia de San Francisco, nosotros trabajamos para todas las clases sociales y eso nos trae gratos recuerdos, es una heladería popular", comentó Verónica y añadió: "Este lugar ha sido testigo de muchas historias, de encuentros, de recuerdos. Haití es un pedazo de la ciudad, y eso nos llena de orgullo".