Las transformaciones del Bv. 25 de Mayo
Siempre hubo interés en la constante modernización de nuestra principal avenida comercial. Su prolongación, el adoquinado y la iluminación, fueron algunas de las innovaciones a lo largo del siglo XX, pero no todas. En esta nota repasamos otras.
Por Arturo A. Bienedell
-Tercera y última nota-
Cuando empezó la construcción del Centro Cívico, las preferencias de los propietarios fueron las de construir sobre el Bv. 25 de Mayo, antes que sobre el Bv. 9 de Julio.
La construcción del Gran Hotel "Libertador", con la participación de más de 150 accionistas, había sido aconsejada por los proyectistas, con frente sobre el Bv. 9 de Julio y una salida vidriada en la Plaza Cívica -en el sitio de la actual Tecnoteca-, pero los propietarios insistieron en que se haría en 25 de Mayo o no se construía. El conflicto planteado terminó cuando el intendente Guillermo José Peretti, accedió a que el proyecto ganador del concurso fuese modificado, para conseguir que San Francisco tuviese su gran hotel en el principal bulevar.
En esa misma época, cuando se empezó a construir el primer inmueble del Centro Cívico, el Edificio "Belgrano", en Bv. 25 de Mayo y Córdoba, LA VOZ DE SAN JUSTO, reclamó que, ante la sucesión de proyectos de nuevos edificios sobre la vereda Sur, entre Córdoba y Pellegrini, se piense también en renovar la vereda Norte, para que todo el centro se vea moderno, algo que 60 años después sigue con cambios mínimos y constantes refacciones de viejos edificios, algunos de casi 100 años y sin valor arquitectónico; otros, en cambio en las esquinas de Moreno, Pueyrredón, Libertador (N) y Alberdi, merecen especial atención por su buena conservación y estilos destacados. Dos de ellos son obras del constructor Domingo Zanardi, lo mismo el de los antiguos Grandes Almacenes Casa Boero, obra del arquitecto rosarino Crescencio De la Rúa.
También en la década de 1960, comerciantes reunidos en la Asociación de Amigos del Bv. 25 de Mayo, solicitaron al intendente Peretti que se retiren los canteros del centro del bulevar, desde Yrigoyen y Garibaldi hasta la avenida Urquiza. El pedido se basó en el aumento del tránsito de automotores y motocicletas en determinadas horas por el bulevar, sumado a los estacionamientos junto a las aceras, que causaban trastornos y dificultades y accidentes en la circulación.
No obstante, la respuesta no fue inmediata pero se concretó sobre finales de la década durante la gestión del comisionado Antonio Lamberghini, eliminando los canteros y pavimentado esos espacios. Sin dudas ello agilizó el tránsito, así que se fueron sumando los semáforos que ya se habían inaugurado entre fines de 1966 en 25 de Mayo en su cruce con los bulevares Buenos Aires y Juan B. Justo, y en marzo de 1967, cuando se habilitó el segundo juego de semáforos en la ciudad, en la intersección de 25 de Mayo con Mitre y Córdoba. "San Francisco se ubica de tal forma, en un plano de igualdad con otros centros de población similar, los que han recurrido hace ya tiempo a ese auxilio para lograr un ordenamiento eficaz", se comentó en la época.
Desde entonces, y por algo más de 20 años, el centro fue incluyendo nuevos edificios, pero sin el aporte de algunos atractivos que sean distintivos. Por ello, en 1995, los arquitectos reunidos en la entidad Cappua para atención del patrimonio edilicio, presentaron un proyecto de envergadura que abarcaría, a diferencia del concurso actual de innovaciones, desde Bv. Juan B. Justo hasta San Juan.
El sector del Molino Meteoro a comienzos de 1968, aún con cantero en el centro y vías blancas en las veredas y en el centro de los mismos canteros
Aquel proyecto, presentado con numerosos gráficos a las autoridades municipales, incluía una intervención en los silos del Molino Meteoro y los del Molino Río de la Plata, proponiendo que se los pinte con los colores de las banderas de España y de Italia, en homenaje a dos de las naciones de origen de nuestros inmigrantes; también la instalación de glorietas en la vereda del Centro Cívico, espacios iluminados y de recreación, observando, además, distintas utilizaciones de los espacios según los horarios y la recreación de un pequeño cantero central para ser descanso de los peatones que cruzaban el bulevar y poner una nota verde que lo hiciese más amigable.
Tal vez impresionó demasiado, y no fue tenido en cuenta, como tampoco otra iniciativa cercana al año 2000, para que el estacionamiento no fuese paralelo a la acera, sino en ángulo de 45º para aprovechar mejor los espacios.
Estamos ahora ante una nueva instancia renovadora. Pasaron muchos años y el urbanismo ganó prestigio en el mundo, solo basta aceptar que algunos proyectos pueden parecernos descabellados, pero la modernidad, por alguna vía, debe llegar y quedarse.