Lecciones de la tragedia minera en Brasil
Esto obliga a que la industria preste atención a los problemas que pueden generarse por la inacción. A que se analicen nuevas maneras de eliminar los desechos de la actividad, muchos de ellos muy tóxicos para el ser humano o el ambiente. Y también a los gobiernos para que el cumplimiento de la legislación sea una realidad.
Las imágenes de la catástrofe provocada por la ruptura de una represa en un emprendimiento minero en Brasil son dramáticas. Más de 110 muertos y 240 desaparecidos son el saldo de uno de los eventos más trágicos de la historia del vecino país y también de la minería a nivel global. El desastre ambiental generado es otra de las terribles consecuencias de un suceso que debe ser investigado a fondo y que debiera ser una bisagra para prácticas irresponsables que ponen en peligro a muchas comunidades vinculadas con la actividad minera en el mundo.
En Brasil no se rompió una represa "normal". Se trata de un embalse denominado de "relave", término que define al conjunto de deshechos de procesos mineros que contienen altas concentraciones de productos químicos y elementos que alteran el medio ambiente, por lo que deben ser almacenados en este tipo de represas, en las que los contaminantes se van decantando lentamente en el fondo y el agua es recuperada o evaporada.
Un aluvión de agua, lodo y, quizás, productos químicos tóxicos irrumpió en una tranquila población y sembró destrucción y muerte. Fue solo uno de los casi 30 embalses que en la misma región opera el gigante empresario Vale, una de las firmas mineras más controvertidas en todo el mundo. Días antes de la tragedia, se había asegurado que la represa estaba en condiciones, lo que a todas luces no era verdad. Por ello, la negligencia e impericia son evidentes en este caso.
Por cierto, no es la primera vez que se produce alguna tragedia por el mal funcionamiento de una represa construida para retener y "relavar" el mineral extraído. En Brasil se recordó un caso similar ocurrido hace algunos años y que mató a 20 personas. Pero también en otras naciones se han presentado situaciones de este tipo. Un informe de la base de datos World Mine Tailings Failures, publicado por varios diarios internacionales, da cuenta de que hubo 46 colapsos "graves" o "muy graves", como los de Brasil, entre 1998 y 2017.
En este contexto, la prensa norteamericana publicó recientemente un informe conjunto realizado en noviembre de 2017 por el Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente y la fundación noruega Grid-Arendal -especialista en temas relacionados con el cuidado del ambiente-. En ese documento se expresa que en la mayoría de los hechos parecidos al de Brasil, hubo numerosos signos de advertencia anticipada. "La tragedia es que las señales de advertencia fueron ignoradas o no fueron reconocidas por la administración con pocos recursos", señala la investigación.
La historia se repite. Grandes desastres ambientales y catástrofes en las que se perdieron miles de vidas se originaron en acciones negligentes o falta de controles por parte de personas u organizaciones que actuaron de manera negligente. Chernobyl y Bophal son ejemplos conocidos de lo que se afirma. Lo mismo parece haber sucedido en la tragedia reciente de la mina brasileña.
Esto obliga a que la industria minera preste atención en todo el mundo a los problemas que pueden generarse por la inacción. Al mismo tiempo, a que se analicen nuevas maneras de eliminar los desechos de la actividad, muchos de ellos muy tóxicos para el ser humano o el ambiente. Y también a los gobiernos para que el cumplimiento de la legislación sea una realidad.