Análisis
Las incertidumbres de octubre
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A pocas semanas de las elecciones, la política y la economía transitan un período marcado por la inestabilidad y los vaivenes. Los temblores financieros y el caso Espert protagonizaron escenas dominadas por la incertidumbre, signo de una época que fluctúa entre la necesidad de alcanzar algún equilibrio y el vértigo de lo imprevisible.
Por Fernando Quaglia | LVSJ
Próximo a cumplir 104 años, el filósofo francés Edgar Morin ha reflexionado en muchos de sus escritos sobre los grandes acontecimientos de los siglos XX y XXI. Su enfoque del pensamiento complejo alude a la capacidad de conectar distintas dimensiones de la realidad, cada vez más numerosas e interconectadas a medida que la humanidad evoluciona.
La creciente complejidad del mundo afirma Morin, revela la incertidumbre histórica que aparece cuando se derrumba el mito del progreso: cuando se comprende que la historia no es lineal ni siempre avanza hacia una mejora continua. “Un progreso es ciertamente posible, pero incierto. A esto se suman todas las incertidumbres debidas a la velocidad y a la aceleración de los procesos complejos y aleatorios de nuestra era que ni la mente humana ni un supercomputador podrían abarcar”, sostiene.
Al comenzar octubre, esa complejidad saturada de incertezas se refleja en la política argentina, cuando restan pocas semanas para unas elecciones legislativas asumidas como decisivas, casi como un juego a cara o cruz. El escenario es de sobresaltos permanentes: una patología crónica de la política vernácula.
Entender que vivimos en tiempos inciertos no requiere demasiadas pruebas: la experiencia cotidiana lo demuestra. Por los golpes y vaivenes de la historia, el país parece habituado a esperar lo inesperado. El resultado electoral en Buenos Aires expuso esta ciclotimia. Antes de esos comicios, el optimismo oficial parecía inconmovible. Conocidos los resultados, el estupor ocupó el mismo espacio en sentido inverso.
Así, el ánimo colectivo volvió a depender de la cotización del dólar. El abismo, otra vez, quedó demasiado cerca. El anuncio de un salvataje desde Estados Unidos insufló oxígeno, aunque las dudas continuaron. Por ello, los cañones apuntan al resultado del viaje a Washington que emprendió el equipo económico. Si bien todavía no está definido el alcance de la ayuda, el apoyo norteamericano supondrá traerse “tarea para hacer en casa”, vinculada a la necesidad de recrear los acuerdos políticos que en su inicio permitieron al gobierno surfear la crisis.
En definitiva, ante la inminencia de perder la partida, el gobierno cantó “falta envido”. Pero aún quedan naipes por jugar. “Ligar” significa ahora ampliar la base de sustentación política que destruyó la miopía oficial, envalentonada por la victoria en la ciudad de Buenos Aires. A veces, un lugar común resume significados: el país no termina en la General Paz.
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Espert en la mira
Aquello de “dato mata relato” volvió a comprobarse en el caso que involucra al primer candidato oficialista en la provincia de Buenos Aires. Más allá de las connotaciones electoralistas de las acusaciones lanzadas desde un kirchnerismo que ve la paja en el ojo ajeno, pero no en el propio, José Luis Espert, soberbio aun acorralado, no logró disimular su incomodidad.
En principio, apeló a una estrategia discursiva que rápidamente quedó en offside. Pero frente a las revelaciones periodísticas, no tuvo otra alternativa que reconocer lo que había negado pocas horas antes. Obligado por las circunstancias y presionado incluso por varias figuras del gobierno, intentó explicar su vinculación política y económica con un personaje hoy detenido por sospechas de connivencia con grupos narcotraficantes. Intentó aclarar. La oscuridad persiste.
Los interrogantes se multiplican: ¿cómo puede sostener el oficialismo a su principal candidato en Buenos Aires, sospechado de vínculos con un acusado de lavar dinero narco? ¿El caso Espert influirá en la decisión de los votantes? ¿La excursión a Washington permitirá disminuir la tensión cambiaria? ¿Qué sucederá con los precios en las próximas semanas? ¿Alcanzará el respaldo de Estados Unidos para aquietar las aguas? ¿Qué impacto tendrá la reunión entre Milei y Trump? ¿Podrá el mandatario norteamericano sostener su apoyo a la Argentina mientras enfrenta una crisis interna por el presupuesto y la creciente disconformidad social?
Son varias las nubes que acrecientan el vértigo de lo imprevisible. El péndulo oscila sin descanso y los humores sociales cambian con la misma rapidez. Así será hasta las elecciones del 26.
¿Y después? Sea cual fuere el resultado, en este juego lleno de complejidades solo puede pronosticarse que habrá que barajar y dar de nuevo. El rumbo, todavía incierto, dependerá de las cartas que se pongan sobre la mesa.
Volviendo al pensamiento de Morin, desde hace tiempo -pero con más fuerza en este octubre- navegamos en un océano de incertidumbre, buscando algún archipiélago de certezas.