La despedida de una misión
Las hermanas dejan el Diehl de Sienra tras 31 años de servicio: cambia la gestión del hogar

La Congregación San Carlos Borromeo se despide de la administración del hogar. La hermana Bridget, referente espiritual y humana de la obra, emprende un nuevo destino. “Que la comunidad siga trabajando unida por los más necesitados” y “el trato siempre humanizado hacia los adultos mayores” es el legado que quiere dejar.
Por Cecilia Castagno | LVSJ
“Es un trabajo de 24 horas todos los días del año, arduo pero gratificante”, resume con serenidad la hermana Bridget De Sousa, mientras recorre por última vez los pasillos del Hogar Diehl de Sienra. En ese rincón periférico de San Francisco, donde alguna vez sólo había barro y silencio, ella y sus hermanas de la Congregación San Carlos Borromeo construyeron un refugio de amor para los adultos mayores.
Después de 31 años de labor conjunta con el Estado municipal, la congregación cierra su ciclo en el hogar. Desde el 1° de junio, el lugar pasará a un nuevo esquema de gestión -que incluiría un gerenciador-, cuyos detalles, ante la consulta de este diario, no fueron confirmados por las autoridades. No obstante, el Ejecutivo Municipal elevó al Concejo Deliberante un proyecto de ordenanza para suscribir un convenio con la Residencia Geriátrica Privada El Milagro SRL para la concesión del hogar. Lo cierto es que la despedida ya está en marcha, y el vacío que deja la congregación se hace sentir.
Bridget llegó por primera vez a San Francisco en 1999. Volvió años después para quedarse, y desde entonces su vida se entrelazó con la del hogar. “Cuando llegué, era apenas un comedor, una cocina y un pabellón. Luego vinieron el lavadero, las habitaciones para los varones y para las mujeres, la ampliación para aislamiento, el vivero... todo fruto del trabajo en conjunto con la municipalidad y la comunidad”, enumera con orgullo en entrevista con LA VOZ DE SAN JUSTO.

Cada ladrillo nuevo, cada reforma, tuvo un solo propósito: mejorar la calidad de vida de quienes habitaban el hogar. “Nos encargamos de toda la gestión. Trabajamos mucho por el bienestar de los abuelos para brindarles atención, amor y calidez de hogar”, resume con voz pausada.
El carisma hecho obra
La congregación a la que pertenece Bridget nació en Bélgica y tiene presencia en Argentina, India y otros países. En nuestro país, gestionan hogares en Río Cuarto, Marcos Paz (Buenos Aires) y San Francisco. También en Santiago del Estero, donde Bridget continuará su misión. “Nuestro carisma es darle preferencia a los pobres, mostrar la misericordia de Dios a los más humildes, en lugares remotos donde nadie llega”, explicó.
Esa vocación fue la que la trajo a San Francisco y que la llevó a mantenerse firme incluso en las condiciones más adversas. “Antes de que pavimentaran el camino a Plaza San Francisco (avenida de los Inmigrantes), era muy difícil llegar o salir del hogar. Cuando llovía mucho, los bomberos tenían que venir a sacar a los abuelos”, recordó.

“Fue un sacrificio grande, pero más grande fue la satisfacción de haber servido a esta hermosa comunidad”.
Una comunidad solidaria, un vínculo imborrable
El vínculo con la ciudad fue, para ella, una fuente inagotable de gratitud. “Tengo un agradecimiento sincero y profundo con esta sociedad que, incluso en tiempos de crisis, nunca dejó de apoyar esta obra. Siempre nos tendieron una mano”, destacó Bridget, quien en 2003 fue reconocida como “Mujer del Año”.
En sus palabras se percibe la humildad de quien no busca reconocimiento, sino continuidad. “Espero que el legado que dejamos sea el trato siempre humanizado hacia los adultos mayores. No se trata solo de atender su salud, su alimentación o su higiene, sino de escucharlos, compartir tiempo con ellos, porque muchos pasaron por situaciones difíciles y necesitan afecto”, remarcó.

“Tengo un agradecimiento sincero y profundo con esta sociedad que, incluso en tiempos de crisis, nunca dejó de apoyar esta obra. Siempre nos tendieron una mano”.
El anuncio, la transición y el futuro
La decisión de retirarse fue comunicada al municipio hace ocho meses. “Nunca pensamos que fuera tanto lío”, bromeó Bridget, aunque admite que no fue fácil. La transición incluye no solo cerrar la parte administrativa, sino también lidiar con la carga emocional de dejar una obra tan significativa.
La religiosa explica que la salida fue consensuada con el municipio y con el Pami, y que responde a una realidad ineludible: ya no hay suficientes hermanas. “De las cinco que éramos, dos fallecieron y las otras regresaron a India por temas de salud. Solo quedamos dos aquí”, contó.
Ahora, su nuevo destino es Campo Gallo, en Santiago del Estero, donde alguna vez enseñó a niños que hoy ya son adultos. “Empieza una nueva etapa para mí, donde me reencontraré con alumnos que hoy deben ser profesores, médicos…”, comparte, con un brillo de ilusión en los ojos.

Un legado de amor que perdura
El Hogar Diehl de Sienra nació de una donación hecha con el corazón. En 1979, Josefina Diehl de Sienra cedió 26 hectáreas a la municipalidad con la condición de construir un hogar para ancianos. Quince años después, su voluntad se concretó. Hoy, el predio sigue siendo un refugio para 30 adultos mayores, aunque más de 300 han pasado por sus instalaciones a lo largo de los años.
“Fue un apostolado lejos de nuestras familias, pero más grande fue la satisfacción de haber servido a esta hermosa comunidad”, confesó Bridget. “Mi agradecimiento y gratitud porque esta ciudad me ha recibido con tanto amor. Siempre sentí la cercanía de la gente, su cariño, su colaboración. Ese quiero que sea mi legado: que la comunidad siga trabajando unida por los más necesitados”.
Con esas palabras, se despidió quien convirtió el servicio en una forma de vida, y el amor al prójimo en una misión cotidiana. San Francisco les debe mucho a estas hermanas. Y aunque ella no lo diga, todos lo sabemos.